Ahora la novela se vuelve americana porque todo concurre a dos lineas trazadas en un esclarecimiento universal. Y en esa línea está trabajada y lograda la novela Viento deEnero.
José Lezama Lima
José Lorenzo Fuentes es un novelista considerable y uno de los pocos escritores de renombre que quedaban en Cuba.
Guillermo Cabrera Infante
Después de la gaviota es un libro que se impone por su fantasía autentica y manejo del lenguaje.
Jorge Edwards
José Lorenzo Fuentes ocupa un lugar de excepción en la literatura cubana. Siento por su obra una gran admiración.
Heberto Padilla
DEJAME QUE TE LO CUENTE: ENTREVISTA CONCEDIDA POR JOSE LORENZO FUENTES
JOSÉ LORENZO FUENTES (Las Villas, Cuba, 1928). Narrador, periodista y profesor de Historia del Arte (Escuela de Periodismo “Severo García Perez” de Las Villas). En 1952 obtuvo el Premio Internacional de Cuento Hernández Catá por “El lindero”. Con su novela Viento de enero recibió el Premio Nacional de Novela Cirilo Villaverde de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (1967), y su libro de cuentos Después de la gaviota fue mención en el concurso Casa de las Américas (1968). En 1983 fue distinguido con el PremioLiterarioPlural de la revista mexicana homónima, con El cielo del general. En 1985 fue víctima de la publicación por parte de Ricardo Bofill de su novela Los ojos del papel bajo el título El tiempo es el diablo.
Participó en la batalla de Santa Clara con el Ché y fue periodista personal de Fidel Castro durante 1959 al 1961. A su cargo tuvo labores como la subdirección de la revista Instituto Nacional de Reforma Agraria (1960-63), secretario de redacción del periódico ElMundo (1964-68) y responsable de la sección Arte y Literatura de la revista Bohemia (1968-69). A partir de 1969 sufrió un gran período de ostracismo y posteriormente en 1975 se incorporó a la emisora COCO como redactor. En 1991 fue firmante de la Declaración de los intelectuales cubanos que buscaba promover y asegurar un amplio debate nacional. Ha dedicado gran parte de su vida al estudio de la parasicología, misticismo, magia y medicina alternativa. Su libro Meditación ha sido publicado en español y en ingles en los Estados Unidos, y más tarde en Rusia, República Checa, Brasil, Portugal, Grecia y la India. Reside en estos momentos en Estados Unidos donde continúa trabajando.
A José Lorenzo Fuentes y Lida. Ah, Havanna, all of tropical night…
Mae West.
Las puertas de esta muralla invisible no se abren ni forzándolas.
Las ventanas de estos castillos tampoco. Ni los puentes levadizos.
Las murallas son infranqueables.
El mar la separa del mundo,
De todos el más cruel de los carceleros.
Los que están dentro quieren salir.
Los que están fuera quieren entrar.
Las brújulas sin Norte, ni Este, ni Oeste ni Sur
Que todos los caminos que no sean a sí mismo son errados.
Que todo es perdición si hay orfandad. Falsa moneda es el amor.
Batalla perdida. Estandarte caído
Entre multitud de seres calcinados.
Casandra ha muerto y lo que auguran los cuervos es horrible.
Mientras tanto nada alivia esta insoportable calma,
Este sudor de sangre al mediodía.
Caronte sigue haciendo su trabajo puntualmente.
Nieva en el tedio y nieva en el hastío
Que cae como llovizna silenciosa de espanto interminable.
¿Es este el paraíso prometido donde estamos convictos?
¿Hasta cuándo esta agonía?
La quieta indiferencia de la Isla está inmersa
En la estulticia con sabor de alquitrán
Y esta aparente calma es verdaderamente obscena
Por el centro de esta ciudad pasa un río de iniquidad abominable,
Mezclado con aguas albañales del ultraje, infamias, ignominias y atrocidades.
¿Qué opinar de tantas y tan torpes profecías?
Vileza, abyección, perjurio, oprobio, fraudes y afrentas
Son las flores que perfuman sus jardines.
No huelen: hieden,
Falso es el verano y falso es el invierno.
Ridículo es creer que a nuestra edad en utopías y promesas.
Los edificios, la noche, todo se cae a pedazos: se desmorona
Sin que nadie pueda impedirlo ante los ojos delirantes del Caudillo.
No hay antorchas que se enciendan ni faros que iluminen.
Los que debían venir no llegan.
Los que deben partir reos son de sus edades.
¿Qué himnos procaces cantan tantas bocas mudas,
Tantos cuerpos hacinados, de ojos comidos por los peces?
Estamos los desertores esperando una primera señal.
Y todo sigue inamovible. Envilecido.
Aquí donde el ojo no amanece en la mirada.
ALBERTO LAURO.(Holguín, Cuba, 1959). Poeta, escritor y periodista. Licenciado en Filología por la Universidad de La Habana y la Autónoma de Madrid. Autor del poemario Con la misma furia de la primavera (1987) y de los libros para niños Los tesoros del duende (1987) y Acuarelas (1990), todos premiados en Cuba. Además de los poemarios Parábolas y otros poemas (Ed. Rondas, 1977), El errante (Ed. Jábega, 1994), Cuaderno de Antinoo (Ed. Betania, 1994) y de varias plaquettes y libros de arte, aparece en numerosas antologías en Cuba: Como jamás tan vivo (1987), Andará Nicaragua (1987), Mi madre teje el humo de los días (1990). Y fuera de Cuba en: Un grupo avanza silencioso (UNAM, México, 1990), Poesía cubana: la isla entera (Betania, Madrid, 1995) y Poemas cubanos del siglo XX (Hiperión, Madrid, 2002). En el año 2004 fue galardonado en España con el VI Premio Odisea de Literatura por su novela En brazos de Caín. Vive exiliado en España desde 1993. Es articulista del diario La Razón.
José Soler Puig se rascó la barbilla. Era un gesto típico en aquel viejo que, tantas veces, nos miró desde la complicidad del escritor y nos comentó que lo único que hacía falta para llegar a ser uno de los grandes era tener una tozudez a prueba de hijos de la grandísima... Madre que los parió, aunque él no se andaba por las ramas, como yo hago ahora, y soltaba la palabrota que aquí corresponde, en buen cubano.
Santiago reverberaba en ese calor del que tanto se habla, y que se escucha como algo seductoramente tropical hasta que se conoce. Nos refugiábamos del sol bajo los techos de tejas de la Casa Museo Heredia y fue allí donde alguien preguntó por libros de nuestras letras que hurgaran en lo fantástico de un modo diferente a lo que había establecido el boom literario latinoamericano. Fue allí donde el viejo Soler se rascó la barbilla, quedó pensando unos segundos y luego, en su tono reflexivo de siempre, pausada y con voz grave, nos dijo que él no sabía mucho de esas cosas, pero que había un par de libros que lo habían impactado mucho precisamente por el juego que establecían entre realidad y realidad escrita: El escudo de hojas secas, de Antonio Benítez Rojo y Después de la gaviota, de José Lorenzo Fuentes.
--Es un libro único. Y tiene, creo yo, un ambiente raro que lo baña todo. Y ese halón que siempre te dan los cuentos majestuosos – dijo, refiriéndose al segundo.
Fue la primera vez que oí hablar de este escritor. Un par de años después, cansado de buscar en bibliotecas santiagueras la vieja edición de aquel libro (era curioso que apareciera en todos los registros “Después de la gaviota, Editorial Casa de Las Américas, La Habana, Cuba, 1968”, pero los ejemplares registrados no estaban en las estanterías), le pregunté a otro de los grandes cuentistas cubanos, Eduardo Heras León, y puedo decir que estuvo largo rato elogiando la majestuosidad de aquel libro. Heras León comenzó diciendo que en la historia del Premio Casa de las Américas existían libros importantes que se habían tenido que conformar con menciones pudiendo ser el Premio. Enumeró a Las otras puertas, del argentino Abelardo Castillo, a Huertocerrado, del peruano Alfredo Bryce Echenique y a Después de la gaviota, de José Lorenzo Fuentes.
--Y Los pasos sobre la hierba – dije, pues sabía que su honestidad le impediría mencionar a su propio libro dentro de esos ya considerados clásicos del cuento latinoamericano.
Fue al estante de aquel apartamento estrechísimo donde vivía en la calle Marqués González, en Centro Habana, y regresó con un libro: Después de la gaviota y otros cuentos, Ediciones UNION, La Habana, 1988.
--Este acaba de salir de imprenta – dijo, y me extendió el libro --. Léelo. Es una clase magistral de cómo usar literariamente la imaginación.
Pude así entrar al universo de ficción del que hoy es considerado, sin discusión, uno de los grandes cuentistas cubanos del siglo XX, y es bueno hacer notar que ese sitio lo ganó con un solo libro de cuentos, precisamente este que el lector tiene en sus manos.
Después de la gaviota, desde hoy.
Quiero retomar, entonces, dos de los aspectos que tanto Soler como Heras León mencionaron en sus elogios sobre este libro: “el juego entre la realidad y la realidad escrita”, y “el uso literario de la imaginación”, por entender que ellos sintetizan uno de los aportes de José Lorenzo Fuentes al cuento cubano y por constituir el elemento tipificador de su narrativa, como parte de lo que el narrador y ensayista Alberto Garrandés ha llamado “gótico esencial cubano”.
