A Raúl Alfonso y Nara
Mansur por los antecedentes.
Tercer texto de la
trilogía de monólogos Los asesinos,
estrenado con éxito
rotundo en la sala “Llauradó”
PRÓLOGO
Charlotte Corday en el instante de la
ejecución. Máscara desencajada. Luz cerrada a Proscenio. Se escucha texto en
off:
“La guillotina no está en las manos del
verdugo,
en el cuello de la víctima, es ahí donde
está la guillotina”. Cesar Calvo
Salir
al pasillo… afuera la multitud, y el repicar de los tambores… ¡La multitud! ¡La
multitud enfebrecida! Ay Dios, no permitas que yo flaquee, no permitas que
demuestre debilidad…no permitas que traicione lo que he defendido hasta con mi
vida… ¡Ah que horrible máquina! Un golpe… ¡Un solo golpe y todo cesará! ¡Dios
recíbeme, tú bien sabes por qué he hecho todo esto!
Escena I
Un salto en el tiempo. Presente. La
actriz presa de un desasosiego visible habla al público. Aún ella no sabe bien porque, pero lo hace.
En el centro, atrás un tronco de holocausto. En otro punto del espacio una
guillotina en miniatura que después ensamblará con el tronco convirtiéndose en
una especie de espaldar.
Actriz: ¿Usted sabe lo que
va a pasar? ¿Usted sabe lo que está pasando? (Pausa Larga, como secreto) Nadie
sabe nunca lo que pasa por dentro de sí… ¡Tengo ganas de matar! Oui, hypocryte
spectateur… cuando nacemos nos vacunan y perdemos la voluntad… (Entra temblando
al público y ofrece un estuche con papeles para sortear) elija un papel…
¡Léalo! ¡Quién dijo que Charlotte Corday se parece en algo a mí! ¿Tiene que
parecerse en algo a mí, Charlotte para poder interpretarla? No lo sé. Tal vez
no lo sepa nunca… Ah, pero ustedes “dulces y amargos” espectadores, ustedes
siempre aquí juzgándolo todo…ustedes han venido a ver este espectáculo y no
otro… ¡¿Qué?! ¡¿Que quién es, Marie Anne Charlotte Corday D´Armont?! ¡Ja! ¡Con
qué no lo saben, eh! Más conocida por Charlotte Corday a secas, fue una joven
muchacha que llegó a París en el período más convulso de la Revolución francesa…
llegó a París y esta fue la última estación de su viaje… (Suenan acordes breves de la marsellesa) ¡Liberté, Egalité,
Fraternité! (La actriz remeda una marcha
militar y se emociona. Luego lanza confetis al público con cada lema) Nada
más lejos en el tiempo, pero más cerca en la esencia… Ja, la vida siempre nos
muestra dos lados…Charlotte y Marat. Marat y Charlotte. Marat mas Charlotte
igual a X. Charlotte más Marat igual a X 1. X 1 dividido por X igual a la Nada…
¡Ja! Para unos, Charlotte pasa a la historia como una vulgar asesina…. ¡La
mujer que liquidó a Marat en la bañera! Jean Paul Marat, uno de los ideólogos
siniestros de la comuna… ¡Marat el tirano, Marat el que mandó a tantos a la
guillotina! Marat el que imploraba el apoyo del pueblo pero no creía en que el
pueblo podía tomar sus desiciones… ¡Marat, Marat, Marat! Para otros Charlotte es una heroína… comparable a la
heroína de la Biblia, Judiht, u otra
francesa… ¡Juana de Arco! Solo que no murió en la hoguera.
Hace un
gesto brusco para indicar el corte de cabeza, la banda sonora refuerza el
efecto.
Mientras
dice el texto anterior ha incorporado aditamentos del personaje. Ríe maliciosa.
Una actriz como yo… (Hace
un gesto aludiendo al color de la piel) aquí y ahora, no podría interpretar
este protagónico…como sí eso importará a la hora de vivir el personaje… Al
final ser actriz es convertirse en recipiente…una vasija apropiada para el
líquido deseado… ¡Ja! Mejor vamos a hablar de la Francia… ¡¿La
gran nación o la gran pretensión?! No lo sé aún. Pero más temprano que tarde lo
sabré. Y sabré también porque me obsesiona interpretar a Charlotte Corday…
¿Será porque no logro definir si es una asesina vulgar o una noble heroína?
Hagamos entonces un juicio, quién sabe si real o representado. Un proceso a
vivir entre ustedes y yo queridos espectadores. Nada como un juicio para esclarecer los contornos
escurridizos de la VERDAD.