El viejo Soler Puig no sabía explicar técnicamente a qué se refería, pero era un maestro en establecer, en sus libros, muchas variantes del juego entre la realidad y la realidad escrita (baste recordar Unmundodecosas y Elpandormido). En su opinión, del justo equilibrio entre esos dos espacios dependía la vida o la muerte en una obra narrativa. También, que uno de los autores más realistas de nuestras letras (Eduardo Heras León) manifieste tan alta valoración sobre el uso literario de la imaginación en Despuésde la gaviotaes algo que no podemos pasar por alto: ello responde, en mi opinión, al reconocimiento de una de las grandes ausencias, de una especie de enorme agujero negro en las letras nacionales, que podemos llamar “el trauma de la inmediata realidad”.
Vapuleados por diversos factores extraliterarios (el triunfo de la Revolución de 1959 y su impacto en la conciencia social; las normativas sutiles o abiertas, indirectas o dirigidas, que establecían que el arte debía ser un reflejo del proceso social; el influjo maléfico de la corriente estética del realismo socialista y de las variantes tropicalizadas que intentaron aplicarse en la isla; la traslación al escenario intelectual y político cubano del debate internacional en torno al papel del intelectual ante la sociedad; y el fenómeno hoy conocido como “culpa del intelectual cubano”, que extendió el credo de que no habían tenido una real participación en el proceso liberador, por lo cual debían exorcizar tal culpa lanzándose de lleno al torrente de la Revolución, etc.) los escritores cubanos se vieron compulsados, casi masivamente, a reflejar sucesos de la inmediata realidad política y social en la cual desarrollaban sus vidas, dando lugar a una predominante tendencia realista en ese primer período (década del sesenta). No es de extrañar que surgieran así, y en ese entorno socio-político, ciertas etiquetas para aquellos autores que, apartándose del cauce realista, continuaron su labor creativa en otras tendencias y zonas temáticas: bajo esos criterios drásticamente parcelarios autores como José Lezama Lima, Virgilio Piñera, Antonio Benítez Rojo, Ezequiel Vieta, José Lorenzo Fuentes y Miguel Collazo, por citar algunos, en distintos momentos y con diferentes grados de ensañamiento, tuvieron que portar numerosas etiquetas discriminatorias, entre las cuales la de “evasivos” resultó la más benigna. Y a pesar de esas etiquetas, de las que hoy muchos agraviadores prefieren no acordarse en un acto de blanqueamiento, cínico e inconcebible, de nuestra historia literaria, siguen anclados en la categoría de clásicos todos los cuentos de Lezama y Piñera; Estatuassepultadas y El escudo de hojas secas, de Benítez Rojo; el mundo alucinado de Vieta que comienza en Libro de los epílogos y termina en su monumental novela Pailock[1]; Después de la gaviota, de José Lorenzo Fuentes, y la aportación de lo fantástico bajo el sello de Collazo.
Todavía en aquel 1988, cuando pude leer el clásico libro de cuentos de José Lorenzo Fuentes, se le consideraba un “raro”, etiqueta que parecía desconocer con toda intención las incursiones de este narrador en la corriente “realista epocal”, aún cuando sea cierto que las intrusiones de los aires “realistas” en El sol, ese enemigo (1962), El vendedor de días(1967) y Viento de enero, (también del 1967, premio Cirilo Villaverde de la UNEAC) se circunscribían a un espacio de mayor intimidad (la conciencia de los personajes, la bifurcación de la moralidad y la rebeldía ante mundos enfrentados, las persecuciones de quimeras del individuo) que el que surgía en otras creaciones literarias de tendencia realista en esos años.
José Lorenzo Fuentes, se ha dicho en varias ocasiones, es uno de los nombres imprescindibles para entender el desarrollo que tuvo dentro de la literatura latinoamericana la perspectiva ficcional que Gabriel García Márquez convirtiera en el llamado “realismo mágico”. No obstante lo anterior, no creo que la obra de Lorenzo Fuentes esté tan cercana a la del premio Nobel en esos aspectos, como también se ha dicho, debido a una diferencia esencial en esa perspectiva de afrontar el hecho creativo y en el resultado en sus obras, especialmente en Después de la gaviota.
Ante todo, la perspectiva:
García Márquez convierte la Historia (y nótese la mayúscula) en mito caracterizador de la latinidad. Las lecturas de toda la obra del premio Nobel colombiano (específicamente sus cuentos) apuntan a la conformación de un mito que desgrane las tipicidades de “lo americano” en materias tan distintas como la naturaleza y las costumbres humanas en estas latitudes y comunique con un espacio cerrado que opera con leyes bien distintas a las leyes de otras culturas: se configura un espacio autóctono cerrado y detenido en el tiempo, no hay traslación ni desarrollo y mucho menos intrusión del cambiante mundo externo en esas historias. Aunque parezca un disparate, muchos críticos entienden ya que los cuentos de García Márquez, por todo ello, no alcanzan la pervivencia temporal que, por ejemplo, más de treinta años después tienen los cuentos de Julio Cortázar. Hoy, quienes leen esos cuentos de García Márquez (e incluso parte de su novelística), saben que asisten a un acto de pura arqueología literaria (con todo lo hermoso que conlleva una búsqueda arqueológica de esa clase), cosa opuesta a lo que ocurre cuando leen los cuentos de Cortázar, que simplemente parecen haber sido escritos ayer, o haber ocurrido ayer en la misma ciudad que habitamos.
José Lorenzo Fuentes en Despuésdelagaviota logra trasponer ese muro con una perspectiva en sentido opuesto: busca los signos mínimos de la cotidianidad del ser humano y los convierte en mito, les da una vida literaria que en la realidad no tienen, y esa especificidad en su mirada de escritor hace que sus cuentos (que por ello quedan detenidos en un tiempo y un espacio míticos, mágicos) puedan leerse en estos momentos del siglo XXI, es decir, cuarenta años después de haber sido publicados, sin que hayan envejecido, como le ha sucedido a muchos libros, también excelentes, de otros destacados cuentistas, que es necesario leer ubicándolos en el tiempo en que fueron escritos para no sufrir desilusiones, o simplemente para no subvalorarlos.
El resultado de la perspectiva garciamarquiana ha sido muy comentado por numerosos críticos, a lo largo de estos años: la creación de una “novela total” y de “escenarios totales”, que facilitan el acceso a los códigos de un mundo que, hasta el momento en que estas obras fueron publicadas, se veía a través de un prisma folclorista esencialmente discriminatorio. Todavía hoy, lamentablemente, suele escucharse a ciertos catedráticos decir que “si Usted quiere conocer qué cosa es América Latina tiene que leer Cienañosdesoledad”, obviando que de ese modo perpetúan un estereotipo universal cada vez más endeble y desconociendo que la realidad ha sido bien distinta: apenas tres años después de la publicación de esa novela, América Latina no tenía nada que ver con la que se vivía cuando García Márquez acarició el primer ejemplar impreso de su obra más genial.
Por su parte, el resultado de la perspectiva adoptada por Lorenzo Fuentes en Después de la gaviota, sin embargo, es diametralmente opuesto: Al hurgar en las pequeñas miserias humanas (p.ej.: “¿Te das cuenta?”), en los pequeños sueños (“Tareas de salvamento”), en los más íntimos deseos del ser humano (“Después de la gaviota”), etc., conformándoles un espacio también autóctono donde el escenario gravita en torno a esas circunstancias cotidianas en apariencia intrascendentes, insignificantes, se establece un diálogo permanente con el tiempo, abierto, inclusivo, que podrá ser captado incluso en las más actuales connotaciones puesto que su mensaje va a recrear un modo de comportamiento humano dentro de ámbitos de la realidad escrita, que son usuales, comunes, en cualquiera de las culturas que hoy habitan este mundo globalizado y cosmopolita.
En sencillas palabras: García Márquez prioriza la visión de la Historia como mito sobre el individuo; en tanto José Lorenzo Fuentes pone su visión sobre el individuo como elemento mitificable de la Historia. García Márquez hurga en la gran Historia para construir una historia ficcionada que mostrará la quintaesencia del universo histórico real en el cual se basa su ámbito de ficción; en tanto José Lorenzo Fuentes bucea en las más pequeñas esencias de la especie humana para construir una (otra distinta) historia ficcionada donde el individuo se convierte en su propio ámbito de ficción. Ambos autores coinciden en la estructuración de un mito sobre el objeto de cada una de sus perspectivas y, además, en la elevación del tiempo a categoría de elemento ralentizador (todo está como suspendido, a la espera, en un ciclo que se sucede sin interrupción, enrareciendo la atmósfera en la cual se desenvuelven la trama y los personajes).
Otra zona distinguible en estos cuentos (y que se traslada a buena parte de la narrativa de José Lorenzo Fuentes) es el manejo de la imaginación como sujeto (y a un mismo tiempo, como fuente) del cuerpo anecdótico de sus cuentos, tendiente a un fatalismo cíclico, que no termina, a una especie de rito alucinante que gravita sobre todas las historias: en “Después de la gaviota”, el desbocado anhelo de la imaginería infantil convertida en trauma y prisión; en “Tareas de salvamento”, la confluencia perniciosa entre el espacio onírico y el espacio real como engranajes que mueven la individualidad de Raimundo hasta el punto de esclavizarla; en “¿Te das cuenta?”, las contiendas de la pasión y la superstición cotidiana como cáncer en la conciencia humana del infeliz Manirroto; en “La sombrilla de guinga”, la incertidumbre del coleccionista de sombrillas y el azar girando como culpas alrededor del vacío familiar; en “Ya sin color”, el salto y la permanencia en la muerte como escenario para exorcizar la ausencia; en “Señor García”, la enajenación del fracaso, los vicios, la recurrencia en la futilidad como recurso de supervivencia, aunque vana; “En la página siete”, la letanía del suicida desde el absurdo en un juego de roles intercambiables; y en “Patas de conejo”, la sincronía entre el cambio de posición en la vida y la búsqueda de las reales identidades que cada ser humano porta (en este caso, a través de la historia de matiz policial protagonizada por Artemio Paredes, el vendedor de patas de conejo).