Repentino redoble de tambor. Voz en off
de un ujier: ¡Este es el Juicio y la Condena Pública de Charlotte
Corday! La actriz grita:
¡No,
condena, no! ¡De ningún modo condenaremos a Charlotte!
Pausa. Mira al público. Saca el cuchillo
y lo blande en alto como poseída. Luz cerrada que baja sobre la actriz que
ahora es Charlotte Corday.
Escena II
Forcejea. La luz cerrada sobre ella.
Arma el espacio como en una tribuna de acusada.
¡¿Por
qué quieren saber?! Si de todas formas me van a matar…sí lo hice, claro que lo
hice… y si de nuevo ocurriera lo volvería a hacer… ¡¿Qué?! ¿Quién dijo que son
explicables las razones para matar a un tirano? ¡No, no! Sé muy bien que pueden
apelar a la tortura… ¡La Tortura no!...está bien, poco importa ahora todo… les
contaré, claro que les contaré… Todo había echado a andar en medio de la
condenada lucha entre girondinos y jacobinos… ¡girondinos y jacobinos! (Entra en un trance al recordar) Ordenaditos…
¡Muy ordenaditos! Los jacobinos como en la convención ubicados a la
izquierda…los girondinos a la derecha… pero en verdad… ¿Quién es quién?
Izquierda y derecha, derecha-izquierda centro, centro izquierda fundamental,
derecha e izquierda… ¡Al infinito y más allá! Yo, huérfana desde pequeña y
dejada por mi padre por necesidad en un monasterio me vi de pronto en Caen en
la provincia, justo cuando cerraron los conventos. Mi vieja tía, Madame de
Bretteville, me acogió en su casa. Yo, hija de un gentilhombre venido a menos,
de repente me vi en medio de una fuerte confrontación. Desde entonces me
incliné hacia lo mejor de las nuevas ideas. Era el tiempo en el que los
girondinos luchaban contra sus enemigos en la Convención, era el tiempo en
el que el jacobino Jean-Paul Marat, periodista y médico y no por ello menos
sangriento, triunfaba en París, a costa de enviar a la guillotina a todo aquél que
se oponía a sus ideas. Los girondinos proscritos y fugitivos se refugiaron en
provincia. Tenían asambleas a las que yo, asistí en numerosas ocasiones. Fue
así como conocí a Buzot, Salles, Pétion, Valady, Kervélegan, Mollevault,
Barbaroux, Louvet, Giroust, Bussy, Du Chastel y Larivière. Girondinos todos.
Todos defendiendo el derecho a una vida sin miedo de cada uno de los franceses,
en contra de la violencia con que Marat azuzaba al pueblo… ¡Mi alma se incendió
en aquellas veladas! Desde entonces sentí muy hondo el llamado de la patria,
cuando conocí a mi amiga, este fue el último de los afianzamientos….
Con pocos aditamentos se transforma en la
Girondina que sisea cosas hacia ella. Reminiscencia. Canta una extraña nana
infantil. Transición.
--Hija
mía, has vivido en nuestra comunidad…sí vas a París, debes recordar lo que has
aprendido.
--Sé
muy bien que Marat es nuestro enemigo más temido y terrible… sé muy bien porque
es también enemigo de Francia.
--¿Estás
dispuesta a todo?
--A
todo y más. Soy solo una idea y un gesto en el aire, soy una obsesión.
--Que
el Dios de los fuertes bendiga tus pasos hasta la meta. Cada uno de
nosotros estará contigo en espíritu.
Llegar
a París fue la primera estación en mi peregrinar. ¡La ciudad luz! El 11 de
julio de 1793 llegué al “Hotel de Providence”. Me parecía que todas las cosas
giraban en torno a mí. Sabía la magnitud de mis intenciones…el compromiso y mis
ideales me hicieron continuar. Continuar sin pensarlo, continuar a toda costa.
Porque lo importante no era mi vida. ¡Lo más importante era Francia! ¡¿Por qué
me miran así?! Sé muy bien lo que significan mis actos… ¡No me miren como si
fuera irresponsable! Asistí a hurtadillas a varias sesiones de la Convención…
Marat ya bastante enfermo para la fecha iba poco a la convención…el gran
tribunal de los revolucionarios… ¡Pero un día lo vi desde las últimas filas!…endemoniado
y encantador a un tiempo. Vi como Marat arremetió con su verbo implacable
contra varios girondinos. Esto fue definitivo. La guillotina, la prisión o el
destierro era lo que recibía todo aquél que se opusiera a su voluntad. La
decisión que había tomado antes saltaba a mi vista como la única posibilidad de
vivir en una patria libre. Marat era mi destino, o yo era el suyo. Esta danza
se fue concertando en mi cabeza cada vez más.