Entiéndase así: la imaginación como ciclo, como mecanismo generador de situaciones que pasan por los distintos niveles del absurdo, como eje sobre el que gira una cansada rueca (ralentizada rueca según el tempo narrativo de las historias) que va tejiendo los sucesos que se narran. José Lorenzo Fuentes introduce, con esa mirada sobre lo fantástico, un ámbito escasamente cultivado hasta hoy en nuestra narrativa[2]: la absurda cotidianidad, en tanto es a partir de asuntos del más cotidiano accionar humano desde donde se inicia el punto de giro de cada cuento. Punto inicial y continuidad del ciclo a un mismo tiempo: ninguna de las tramas ficcionadas por José Lorenzo Fuentes en Despuésdelagaviotaalcanza un final delimitado, un justo tiempo de cierre, sino que continúan buscando esa eternidad que, tal vez, es lo que dota a este libro de su aplastante actualidad.
Hay en Después de la gaviota una uniformidad de estilo que lo hace distinguible: esa concepción del mundo literario, ese balance entre la realidad exterior (eso que algunos críticos llaman realidad real) y la realidad interior de la obra (llamada realidad ficcional). Hay, además, la marca individualizada de grandes personajes que (nos) trasmiten sus traumas y obsesiones, sus miedos y sus dudas, sus ingenuidades y sus perversiones, afectándonos porque nos hablan de asuntos que nos son muy conocidos, aún cuando son vistos desde la perspectiva del absurdo. Hay, hablando más pragmáticamente, cuatro piezas que se inscriben dentro del amplio listado de grandes cuentos de las letras cubanas de todos los tiempos: “Después de la gaviota”, “Tareas de salvamento”, “Señor García” y “Patas de conejo”.
Esa uniformidad de estilo, esa marca individualizada mediante la construcción de grandes personajes, esa ubicación de la perspectiva en la absurda cotidianidad, esa realidad imaginada como vuelta de tuerca sobre la realidad que bulle afuera del terreno de la ficción, son cauces imprescindibles para que José Lorenzo Fuentes rompa los límites del ámbito narrativo en el cual usualmente los escritores encerramos nuestras historias y ofrezca tal multiplicidad de lecturas (la majestuosidad narrativa según Soler Puig, el rico entramado de los ambientes según Heras León, la inquietud constante por la libertad, según Alberto Garrandés y la búsqueda ontológica hacia el interior del propio ser humano que es este narrador según la opinión de quien esto escribe). Fuertemente arraigado en el credo de que toda vibración del absurdo parte de la más cotidiana y natural realidad, el cuentista asume en estas páginas un cuestionamiento de todo lo humano, en circunstancias temporales definidas dentro de su propia vida (la Revolución, sus primeros años, pero como elementos figurativos, de escenografía o trasfondo), y en escenarios reales (algunas calles habaneras, la ciudad y pueblos de Santa Clara, etc.) que se difuminan y se diluyen confundiéndose con la niebla de mítica absurdidad que flota sobre personajes y situaciones. No hay frase más definitiva para el discurso filosófico que, como parte de la mirada inquisitiva del autor, recorre estos cuentos que aquella tan conocida: “Nada humano me es ajeno”. Y no es errado asegurar que Después de la gaviota es uno de los libros de cuentos más filosóficamente reflexivos de nuestras letras: baste sólo con analizar que el muestrario de preocupaciones sobre las cuales se lanzan esenciales preguntas en estos cuentos va desde temas universales como la muerte, el amor, los sueños, los deseos y la locura hasta los modos del habla y los tics de convivencia de esa “variante” de la especie humana que somos los cubanos.
II ó el fin
Salvador Redonet, en camiseta, me miró desde la vieja silla en la sala de su casa. A sus espaldas, un falso afiche de un torero famoso llamado “casualmente” Redonet me hizo disfrutar, otra vez, de esa sensación de respeto y afabilidad que muchas veces se posesionó del espacio que compartimos “el negro” y yo, en esa ocasión, mientras planificábamos una de sus tantas antologías: “Quiero ponerle algo así como Las tres C “, me dijo, y explicó: “Cuentos Cortos Cubanos”.
Él se estaba ocupando ya de los autores considerados clásicos y a mí me había dejado la tarea que, en otros tiempos, él mismo hubiera realizado sin pedir ayuda: buscar en los más nuevos escritores buenos cuentos de no más de dos cuartillas.
Estaba enfermo. Y lo peor, se sentía enfermo, aunque me recibió con esa inseparable sonrisa suya donde se mezclaba la ingenuidad y la picardía. Como siempre hacíamos, también esa tarde, más calurosa que de costumbre en La Habana, intercambiamos criterios sobre los autores seleccionados. Le molestaba mucho que los grandes cuentistas cubanos tuvieran muy pocos cuentos cortos de donde escoger.
--Esos cabrones ... – se quejaba, aunque siempre sonriendo. Y entre esos grandes estaba José Lorenzo Fuentes, después de Piñera y Cabrera Infante (a quien había puesto en lista aún sabiendo que no podría incluirlo, y lo decía en tono de queja también, por la negativa expresa de Guillermo de no ser publicado en Cuba hasta la caída de Fidel Castro).
-- De José Lorenzo mi preferido es “Señor García”–dijo el Redo esa vez--. Y después “Patas de conejo”... Pero son muy largos. Por suerte ahí está “La sombrilla de guinga”, una verdadera joyita.
Eso recuerdo: el viejo Soler, Heras León, Redonet, mis tres maestros de aquellos primeros años hablándome desde tiempos distintos; imágenes que me aturdieron cuando, atravesando el mar real que separa a Berlín de Miami y navegando en el mar confuso de la internet, me llegó la solicitud de la editorial Iduna de que escribiera el prólogo a Despuésdelagaviota. Un miedo horrendo me hizo titubear: ¿estaría José Lorenzo Fuentes de acuerdo?, me gritaba ese miedo. Y cuando supe que el maestro estaba encantado con la idea de que yo escribiera este prólogo hice lo que ahora se lee. Este es, por eso, sólo un acercamiento desde el Hoy que habitamos a un libro que nos contempla desde una de las tantas esquinas que tiene ese Hoy. Su cubanía permanece inalterable, su latinoamericanidad es indiscutible, su majestuosidad (para decirlo al modo del viejo Soler Puig) es apasionante. Y ante libros que conserven vivos, como todo lo clásico, esos legados, el único gesto posible es la reverencia.
Berlín, febrero de 2008
[1] Me refiero a la edición final publicada en 1992, que se alzó con el Premio de la Crítica entre las diez mejores obras publicadas ese año, puesto que la primera parte de ese libro estaba escrito y publicado en 1966.
[2] Esta asunción de lo fantástico desde lo cotidiano como punto focal para la conformación del cuento sólo ha sido alcanzada con destacada altura literaria, en los últimos años, por los libros Casas del Vedado (1983), de María Elena Llana y Las llamas en el cielo (1981), de Félix Luis Viera; la primera inscribiendo, según Alberto Garrandés el “gótico profundo” como estilo personal, entretanto el segundo se mantiene considerado una “rara avis” en la cuentística nacional”.
AMIR VALLE (Cuba, 1967). Escritor, ensayista, crítico Literario y periodista. Ha obtenido importantes premios literarios en la Isla y en países como Colombia, República Dominicana, Alemania y España en los géneros de ensayo, cuento y novela. Ha publicado más de una veintena de títulos de cuento, novela, ensayo y testimonio. Saltó al reconocimiento internacional por el éxito en España de su serie de novela negraEl descenso a los infiernos, sobre la vida actual en Centro Habana, integrada por Las puertas de la noche (España, 2001; Puerto Rico, 2002 y Alemania, 2005), Si Cristo te desnuda (Cuba, 2001; España, 2002 y Alemania, 2006),Entre el miedo y las sombras(España, 2003 y Alemania, 2007),Santuario de sombras(España, 2006 y Alemania, 2008) yLargas noches con Flavia(España, 2008). Su novela Las palabras y los muertos obtuvo el Premio Internacional de Novela Mario Vargas Llosa 2006. Su libro Jineteras obtuvo el Premio Internacional Rodolfo Walsh 2007, a la mejor obra de no ficción publicada en lengua española durante el 2006. Santuariode sombrasse alzó con el premio NOVELPOL de los lectores españoles a la mejor novela negra publicada en el 2006 en España y en el 2008 obtuvo el Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona, de España, con su obraLargas noches con Flavia. Su obra narrativa ha sido elogiada, entre otros, por escritores como Augusto Roa Bastos, Manuel Vázquez Montalbán y Mario Vargas Llosa. Acaba de publicar una historia novelada sobre la capital cubana:La Habana. Puerta de las Américas(alMED Ediciones, España, 2009).
A pesar de que la literatura cubana se encuentra representada en la exclusiva lista del PremioCervantes (Carpentier, Loynaz, Cabrera Infante), no tenía aún ningún representante en el PremioSofía hasta ayer 28 de abril del 2011, en que FinaGarcía-Marruz (La Habana,1923) recibiera esta distinción, ubicándose como la tercera mujer en recibirlo, tras la portuguesa Sophia de Mello Breyner (2003) y la peruana Blanca Varela (2007), y junto a nombres como los chilenos Gonzalo Rojas (1992), Nicanor Parra (2001), y el uruguayo Mario Benedetti (1999).
En un comentario publicado hoy por el periódico El Mercurio, se informa que García-Marruz se impuso a 56 candidatos y se alzó con el galardón, cuyo fallo fue divulgado en el Palacio Real de Madrid. "Recibir este premio, en primer lugar, ha sido una sorpresa muy grande, no me lo esperaba, naturalmente", dijo García-Marruz en declaraciones a la televisión estatal de la Isla. "Además ha sido una emoción muy grande, pues ese premio es también un homenaje a Orígenes", dijo en alusión al grupo de poetas de la revista Orígenes (1944-1956), de la cual fue fundadora junto con su esposo Cintio Vitier (1921-2009).
El premio tiene como objetivo reconocer el conjunto de la obra literaria de un autor vivo, que por sus valores constituye un aporte al patrimonio cultural de Iberoamérica y España. La poeta y ensayista cubana se convierte así en la vigésima autora en inscribir su nombre en esta lista. La producción de García Marruz, atravesada por una gran espiritualidad, ha mostrado un compromiso a la poesía de filiación cristiana y en la misma sobresalen los poemarios siguientes: Poemas, 1942; Transfiguración de Jesús en el Monte, 1947; Las miradas perdidas, 1951; Visitaciones, 1970; Viaje aNicaragua, 1987; Poesías escogidas, 1984; Créditos de Charlot, 1990 (Premio de la Crítica 1991); Los Rembrandt de l'Hermitage, 1992; Viejas melodías, Caracas, 1993; Nociones elementales y algunas elegías, Caracas, 1994; Habana del centro, 1997; Antología poética, 1997; Poesía escogida, Editorial Norma S.A., Bogotá, 1999. A pesar de que su último libro editado fue en 1999, la poeta se ha mantenido escribiendo, contando así tanto con títulos inédos itos escritos en el pasado como con libros escritos recientemente, ambos aun inéditos por circunstancias históricas.
No menos importante resulta el trabajo de Fina García-Marruz en el ensayo, donde destacan magistrales estudios como Poesías de Juana Borrero, 1967, 1977; Los versos de Martí, 1968; Bécquer o la leve bruma, 1971; Hablar de la poesía, 1986 (Premio de la Crítica 1987); La literatura en el Papel Periódico de la Habana, con Cintio Vitier y Roberto Friol, 1991; La familia de Orígenes, 1997 y Temas martianos en sus tres volúmenes.
Graduada en Ciencias Sociales, trabajó desde 1962 como investigadora literaria en la BibliotecaNacionalJoséMartí e integró desde su fundación en 1977 hasta 1987 el equipo de investigadores del Centro de Estudios Martianos. En éste, fue parte y arte del equipo realizador de la edición crítica de las Obras completas de José Martí.
FINA GARCÍA MARRUZ: MUESTRA POÉTICA
CINE MUDO
No es que le falte
el sonido,
es que tiene
el silencio.
AMA LA SUPERFICIE CASTA Y TRISTE
Sé el que eres. Píndaro
Ama la superficie casta y triste.
Lo profundo es lo que se manifiesta.
La playa lila, el traje aquel, la fiesta
pobre y dichosa de lo que ahora existe.
Sé el que eres, que es ser el que tú eras,
al ayer, no al mañana, el tiempo insiste,
sé sabiendo que cuando nada seas
de ti se ha de quedar lo que quisiste.
No mira Dios al que tú sabes que eres
-la luz es ilusión, también locura-
sino la imagen tuya que prefieres,
que lo que amas torna valedera,
y puesto que es así, sólo procura
que tu máscara sea verdadera.
Y SIN EMBARGO SÉ QUE SON TINIEBLAS
Y sin embargo sé que son tinieblas
las luces del hogar a que me aferro,
me agarro a una mampara, a un hondo hierro
y sin embargo sé que son tinieblas.
Porque he visto una playa que no olvido,
la mano de mi madre, el interior de un coche,
comprendo los sentidos de la noche,
porque he visto una playa que no olvido.
Cuando de pronto el mundo da ese acento
distinto, cobra una intimidad exterior que sorprendo,
se oculta sin callar, sin hablar se revela,
comprendo que es el corazón extinto
de esos días manchados de temblor venidero
la razón de mi paso por la tierra.
AY, CUBA, CUBA...
Ay Cuba, Cuba, esa musiquita ahora, de las entrañas, que conozco como un secreto que fuera mío y no tuyo, tú que eres porque no te has conocido nunca, óyeme, no te vayas detrás de esos extraños como una provinciana ilusionada por un actor de paso que la deslumbra con trajes gastados de teatro, acuérdate de la portada azul con lomerío atrás lejano, acuérdate del "mecido" como de cuna sobre la hoja, y el "va y ven" que entra y sale como un mar del olor del jazmín de noche, acuérdate de tu pulcro vestidito "de tarde": no te vayas detrás de esos extraños, que cuando abras los ojos ya te habrán secado el alma y demudado el rostro que yo amaba. Erguida, modesta, valiente ay!, no serás nunca madre nuestra sino hija, Cuba, Cuba, loca mía, desvarío suave? Ay!, pudiera yo protegerte cantándote tus propios sones de conocimiento "color de arcano", pudiera protegerte con tu propia rapidez tu honda lentitud! Pudiera decirte: no subas aesa alta montaña que tiene al pie todos los bienes de la tierra rebrillando aciagos, tú que nada supiste poseer, secreta y sola como alta palma, flor de desierto. Pudiera proteger los sones que me acunaron y que ahora oigo como si faltara ya poco tiempo para que fueras a morir. Escapa, escapa, pelota, pez, colibrí, escapa, a todas las posesiones, a todas las certezas, a todas las negaciones, a todas las dudas, escapa, cefirillo, de la nube negra al hondo azul. Azul es tu prestancia y lo azul tu secreto. Escapa, como mirada de preso, al aire y al espacio tuyos! 0 salta, enloquece, búrlate, "mi bien", son suave, piérdete, acomete, abeja, miel, sinsonte, jilguerillo, a la sabana moteada, carmín, al "verdeclaro". Que no te toquen, cuerpo glorioso, patria. Porque siempre fuiste "edén" de las primeras miradas que te vieron, "edén" de la trova humilde, principio y fin, paraíso: nada sino esto agarraste, nadasino esto entendiste, lejanía, nada sino que no era esto sino otra cosa que no podías entender bien. Ensoñación modesta, no te toquen. Yo sé que te vas y vuelves, vaivén! Que te meces y me meces, cadencia! Que te vas "lejos, pero no muy lejos", aquí en el allí. Yo sé que tus palmas no rindieron homenaje al Hijo sino a su Huida! Por eso te pido ahora: reconoce! Regresa, Ave, con la Salutación!
VISITACIONES
1
Cuando el tiempo ya es ido, uno retorna
como a la casa de la infancia, a algunos
días, rostros, sucesos que supieron
recorrer el camino de nuestro corazón.
Vuelven de nuevo los cansados pasos
cada vez más sencillos y más lentos,
al mismo día, el mismo amigo, el mismo
viejo sol. Y queremos contar la maravilla
ciega para los otros, a nuestros ojos clara,
en donde la memoria ha detenido
como un pintor, un gesto de la mano, una sonrisa, un modo breve de saludar.
Pues poco a poco el mundo se vuelve impenetrable,
los ojos no comprenden, la mano ya no toca
el alimento innombrable, lo real.
2
Uno vuelve a subir las escaleras
de su casa perdida (ya no llevan
a ningún sitio), alguien nos llama
con una voz querida, familiar.
Pero ya no hace falta contestarle.
La voz sola nos llama, suficiente,
cual si nada pudiera hacerle daño,
en el pasillo inmenso. Una lluvia
que no puede mojarnos, no se cansa
de rodear un día preferido. Uno toca la puerta de la casa
que le fue deparada a nuestras manos
mortales, como un tímido consuelo.
3
El que solía visitarnos, el que era
de todos más amado, suave vuelve
a la sala sencilla, cada día
más real y más leve, ya de humo.
¿Cuándo tocó la puerta? No podemos
recordarlo. Estaba allí, estaba!
Y no se irá jamás ni puede irse.
No nos trae la memoria las palabras
del adiós. Sólo podrá volverse
por la puerta de un ruido, de un llamado
de ese mundo que borra, ignora y vence.
4
¿Qué caprichosa y exquisita mano
trazó, eligió ese gesto perdurable,
lo sacó de su nada, como un dios,
para alumbrar por siempre otra alegría?
¿Participabas tú del dar eterno
que dejaste la mano humilde llena
del tesoro? En su feliz descuido
adolescente ¿derramaste el óleo?
¿Qué misterio fue el tuyo, instante puro,
silencioso elegido de los días?
Pues ellos van tornándose borrosos
y tú te quedas como estrella fija
con potencia mayor de eternidad.
5
Y cuando el tiempo torna impuro un rostro,
una vida que amamos en su hora
cierta de dar, por siempre más reales
que su verdad presente, lo veremos
cuando lo rodeaba aquella lumbre,
cuando el tiempo era apenas un fragmento
de un cuerpo más espléndido, invisible.
Todo hombre es el guardián de algo perdido.