Estando en París cualquier cosa era posible. Encontrar
un trabajo, aproximarme a mi objetivo paso a paso. Ganar su confianza. Toda
esta sucesión de pequeños actos, se fue convirtiendo en un plan. Bien detallado
con el paso de los días, un plan que me iba a llevar al éxito de mi misión y al
mismo tiempo al desastre personal… Ja, ja, ja… ¡Marat, eres tú! ¿Estás ahí? Ja,
los muertos de antes ya no nos hablan Marat, los muertos de Francia han
enmudecido o son fósiles petrificados, símbolos de un tiempo donde el pueblo
todavía soñaba con la libertad. Pero tú sí, Marat, lo mismo vivo, que
enfermo, que ahora muerto hablas, hablas y hablas….
Las luces bajan. Charlote se transforma
en Marat.
Escena III
Charlotte y Marat disputan, tal vez en
otra dimensión o mundo.
¡¿Qué
quieren de mí ahora?! ¿Quién me convoca delante del populacho? ¡¿Qué extraño
sitio es este?! La masa, la masa adocenada que siempre necesita una mano firme
que la guíe…Yo, Jean Paul Marat, el amigo del pueblo… (Saluda al público lleno de demagogia) Ah si hubiese tenido un poco
más de tiempo… yo hubiera cambiado definitivamente la historia de Francia… ¡Y
si no hubiese estado enfermo! ¡No me mires así! ¡Las vidas de unos pocos no
significan nada ante el futuro de la nación! Seamos realistas, pidamos lo
imposible… ¿Qué hubieran hecho ellos con nosotros? ¿Qué, qué quiénes son
“ellos”? Pues claro, que los nobles, los burgueses, los renegados…todos
aquellos que dan hacia atrás al carro sublime de la revolución…
Eso es lo que siempre has pensado… El horror siempre
estuvo en tu pensamiento… ¡En este sitio de nada te vale todo
eso!... ¡Al final todos hemos de morir! Y morir de manera estúpida, es ser
doblemente estúpido… ¡No me arrepiento de nada, ni aquí, ni allá! Alguien debía
detenerte…
¿Es que no te das cuenta?
500
o 600 cabezas más hubiesen garantizado nuestra libertad, felicidad y
prosperidad… ¡La guillotina es la mejor solución para nuestros problemas! ¡El
Reinado del Terror hubiera concluido con una limpieza formidable! ¡Una mera
cuestión sanitaria! Yo lo escribí muy claro en “El Amigo del Pueblo”, el
periódico más auténtico de la causa…yo mismo llegué a ser el amigo del pueblo…
¡Y sí, me ha servido de mucho estudiar medicina en Inglaterra! En las clases de
anatomía se comprende mejor que en cualquier lugar la fragilidad de la
naturaleza humana…recuerdo que entre los estudiantes, cuando nos quedábamos
solos solíamos lanzarnos unos a otros los cerebros como juego…
Eso ha sido todo para ti… ¡La vida de Francia un macabro
juego entre tus manos! No Marat, ni tu seducción, ni esta extraña
fascinación que sentí al verte podían detenerme…
¡Ja, ja, como si los que vienen detrás serán mejores! ¡No
se le puede dejar al pueblo solo! Mierda, si crees que el pueblo solo puede
tomar las decisiones justas. La revolución debe arrasar con todo. ¡Solo sobre
las ruinas puede construirse un mundo nuevo! ¡Yo tuve casi todas las
posibilidades en mis manos! Pero todo se me deshizo de la noche a la
mañana…entre mi maldita enfermedad pudriéndome la piel cada día y luego tú,
condenada muchacha…justo cuando estaba al borde de obtenerlo todo… ¡Todavía no
sé por qué te dejé entrar! Mi ama de llaves te miraba con recelo…creo que
fueron las cartas, las dos cartas que me enviaste… me parecían llenas de tanta
pasión, que me sentí joven y sano… ¡Yo también te sentí fascinadora y bella! En
tus ojos cierta luz indomable se asoma…
Hay un abismo demasiado grande entre tú y yo Marat… ¡Tal
vez como Judith y Holofernes! Creo que me dejaron estar aquí para
tener nuestra última charla… ¡Más no parece servir de nada!