Algo que sólo él sabe, sólo ha visto.
Y ese enterrado mundo, ese misterio
de nuestra juventud, lo defendemos
como una fantástica esperanza.
6
Y lo real es lo que aún no ha sido!
Toda apariencia es una misteriosa
aparición. En la rama de otoño
no acaba el fruto sino en la velada
promesa de ser siempre que su intacta
forma ofreció un momento a nuestra dicha.
Pues toda plenitud es la promesa
espléndida de la muerte, y la visitación
del ángel en el rostro del más joven
que todos sabíamosque se iría antes
pues escogía el Deseo su sonrisa nocturna.
7
A aquel vago delirio de la sala
traías el portal azul del pueblo
de tu niñez, en tu silencio abríase
una lejana cena misteriosa.
Cayó el espeso velo de los ojos
y al que aguardó toda la noche abrimos. Partía el pan con un manto de nieve.
Con las espaldas del pastor huiste,
cuando volviste el rostro era la noche,
todo había cambiado y sin embargo
en la granja dormían tranquilas las ovejas.
8
¿No sentías que ardía tu corazón
cuando nos hablaba de las Escrituras? (Los peregrinos de Enmaús)
Huésped me fue palabra misteriosa.
Huésped es el que viene de muy lejos,
de algún pueblo que nunca habremos visto.
Huésped es el que viene por la noche,
toca la aldaba de la puerta y todo
el umbral resplandece como nieve.
Huésped es quien se sienta a nuestra mesa
sólo por una noche, y no se acierta
sino ya a oír lo que su boca dijo. Huésped es el que alegra con su rostro,
y alumbra con sus manos nuestro pan,
y no logramos recordar su nombre.
Huésped es el que ha de partir, al alba.
9
There is a wind where the rose was.
Walter de la Mere
Oh vosotras, lámparas del otoño,
más fragante que todos los estíos!
¿Por qué ha de ser aquel que devenimos
con el tiempo, más real, menos efímero,
que aquel que fuimos a tus luces pálidas?
¿Por qué el polvo desierto, la agonía
junto a las armas bellas, quedan sólo
del resplandor de la victoria? Lejano
es todo vencimiento. En otro espacio
sucede, más allá del moribundo
rostro que hunde la gloria y deja ciego
junto al viento que lleva las banderas
espléndidas que huyen. Fiera es toda victoria.
10
Amigo, el que yo más amaba,
venid a la luz del alba.
Cómo ha cambiado el tiempo aquella fija
mirada inteligente que una extraña
ternura, como un sol, desdibujaba!
La música de lo posible rodeaba tu rostro,
como un ladrón el tiempo llevó sólo el despojo,
en nuestra fiel ternura te cumplías
como en lo ardido el fuego, y no en la lívida ceniza, acaba. Y donde ven los otros
la arruga del escarnio, te tocamos
el traje adolescente, casi nieve
infantil a la mano, pues que sólo
nuestro fue el privilegio de mirarte
con el rostro de tu resurrección.
11
Since I have walk'd with you through shady lanes...
Keats
¿Quién no conoce ese sendero en sombras,
ese continuo hablar, interrumpiéndose
el uno al otro amigo, en el gozoso
diálogo hasta la puerta de la casa,
servida ya la cena? ¿Quién no escucha
las nocturnas pisadas en la acera
tornarse más opacas al cruzar por la yerba
que nos trae al amigo, al bien llegado?
¿A quién, ya tarde, no le cuesta mucho
despedirse y murmura generosos deseos,
inexplicables dichas, bajo los fríos astros?
12
...qui laetificat juventutem meam...
Sólo vosotras, bestias, claros árboles,
podéis seguir! Mas, eterno es el hombre.
Salvaje privilegio de la muerte,
heredad sólo nuestra, mientras derrama el astro
su luz sobreviviente sobre ese rostro altivo
de ser fugaz, junto a los ciclos fijos,
y ese verdor, eterno! Se fue yendo
la gloria de los rostros más amados,
y tornamos, como ola ciega, al tiempo del cuerpo incorruptible que esperaste
y no pudimos retener, llorando
en la perdida lámpara, las voces,
lo que encuentro creímos y es partida.
Oh lo real, el mundo en el misterio
de nuestra juventud, que nos aguarda!
Nos ha sido prometida su alegría.
Nos ha sido prometido su retorno. Eres lo que retorna, oh siempre lo supimos.
Pero no como ahora, amigo mío.
SI MIS POEMAS
Si mis poemas todos se perdiesen
la pequeña verdad que en ellos brilla
permanecería igual en alguna piedra gris
junto al agua, o en una verde yerba.
Si los poemas todos se perdiesen
el fuego seguiría nombrándolos sin fin
limpios de toda escoria, y la eterna poesía
volvería bramando, otra vez, con las albas.
NO, NO, MEMORIA...
No, no, memoria del pasado día
vengas sobre este sol y césped santo.
No vuelva yo a invocar refugio tanto
de lo que así se crece en despedida.
Quédeme tu intemperie y mi porfía
de caer, de volver de nuevo a alzarme,
no la raída pasamanería
que alza mi polvo y que tu luz deshace.
No me hartes de mí que hartazgo tanto
nosoporta mi poca luz vencida.
Mas mi ayer fue tu hoy: no halle quebranto.
Volver a lo pasado no es mi ruego...
¿Pero y aquel aroma de la vida?
Retenga su promesa, no su fuego.
A LOS HÉROES DE LA RESISTENCIA
(En el llano, en las ciudades:
a todos los que fueron mártires.)
Dios mío, tú no les darás a los que padecieron atrozmente
por la justicia, a los enterrados vivos,
a los que les sacaron los ojos o les arrancaron
los testículos, a los amenazados
en lo más vulnerable, la mujer o los hijos,
tú no les darás la gloria efímera de un nombre
que se repite vagamente en las conmemoraciones patrias,
un día que sirve para que vayan a las playas
o el estudiante se reúna con su novia,
tú no pondrás su retrato a la puerta del taller
o le pondrás su nombre a alguna escuela,
tú no les darás esospremios hermosos,
pero sin duda definitivamente insuficientes,
un estandarte glorioso que mueve a las muchedumbres
a los nuevos heroísmos necesarios, pues esto, con ser tanto, todavía es tan poco
para la irreprimible exigencia del corazón,
y todavía sería quedar en deuda con ellos,
pues la justicia de amor ha de ser otra,
la que desea la esposa para el esposo,
el amigo para el amigo, el hermano para la hermana,
la madre para el hijo,
tú le darás lo único capaz de saciar la exigencia más alta
y nada menor que esto,
llegará la hora de la infinita dulzura no correspondida,
del amor mil veces defraudado,
lo que espera vagamente en el rostro de toda adolescente,
la hora del encendido amor, la hora
de la que dijo el poeta: los mutilados de las guerras
que volverán sanos a sus hogares, será el consuelo profundo, el que sorprende revelando
hasta qué punto no habíamos sido antes consolados,
la hora que llene el vacío del satisfecho y el vacío
del insatisfecho, la hora de la dicha
que siempre esperó el corazón,
porque en el momento de la agonía
no pudo ser consuelo suficiente saber que no sería en vano,
ni todas esas frases del ejemplo que no muere
y de que el héroe no ha muerto,
porque el héroe se muere y se muere siempre solo porque tuvo que haber un instante de absoluta soledad,
agonía del cuerpo y agonía del espíritu,
un instante al cual nada tenían que ofrecer
la historia ni los partidos,
instante sacro del por qué me has abandonado,
pero ese instante, Dios mío, tú no lo olvidarás,
el Amor no puede olvidar al amor,
el Amado a la amada, tú uno a uno guardaste sus pasos, no esconderás su rostro,
tú lo harás reclinar junto a tu pecho el día del regreso,
a la muerte de los héroes
tú no la conmemorarás con un día de duelo
sino con la eternidad de la alegría,
no les darás la bienaventuranza que ofreciste a los puros
y es que ellos verían a Dios en su pureza,
ni la de los pacíficos, a quienes prometiste
que ellos poseerían la tierra, ni la de los que lloran de los que dijiste
que ellos serían consolados,
sino la más alta bienaventuranza, la última,
la promesa: pero bienaventurados
los que padecieron por la justicia
porque de ellos es el reino de los cielos.
SOBRE FINA GARCÍA MARRUZ
Eliseo Diego: Una frontera muy sutil separa la literatura de ese otro orden del espíritu donde, sin enterarse mucho de sí mismos, el arte y el ser se confunden. Por él se ha movido siempre Fina García Marruz . . . . En este libro [Visitaciones], escrito en el idioma que FinaGarcíaMarruz pide para sí –«quiero escribir con el silencio vivo»–, se encuentran algunos de los poemas de más apasionada belleza que se hayan compuesto en lengua española desde que asomó el mil novecientos.
Jose María Valverde (Carta, 9 de enero 1971)
Sra. Dª Fina García Marruz
La Habana
Querida Fina:
Estoy deslumbrado y maravillado con estas Visitaciones. Desde los Diez poetas cubanos ya tenía presente su voz, aún mejor en alguna otra colección y poesía suelta que luego me fue llegando, pero esto es la inundación de la riqueza. Y la misma abundancia variada ilumina la calidad de cada uno de los poemas por separado. En la segunda lectura, por manía innata o por leer mejor, me puse a marcar el puñado de los poemas predilectos, pero cuando los conté, eran sesenta y tantos.
Sería absurdo que le enviara juicios «literarios» aunque fueran sinceros: quizás, incluso, esté fuera de lugar que le diga que su voz se me ha puesto ahora entre las tres o cuatro que me importan de veras en nuestra lengua--y ya sabe quién es otra de ellas. Sencillamente, es una gran poesía que me alumbra y me emociona, una poesía «querida» y fraternal, pero a la vez sutilmente renovadora, inesperada, inventiva... Uno de sus encantos es la vacilación «deslavazada», en la rima que no llega a rimar del todo o el verso al que se le van los pies: así se mantiene esa pureza de intimidad tan femenina y no-profesional, tan a lo Teresa de Ávila.
Pero Ávila, por ejemplo, qué maravilla los poemas de España--sólo que no somos dignos de que se llame español a nuestra habla peninsular, sobre todo para que lo diga alguien de Cuba, donde nuestra lengua está conquistando una nueva dignidad, con el heroico trabajo de ustedes, nuestros rescatadores históricos.
Claro, ya sabe en qué pienso: su inmenso poema al Che –aunque tal vez no sea el «mejor»--es el que más me ha estremecido y agitado, el que me habría convertido, si no estuviera ya más que convertido--y el toque final de persuasión, si quedaran dudas, me lo pondrían voces como la de usted y la de Cintio en sus «testimonios» finales–. Es providencial que sea su voz delicada, pura y cristiana, la que haga el canto más profundo de exaltación a ese sacrificado por el pueblo, y por consiguiente, «bendito del Padre», aunque él no se lo imaginara. Al reunir este poema con poemas tan escalofriantemente íntimos como «Ya yo también estoy entre los otros» tengo la medida de toda la anchura y la profundidad de su mundo y de su obra.
Cada vez que vuelvo al libro y repaso el poema, lo disfruto más. No es una poesía que se «valora» y se admira, dejándola luego en la estantería de la cultura; es una compañía que crece y crecerá. Le he dado ya varias vueltas a todo el libro, y me parece que todavía no lo he leído; tanto es lo que me da cada nueva «cala». Lo mejor será poder llegar a leer los poemas uno por uno, no seguidos, como ahora, todavía con la impaciencia de la exploración. Entonces parecerán nuevos, otra vez.
En realidad, apenas he hecho más que empezar a leer Visitaciones. Con tan pocos días--me llegó el libro para acabar bien el año--todavía no he pasado de los primeros gritos de asombro. Pero me urgía decirle enseguida mi agradecimiento, y ya seguiremos hablando más despacio, interminablemente...
Amor, poema de Cintio Vitier (Vísperas, 1953), interpretado por José María Vitier, Gema Corredera y Rosa Rabinovish.
"Solo el amor" poema de Fina García Marruz Interpretación de Martirio
Las naciones han de pensar sobre sí mismas. Los encargados de hacerlo son los hombres de pensamiento. La reflexión ha de volverse sobre (o en contra) de ellos mismos. Repetidamente y en todas las épocas el creador y el filósofo tienen esta misión que no alude a ningún tipo de compromiso específico. El compromiso del pensamiento y del arte no puede quedarse allí donde un sistema político (cualquiera que éste sea) imponga sus estructuras de poder. Necesitados entonces de la reflexión mesurada y profunda tanto como de la crítica que señale los errores del único camino hecho al andar. Necesitados de estrategias que conspiren a transformar rencor y odio en conocimiento y amor. Necesitados como estamos de unir los fragmentos de una cultura dispersa en dispersas capitales, preferí el género de la entrevista y en La Habana, donde comenzó todo esto, traté de indagar con varios amigos escritores de generaciones anteriores y de la mía propia. Así entonces conversé con Lina de Feria. Dos motivaciones me llevaban a ella. La primera, la fuerza y calidad indiscutible de su obra. La segunda, su propia vida de contingencias y obstáculos en las que se unen, por un lado, la activa participación de ésta en el proceso cultural revolucionario y, por otro, en los años posteriores, su sufrimiento individual que va desde su intento de suicidio hasta su permanencia en la cárcel y de ahí, al proceso de aniquilamiento y salvación por el que pasara en el hospital siquiátrico. Aquí esa fuerza misteriosa de la poesía y del creador que parecen resucitar siempre como el Ave Fénix, en contra de toda esperanza y diagnósticos profetizando la muerte del intelecto. La poeta cubana Lina de Feria vive y crea desde un apartamento en la calle Línea, centro del Vedado de los cubanos que con sólo caminar unas cuadras hallan el mar. El mar de Valery donde resucita también lo humano en estos años. El mar que restalla contra las rocas y dice otro verso antiguo para que sea nuevo y Lina de Feria escriba El ojo milenario, último libro de acumulada experiencia, de asombrosa comunicación; me atrevería a decir, a pesar de este tiempo duro y seco que nos ha tocado en suerte, que es libro de asombrosa salvación, justamente por no ser un libro angélico , sino de alerta y pies sobre la tierra. Esta es la función de la literatura y el arte en la que sigo creyendo, casi rabiosamente. Esta la razón de presentar a Lina de Feria en sus testimonios donde podemos - puedo incluso - encontrar desacuerdos, pero nunca negación a la autenticidad. Demos paso pues a sus palabras
Y me hacía convencer
a los perros de volver a sus lobos
para que no se domesticaran de nuevo
históricamente de esa forma tan indecente
asi me licenciaron
y aún puedo hablar bien de mi experiencia
y qué otra cosa podría hacer
si no hay agresiones reales ni maniobras
de sicarios andinos o sudamericanos
sino un sentido de estoicismo fuera de lugar
en el anverso de una carrera heroica?
“La mano cava” de El ojo milenario
El camino fue arduo, difícil, con trasfondos, por qué no decirlo, de trampas políticas y hacia finales de 69-70, verdaderamente desesperado.
R.M : Introduzcamos lo que Lina de Feria puede recoger como ganancia de su dirección en el Caimán Barbudo.
L.F: La riqueza fundamental de haber estado al frente de esta dirección entre 1967 y 1970, fue la de estar inmersa en los dilemas por los que atravesó nuestra cultura en ese período. Fui testigo actuante de una época que mostraba excelentes aspectos que provenían de esplendores conseguidos en los primeros años de la Revolución y, por otro lado, de políticas estrechas que se aplicaron por personas ineptas y que redundaron en situaciones desastrosas, cuyas secuelas resultaron largas y costosas.
R.M: Amén de seguir la política trazada por los órganos culturales. ¿Cumpliste alguna meta, sueño, aspiración, con esta posibilidad de publicación en tus manos?
L.F: Todo el que ha dirigido un órgano literario sabe de qué forma apasiona el proceso de crearlo y facturarlo. Los “sueños” del escritor en relación a la confección de cada número tienen que estar en estrecha vinculación con un profundo sentimiento de apertura expresiva que no necesariamente es reflejo de una incoherencia ideológica; pero sí de un rechazo a las fórmulas estrechamente orientadas y determinadas. Mi experiencia dentro del Caimán fue la de desarrollar una labor cuyo camino sufrió el peso de haber querido conciliar los presupuestos estéticos a que respondía mi formación literaria a los 22 años--recién vinculada con el grupo de las ediciones El Puente--con el hecho de que el Caimán era un suplemento literario del periódico de la juventud y, por tanto, siempre sus directores “formales” fueron cuadros profesionales de la Unión de Jóvenes Comunistas y no figuras de relieve intelectual.
Tratamos de evitar los juicios de selección pendientes de modas transitorias
R.M: ¿Posición de Lina de Feria?
L.F: Esa fue la etapa en que asumí y sólo con el ejercicio directo de la práctica profesional llegaría a conocer las derivaciones de semejante concepción. La prioridad era política siempre y cualquier cosa podía ser considerada como diversionismo ideológico o desviacionismo. Con ese signo, la batalla de todos y cada uno de los números del Caimán convergió en la instauración del binomio Luis Pavón (personaje funesto en el caso Padilla) y Armando Quesada (elemento desintegrador del teatro cubano), en el C.N.C, con la política de parametraje de la cual fui también víctima en el año 1970, cada número era, realmente, una proeza.
R.M : ¿Cómo se manifestaron los antagonismos?
L.F: Una proeza por las limitaciones a que sometía la dirección de la publicación a la estructura temática y a los diseños presentados por la redacción. Los puntos culminantes de estos antagonismos estuvieron en la negativa a que salieran números preparados con dibujos originales de la línea erótica de Servando Cabrera Moreno, así como en la oposición a que se publicaran unos poemas infantiles inéditos que me había entregado para ese número nada menos que Mirta Aguirre .
R.M : Precisamente este número fue incinerado. ¿Cuáles fueron los argumentos?
L.F: Inadmisibles todos. Me separaron del cargo, me sancionaron y utilizaron; en última instancia, el argumento formal era que se había incluído en un artículo sobre poesía cubana al poeta Gastón Baquero sin especificar en una nota a pie de página que era “traidor a la Revolución”. Me convertí en una parametrada más. Volviendo al Caimán, hubo números que en un principio lograron organicidad y nivel trascendente, como el dedicado a la sociología, o al movimiento expresionista, con dibujos de Antonia Eiriz, o a la poesía latinoamericana, con dibujos de Posada, pero el camino fue arduo, difícil, con trasfondos, por qué no decirlo, de trampas políticas y hacia finales de 69-70, verdaderamente desesperado.
Se luchaba por el poder y los métodos para conseguirlo eran bien diversos
R.M : ¿Concepción estética del Caimán?