¡Tú, Corday, una pobre muchacha provinciana! ¡Cómo
podía imaginarlo! Pero poco tiempo sobreviviste a tu acto… Legros, mi verdugo
predilecto se encargó muy pronto de organizar tu viaje…Tuviste suerte de que la
turba de mis partidarios no te despedazaran en la calle…
Sí tuve suerte en eso…pero tampoco me quedaré aquí…tu
habrás de estar aquí solo, por mucho tiempo hasta que tus propios roñosos
pensamientos te enloquezcan…
¡¿Qué
dices?! ¡Solo yo! No Marat, nunca esta solo...tengo mis recuerdos y mis ideas,
mis ideas y mis recuerdos….muchos recuerdos… ¡Sí! ¡Legros, un tipo raro ese
hombre! ¡Siempre me agradó lo distinto! ¡Atiéndeme Charlotte! ¡Un filósofo de
la muerte! ¡No te vayas Charlotte, no te vayas! ¡Tengo mucho que decirte
todavía!
(Ríe y llora delirante mientras trata de
atrapar a Charlotte que se desvanece de este sitio)
Escena IV
Charlotte, otra vez, ahora rememora.
¡Cuando
llegué a París me di cuenta de muchas cosas! Todo tomó bruscamente otra
velocidad, otro tiempo…en la provincia uno ve las cosas en pequeño…como si todo
lo mirara diminuto y lejano, como un telescopio invertido… ¡Pero en París, no!
En París todo era grande, rotundo y definitivo…en París comencé a ver el
alcance universal de las cosas…cada cosa que estaba sucediendo hoy, iba a dejar
una huella profunda para la humanidad en los siglos venideros… ¡Estaba segura
de eso! ¡Salvar a Francia, era salvar lo mejor del espíritu de la revolución y
su legado! Ay Dios, me sentía tan frágil y al mismo tiempo tan llena de
fuerza…como si no me perteneciera a mí misma, como si algo más fuerte que yo me
arrastrara, aunque fuera en ello mi perdición…
--¡Déjeme
entrar, señora déjeme entrar en nombre de la revolución!
--De
ningún modo puede verla ahora el “amigo del pueblo”…
--Pero
qué dice usted, le he enviado dos cartas… ¡Dos! Estoy segura que él me espera…
--¡Apártese!
¡Marat está tomando su baño y no anda bien de salud! Así que respete usted su
descanso…
--¡Usted
no comprende! ¡Tendré que pasar como sea! ¡Está en juego el destino de Francia,
Marat tiene que saberlo!
--¡Mil
rayos, qué pasa allá abajo en la escalera!
--Nada
ciudadano Marat, que una joven provinciana quiere entrar a verlo… y ya le he
dicho mil veces que usted no recibe.
--Déjala
pasar, mujer.
--¡Pero
Marat, si usted siempre me ha dicho que tenga cuidado en no dejar entrar a
extraños!
--¡Déjala
pasar te digo! ¡La muchacha me envió unas cartas que me interesan!
Las luces bajan. Marat se revuelve y
canta la marsellesa por lo bajo.
Escena V
Charlotte se dirige al público en
confesión.
--Así
sucedió todo…, allí en la habitación del temido Marat, llegué a convencerme que
mi acto era el único posible…
--Has
insistido mucho para este encuentro muchacha… y te confieso que si antes te
hubiera visto, antes te hubiera dejado verme.
--En
cambio yo sí lo he visto, Marat. Varias veces lo he escuchado hablar a la
convención.
--¡No
me digas! Esto se torna interesante.
--Sí
querido ciudadano. Eso es lo que me hace creer que es usted el único adecuado
para lo que vengo a decirle…
--¡¿De
qué hablas, muchacha?!
--Vea
con detenimiento esta lista.
--¿Son
ellos los que mencionaste en tu segunda carta?
--Todos
ellos. Uno por uno, girondinos peligrosos. Conspiran contra la revolución.
--Has
prestado un servicio inigualable a Francia…
--Espero
también haberle prestado un servicio también al gran Marat. ¡¿Qué hará con ellos?!
--Te
aseguro que no habrá piedad con ninguno. Mañana a primera hora, todos tendrán
una cita con la guillotina.
---Entonces
ya no hay dudas Marat, así como dispones de la vida de otros… ¡Tu vida ha de
llegar hoy a su límite!
--¡Ahhh!
¿Quién eres tú, en verdad, acaso el ángel de la muerte? ¡El ángel de la muerte!
¡ahhh!
Ahora
estoy aquí, y todos me miran como jueces…sin saber realmente la fuerza que
tienen los acontecimientos… estamos tan inmersos en ellos que nunca podemos
detenernos… ¡Nunca!
Las luces bajan sobre una extraña
estática de Charlotte.