L.F: Partía de un principio aperturista,uniendo lo que considerábamos más actual en el mundo literario y cultural no sólo latinoamericano, sino mundial, con búsquedas específicas en cuanto a diseño e ilustración. Tratamos de evitar los juicios de selección pendientes de modas transitorias, pero el hecho de haber asumido el Caimán en un llamada segunda etapa 67-70, hizo que se crearan tendencias o grupos específicos a favor o en contra de la publicación.
R.M : ¿Se refiere a la polémica entre antipoetas y líricos?
L.F: Exactamente. Ya había estado comprometida, por lo menos a nivel de relaciones de amistad, con un debate anterior entre Jesús Díaz y Ana María Simo en relación con el papel de las ediciones El Puente. Es bueno señalar que al cerrarse éstas, una antología de poesía novísima en la que iban a salir publicados poemas de muchos de los que se abrogaron el papel de perseguidores después, fue recogida antes de su publicación. Así se abría paso a temas que aparecieron bajo el nombre de “conflictos generacionales” y que en realidad trataban asuntos más serios y profundos.
R.M: ¿ Cuál era el verdadero trasfondo de esta polémica?
L.F: Se luchaba por el poder y los métodos para conseguirlo eran bien diversos. Eran actitudes que se tocaban frente a derroteros equivocados para la cultura cubana. Por eso no es de extrañar aquella idea de la sospecha sobre todo del que no sufrió embates en este período oscuro. Defender a los mejores exponentes de la cultura, significaba estar al lado de los que debían ser marginados.
R.M: ¿Cuál sería entonces el saldo positivo del Caimán en esos años?
L.F: La preocupación por arriba de los cinturones de castidad existentes, por informar sobre lo que se producía en, lo literario , nacional e internacionalmente (el boom de la novela latinoamericana, el cinema novo, la nueva novela francesa, etc), así como promover una crítica seria que iba desde trabajos de Manual Díaz Martínez, Roque Dalton, hasta los de Cintio Vitier y Fina García Marruz.
Fui condenada a cuatro años de prisión, de los que cumplí
tres bajo el cargo de afectación de extraterritorialidad.
R.M: Has dicho anteriormente que tu vida dió un drástico viraje. ¿En qué consistió?
L.F: Del 70-80 no pude publicar un poema en Cuba, aunque sí eran seleccionados para antologías extranjeras como las de Edmundo Aray, en Venezuela o la de Margaret Randall en Estados Unidos. Ese misterio del estigma que no se puede concretar te persigue y determinó en mí un aislamiento sicológico real y, de ahí, a un estado depresivo permanente. Acicateada por las circunstancias fue un sólo paso lo que condujo, entre otras, a mi intento de suicidio en 1980, frente a una embajada extranjera. Los detalles no son necesarios. Las interpretaciones, bien terribles. Fui condenada a cuatro años de prisión, de los que cumplí tres bajo el cargo de afectación de extraterritorialidad. La reinserción en el mundo de las ediciones nacionales fue difícil y agotador.
R.M: ¿Cómo se desarrollaron los hechos posteriores?
L.F: El fenómeno no era estrictamente singular. Esa política abarcó amplias esferas aunque, fundamentalmente, afectó al teatro. Luego de permitírseme trabajar durante dos años, me ubicaron en Radio Enciclopedia, en la redacción de notas, donde trabajaba también el poeta Manuel Díaz Martínez y allí estuve hasta 1980.
R.M: ¿Qué determinó la posibilidad de publicación de A mansalva de los años?
L.F: La perseverancia de unos cuantos seres humanos y amigos escritores determinó que la UNEAC pidiera un libro para los finales de los ochenta y entregué A mansalva, que llegaría a ser Premio de la Crítica en1991, que da una medida de como una obra no se detiene si se ha elegido el camino de la consecuencia.
R.M: ¿Cuáles son los objetivos de Lina de Feria con A mansalva de los años?
L.F: El título intenta recoger el signo poético que definió una vida llena de contingencias y avatares. Mi carrera fue rápida. Varios premios anteriores al de Casa que no existía, dado en 1967 por la UNEAC. Comencé a trabajar en la página cultural del periódico Juventud Rebelde y de ahí, a la redacción del Caimán, donde empezaría lo que Sartre pudiera llamar A puerta cerrada, el misterio de las editoriales tapiadas, incluyendo las revistas, magazines y periódicos.
II
hilera somos de una fotografía de ocasión
breve negocio
en el frágil aliento de los aires
alienando la viveza del criollo
que ante el espejo se ridiculiza
pobre rostro antiquísimo
consternado de ser en propia carne
un Ugolino hacia el fondo del planeta.
ahora el grano de oro
es un polvoso libro esqueleteando
una dedicatoria en el librero
no hay pretextos de viejas tradiciones
sobreviviente anhelo
conocedor de atmosferas y rosas
sino la piedra en el estanque.
“Primera Invocacion” en El ojo milenario
A veces diría como Unamuno que lo más cercano al espíritu libre
estaría en el hacia adentro.
R.M: ¿Para quién escribe Lina de Feria?
L.F: Nunca me he preguntado para quién escribo. La única literatura que realicé con un propósito dirigido fueron los cuentos y poesías infantiles entre 1959 y l960. Mi concepto se relaciona cada vez más con una idea de trascendencia, a la manera del punto ciego, hacia donde se dirige el movimiento armónico del equilibrio, que con juicios de valor históricos-concretos.
R.M: ¿Qué consideras sobre tí misma?
L.F: Si no hubiera sido por el Canto del Arpista, escrito alrededor de 2140 A N.E y que refleja las ideas poco uniformes de amor a la vida entre los egipcios, hubiéramos caído en el estereotipo de que esta cultura de la antiguedad sólo miraba a la muerte. Como en todo, primaba lo contradicción. Asi que ni la deificacion propia ni la minimización. Mas bien la sensibilidad bien extraña buscando espejos laberínticos desde el emperador o el mendigo.
La verdadera poesía tiene que ser una experiencia asombrosa.
R.M: ¿Dónde la poesía para Lina de Feria?
L.F: El instinto, que parece refutar lo producido por una elaboración sensible está, en realidad, en su base. La poesía tiene que hallarse, pues, en este primer nivel para que la autenticidad, la organicidad y la coherencia de un talento pueda generar valores. Es un problema de naturaleza intrínseca, de convergencia de inteligencia y sentido. La verdadera poesía tiene que ser una experiencia asombrosa.
R.M: ¿Qué define a un poeta?
L.F: El pensamiento por imágenes en contraposición a la racionalidad más proclive en las mentalidades científicas. No obstante a la existencia de escritores que han sido médicos, matemáticos, ingenieros..., la poesía está relacionada a la imaginación rica y a la capacidad de asociación del escritor.
R.M: ¿Y en tu propia obra?
L.F: Deberá reflejar la condición humana de que hablara Malraux. En este sentido, un sólo compromiso: el de la eticidad. Pero ni siquiera esto a priori. Sé que inevitablemente la buena literatura implica siempre un código ético por mucha sustancia “satánica” o “devastadora” que proclame.
R.M: ¿Qué es para usted la literatura?
L.F: Hay que ir por partes. En un primer término, es la génesis del escritor, su justificación primera de existencia. Si no se entiende así eres producto del azar del oficio. Esto sin vincularlo tampoco a compromisos estéticos ni variantes históricos -circunstanciales.
R.M: Una pregunta típica del lenguaje de estos años: ¿Escritora producto de qué?
L.F: No niego el peso de las circunstancias, de la cultura en que se crece, de la historia; pero le doy el porciento fundamental en la obra de un escritor, al talento individual, la asimilación de lecturas, las pequeñas contingencias. Por ello sé que no soy producto de la casualidad ni de la intuición interior, sino alguien cuya línea de expresión niega cualquier catalogación fría que tienda a quitarle el ánima viva de que hablara Fina García Marruz.
R.M: ¿El creador es una especie de Ugolino en el que “por fin pudo más que el dolor, el hambre”?
L.F: Quitándole la resonancia infernal a lo Ugolino, siempre hay algo de canibalismo “teórico” en las relaciones familiares. En el caso del creador habría que ver si se trata de los hijos del intelecto o del entorno en que crece y se desarrolla. Como tendencia no creo que el escritor sea un asesino de imágenes, dinámicas, vitales y armónicas
R.M: ¿Cómo se da en usted la relación arte-vida?
L.F: Los contenidos se equiparan en mi obra. No son un reflejo directo, sino un procesamiento hacia la búsqueda del mito. Hay autobiografía, pero sobre todo una óptica de conclusiones metafóricas revelando trasuntos, ordenando belleza, comunicación, lo más cercano a la verdad siempre distinta.
R.M: ¿Es Lina de Feria una poeta lírica, coloquial, o ninguna de esas definiciones cree que la alcanza?
L.F: Comprendo que hay que instrumentar el conocimiento de una obra haciendo énfasis en sus rasgos definidores, pero también sé que Rubén Darío no es sólo los aportes del modernismo, ni Gabriela Mistral el lenguaje andino y el lirismo, ni Silvia Plath la crudeza y el verso directo norteamericano. Si el crítico no capta las esencias irreductibles del poeta que estudia para acercarse a la “tentativa del hombre infinito” que hay en él, entonces nos acomodamos a la idea del poeta lírico tan sólo, coloquial tan sólo, purista tan sólo. ¿Es posible reducir a Salvador Dali al surrealismo? Lo que sí me parece es que en cierta medida mi obra no escapa a dos conceptos fuertes de nuestra cultura: el barroquismo literario, tan iberoamericano, y los códigos de la insularidad cuyos orígenes son bastante anteriores a Virgilio Piñera.
En cuanto al género humano prefiero la comunicación de la inteligencia
R.M: De sus afinidades electivas:
L.F: En la literatura las obras de Virginia Woolf, Emily Dickinson, Séneca, la poesía norteamericana de este siglo y Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Jose Martí y Miguel Hernández. En música, primero Chopin, la música barroca, Villa-Lobos y los Beatles. En relación al teatro, todo Ibsen, Shakespeare, Sartre, Ionesco, Albeo, Piñera y siempre O’Neil. Ante la pintura Velazquez, las pinturas expresionistas de goya, la pintura flamenca, todo Salvador Dali y Acosta Leon y Antonia Eiriz. En afinidades politicas Hamurabbi, Gandhi, Charles de Gaulle, Simon Bolivar, Jose Marti y Benito Juarez. En cuanto al género humano prefiero la comunicación de la inteligencia, ajena a sexo o profesion especifica, avalada por una categoria de suficiente sensibilidad.
La siquiatría es más conexión humana que explicación rotunda
R.M: Del intento de suicidio, la cárcel, luego los tratamientos siquiátricos. En términos científicos se afirma que el electroshock produce un estado de muerte. ¿Esa gran angustia es lo que provoca la liberación del sentimiento de culpa?
L.F: Uno de los presupuestos del electroshock es eliminar de la siquis la idea fija depresiva. Se logra, pero al precio de quitar parte de la memoria, aunque puede recuperarse en semanas. Es bastante parecido a la muerte, o a lo que entendemos supuestamente por “muerte fisica”, puesto que nadie ha vuelto a contarnos de ese acontecimiento.
R.M: Es común en los creadores, un rechazo al sicoanálisis. ¿Cree que es por miedo de verse a sí mismos o temen a que el terapeuta, consciente o insconcientemente, destruya sus posibilidades creativas?
L.F: Creo que la siquiatría es más conexión humana que explicación rotunda. Si el creador tiene miedo de verse a sí mismo hay una mutilación que reflejará en su propia obra. Si teme que el siquiatra destruya sus posibilidades creativas, su inseguridad tendría un rango enfermizo que lo alejaría del enriquecimiento natural del intelecto.
R.M: Hordelin, Van Gogh, Artaud, desmienten lo dicho de que la obra de los artistas enfermos carecen de unidad. ¿ Preservaron ellos un lugar no tocado por la enfermedad? ¿Dónde? ¿Cómo?
L.F: A mi entender se trata de un camino gradual e intermitente, mezclado, en el cual se puede observar, tal vez, una descendente personal que no necesariamente va aparejada con una descendente artística. Hay ciertas penetraciones y alcances en el arte que se tiene que estar prácticamente loco para arribar a ellos. Algunos pueden con la “apariencia lógica” toda la vida como Poe o Quiroga, otros juegan con la locura como Salvador Dalí y otros niegan a la apariencia lógica en forma definitiva como Hordelin o Nietzche. Creo que el lugar está en la asimilación del concepto de realidad como irrealidad en la que habitamos y creamos.
Se pasa una sola barrera hacia la locura, pero la locura no es absoluta ni unívoca.
R.M: ¿Modo de enfrentar el miedo a la locura?
L.F: Crearle límites a la potencialidad real de la locura en nosotros mismos.
R.M: ¿De qué manera?
L.F: Cada cual elige los colores que quiere ver y las puertas por las que quiere salir.
R. M : Pero la poesía es espejo, máscara, engaño, ilusión...
L.F: En manera alguna espejo a lo Stendhal. Sería en todo caso espejo recóndito o de lo inasible. Si acaso es espejo quebrado (brisé, de acuerdo a la teoría de Machenvy) . Y el criterio de Aristóteles es también acertado en cuanto a la relatividad de la función poética. Toda verdad es siempre una verdad a medias.
R.M: ¿Es la poesía siempre una experiencia?
L.F: No hay posibilidad de monotonía en la vedadera poesía. Siempre tiene que ser una experiencia asombrosa, pero no necesariamente tiene que ser una experiencia”vivida”. La ficción puede sustituir, sobre la base de la intuición, a la experiencia real.
R.M: ¿Cree que el artísta crea, sobre todo, por la necesidad de superar una pérdida, de producir una recuperación, por vencer el misterio, por penetrar en lo desconocido?
L.F: El artista crea torturado por el tábano de la conclusión.
R.M: ¿Es la tristeza el gérmen de la locura?
L.F: Se pasa una sola barrera hacia la locura, pero la locura no es absoluta ni unívoca. Si la pregunta se refiere a la pérdida del contacto con la realidad, como huída, la tristeza contiene en forma peligrosa ese gérmen.
La demencia se produce por insatisfacción humana
R.M: ¿Entonces esa otra dimensión aleja al creador de la locura?
L.F: Si, en cierta medida.
R.M: ¿Es la demencia un camino desesperado hacia la verdad poética?
L.F: La demencia se produce por insatisfacción humana. La verdad poética es hasta hoy, y por los siglos de los siglos, el juego de Sherezada cuya respuesta sustenta la próxima pregunta. Esta comunidad entre demencia y verdad poética hace que en toda búsqueda auténtica la locura sea parte constitutiva de lal lucidez artística. Potencialmente es un camino transitable para los agnósticos si son artistas.
La creación es un ejercicio liberador del peso del conocimiento.
No te aleja de la locura, carga con ella.
R.M: ¿Puede la creación nacer en un estado de plena alegría?
L.F: Diferenciar sentimientos como exaltación y alegría ayudaría a transparentar la cuestión. No creo que la creación pueda nacer de una plena alegría, pero si de una plena exaltación interior cuyo pretexto exterior sea una motivación feliz.
R.M: ¿Confluyen plena alegría y pleno desgarramiento?
L.F: Hay algunos procesos desgarradores en el acto creador, provenga de motivos felices o trágicos. Una especie de permanente exaltación parecida a la imagen siempre intranquila de Scarlet O’Hara.
R.M: ¿Cómo cree que funcionan los terminos creación y locura?
L.F: En cierta medida la creación funciona como el ancla salvadora. La organización mental que requiere la traslación de la belleza y del conocimiento, mantiene la nave, digamos que en puerto bastante seguro. Esto en cuanto a la “apariencia lógica” o posible desconexión definitiva. La creación es un ejercicio liberador del peso del conocimiento. No te aleja de la locura, carga con ella.
R.M: ¿Presupone el estado de creación una pérdida?
L.F: Y más que eso. Hay que aniquilar para crear. No con el objetivo de sustituir, sino para pasar de una dimensión otra.
R.M: ¿Cuál es esa otra dimensión?
L.F: Decantar el viejo mito anquilosado en la expresión poética. Aliviar el estado espiritual de caballos renqueantes y excesivamente dramáticos.
JUSTO, ANTES DEL FIN
R.M: ¿Cuál cree que es el estado de la actual poesía joven cubana? ¿Cualidades de los novisimos, propuestas, objetivos? ¿Nuevo signo de la poesía cubana?
L.F: Rechazo una codificación general para lo que actualmente se está produciendo en literatura. Más que buscar comunidades entre los poetas habría, como dice Cintio Vitier, esperar que se haga la literatura para entender qué es lo que los identifica.
R.M: ¿No existe ningún signo de estabilidad que batalla contra la suerte de otros que sí pudieron publicar sus obras o, al menos, darse a conocer en el momento preciso, aunque después vinieran los silencios?
L.F: Si acaso un signo específico en ellos: los jóvenes escritores son plurivalentes y, en los mejores, está la presencia de una característica de estos años finales del siglo: la importancia paradigmática de Jorge Luis Borges y, en el caso específico de Cuba, la de la generacion de Orígenes. Si tenemos que hablar de poetas jóvenes que concretan, cada vez más, una madurez estabilizadora, los nombres para mí serían los de Emilio García Montiel, Alberto Rodríguez Tosca, María E. Hernández, Heriberto Hernández, Carlos Augusto Alfonso, Sigfredo Ariel, Damaris Calderón, Antonio José Ponte y la persona con quien hablo.
R.M: Gracias. Pero continuemos sobre otros aspectos. Los hombres de letras, comúnmente, han creído en la pureza de la inteligencia, entendiendo que todo lo que ella piense es bueno. En países de Europa tal concepción, entre otras causas, condujo a un pensamiento fascista. ¿Cómo entiende la relación entre el poder y el creador? ¿Cree en la existencia libre de un espíritu libre?
L.F: En este período considerado por algunos teóricos como la etapa de la sociedad postindustrial o de consumo, la sociedad de los medios masivos (..) o el capitalismo multinacional, resulta bastante imposible una desvinculación completa entre lo que los grupos dominantes imponen como cultura en un país determinado, o sea la cultura del poder dominante, y la creación individual del artista. ¿Es la torre de marfíl y el apego a la tradición la solución para el espíritu libre? Creo que se trata de otro eslabón de la extraña cadena en la que ni la ascepcia ni la participación, ni la actitud de francotirador conducen a una completa libertad de espíritu. A veces, como diría Unamuno, lo más cercano a un espíritu libre estaría en el hacia adentro.
Hablabas para creer
y ahora incrédula de los parques
incrédula de los hombres
incrédula de tí misma
creces de la incoherencia como un golpe humano
“poema para la mujer que habla sola en el parque de calzada"
de Casa que no existía
Entrevista publicada previamente en Catálogo de Letras