Escena VI
Charlotte en la celda, espera la
ejecución… ¿O es la actriz que reconstruye la historia de Charlotte? Inicia un
soliloquio.
La
ilusión de un juicio ha terminado… ¿O es que todo está ahora exactamente como
era de esperar?… (Ríe y llora a la vez. Se le produce un extraño trance donde
los diversos personajes se agolpan, queriendo dominarla) ¡Basta, basta, basta! (Se retuerce y casi enloquece por un momento. Canta una
triste canción y se domina un poco)…Ah, ¿Pueblo mío, qué te hecho yo? (Disloca el texto a continuación,
repitiéndolo obsesiva, mientras entra al público) Mío, pueblo, yo, ¿Qué te
hecho? Pueblo, Yo, mío, Hecho, ¿Qué?... etcétera. (Llora deshecha, transición
brusca como si la llamaran) Y este maldito verdugo, Legros, partidario de
Marat, que me ha hecho más dura mi cruz…
--Ya
es hora condenada girondina…
--Girondina,
sí y además patriota verdadera… ¡No como ustedes los defensores del terror y el
miedo!
--¡Vas
a pagar muchacha! ¡Vas a pagar y te veré suplicar clemencia!
--¡Nunca
oirás palabras de clemencia de mi boca!
--¡Muy
pronto abofetearé tu cabeza alzándote de la cesta, muchacha orgullosa!
--¡Nos
veremos en el purgatorio, Legros! ¡Nos veremos!
Salir
al pasillo… afuera la multitud, y el repicar de los tambores… ¡La multitud! ¡La
multitud enfebrecida! Ay Dios, no permitas que yo flaquee, no permitas que
demuestre debilidad…no permitas que traicione lo que he defendido hasta con mi
vida… ¡Ah qué horrible máquina! Un golpe… ¡Un solo golpe y todo cesará! ¡Dios
recíbeme, tú bien sabes por qué he hecho todo esto!
Golpe rotundo de la guillotina por banda
sonora. Secuencia no verbal. Imagen de la muerte. En la obscuridad la mano de
Marat y la de Charlotte luchan. Imagen de que Charlotte se levanta en espíritu.
Imagen de Charlotte como la virgen en la caverna. Multitud que ensordece. Música
ritual. Pausa.
Escuchadme, este es mi testamento:
«¿Hasta cuándo, oh malditos franceses, os deleitaréis en
los problemas y las divisiones? Ya bastante y durante mucho
tiempo los facciosos y bribones han puesto su propia ambición en el lugar del
interés general; ¿por qué, víctimas de su furor, se han destruido a ustedes
mismos, para establecer el deseo de su tiranía sobre las ruinas de Francia?
«Las
facciones estallan por todas partes, la Montaña triunfa por el crimen y La opresión,
algunos monstruos regados con nuestra sangre conducen estas detestables
conspiraciones... ¡Trabajamos en nuestra propia perdición con más celo y
energía que el que hemos empeñado jamás para conquistar la libertad!
¡OH franceses, un poco más de tiempo, y no
quedará de vosotros sí continuáis así nada más que el recuerdo de la
existencia! ¡Seamos realistas, pidamos lo
imposible!”
Carcajada sarcástica. Las luces bajan.
Escena VII / Epílogo
La misma actriz del principio, observa
como si todo lo sucedido fuera un sueño apenas, o una alucinación. Mira
significativamente al público.
¿Será
que todos tenemos una cita con el más antiguo tribunal, LA HISTORIA? (Desmonta la guillotina y avanza con ella a
proscenio señaladamente) ¡¿Qué recordamos más de la revolución francesa, la
declaración de los derechos del hombre o el reinado del terror?! Hay tanta
muerte ligada a los actos del hombre que casi nunca podemos ver, que nos salva
o que nos aniquila… Ustedes y yo queridos espectadores, tenemos sueños,
ilusiones, anhelos… Entonces otra vez…. ¡¿Usted sabe lo que esta pasando?!
¡¿Usted sabe lo que va a pasar?!
Ciudad
de La Habana. Enero-febrero 2008
*Nota
del autor.
Los
textos que aparecen en cursivas o en negritas
generalmente
son citas, en este afán intertextual de la contemporaneidad.
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Galería: Foto de la puesta en escena:
Mirtha Lilia Pedro Capó.
Foto: Jesús Camejo.
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Trabajando
sobre la voz
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Marat/Sade (1967).
Una producción de Peter Brooks
con Glenda Jackson como Charlotte Corday
con Glenda Jackson como Charlotte Corday
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