Para los amigos que me han pedido leer
algunos de aquellos poemas extensos de los 1980s,
en el vago interior
inaudibles soledades,
tres madrugadas se suceden,
paralizada piensas en el
parque:
sitio de amortiguar el
nervio.
Era la noche quien miraba
el rostro de una risa endecha.
Era el concierto. Era.
En los dedos sobrevolaron las
criaturas el resplandor.
El mar, la mar, tornábase,
trocábase materia, tu materia
como es el árbol de la
tierra.
La triste doncella reía.
de tan grata cena. La niña tejía juvenil sus paredes. Reina.
Hoy es madera tallada con
ojos distantes.
Su madeja regresó
conquistada,
es una nube a punto de
romper.
Aterida recorre la ciudad
Nadie la espera.
Él vive a cuatro pasos
Y sobre el cuerpo vestido de
la belleza inmóvil
sólo el aliento tragándola
jadea.
VARIACIONES DE UN HAZ
I
No música vaga, no hables del
hielo.
La palabra no es un eco
lejano
y la caricia temblando rueda:
Es un ave que al sueño
persigue:
deshoja la flor: mariposa.
Sobre las ondas se agiganta
el tierno
en el patio se quema la nave:
las cartas, esperadas,
llegan.
Escucha:
Es el canto alado que recurva
recoge la lágrima
y se inclina.
Existe su huella
cierta palpita, dibuja y
canta
la breve unidad primera por
siempre.
II
¿Recuerdas?
Esperábamos un signo:
El día se desmoronaba.
En el silencio: mi propio
llanto.
En el silencio: tus ojos.
En el silencio: nuestro
silencio.
Quién sabe cuándo nos
dormimos, así, unidos.
Quién puede decir cuándo
despertamos rozando nuestros labios
y fue maravilloso
por los cuerpos trepaba la
noche
y, tenazmente, llovía.
III
Qué puede ser un poema sin
nombre
sino aquello que al viento se
proclama:
una estrecha luz penetra
niña:
pliega alas
deposita el breve pico:
Plena alba media noche.
Sonríe el misterio un afán
Queda lo oscuro:
Tras el murmullo el cristal
tornasola la fuga:
Sólo pide y graba
silencio y lanza
su gotear de olores
tan fundidos, tan otros,
definitivos, sin conciencia:
eternidad del instante
o
Quién sabe si un poema sin
nombre
sean estos dos cuerpos que
amanecen
imagen de otra imagen y
convocan
de las almas unitaria
semejanza.
Evocación justa de la espera:
coincidencia.
IV
Espacio de este aire lleva el
frío.
Arena contra el mar fatiga
arena:
el sol no se niega a salir:
el agua silenciosa se diluye
en suavísimos compases:
Vivaldi urge.
El silencio del acorde es el
momento.
Se mueven por la playa los
jóvenes
y el caracol se esconde.
Cierro los ojos:
con calma sale del horizonte
tu perfil
sacude el polvo
renace el cuerpo de cada
músculo:
Delicadamente delineado Soberbiamente delineado.
Las extremidades indican que
te afianzas
mientras, con violencia,
tomas mi garganta
(fuegos que me arrancas hasta
el cielo)
Y es la hora de mi vida que
llega
(boca tras la boca del sueño)
Desnudos entre mar y tierra
El sollozo abrevia
Luz de las noches y los días:
compañía.
V
Este es el poema sin nombre
con un solo invocando.
Este es el hallazgo del oro:
atardece entre ondas muy
fuertes.
Estos son los cuerpos
agitados
estos son, de nuevo, en el
comienzo.
Todo puede ser si no se
duerme
Todo es por estos dos amates
Todo será para que no acabe.
(¿Cómo dar fin a nuestro rayo?)
Anochece el día:
trino más fino que este
clamor no es posible
y, suavemente, se alivia
adentro:
es el vacío necesario, es el
sentido
dulcísimo sabor que un olor
supone:
apartados del mundo, sin
saberlo.
TIEMPO SOBRE EL MAR
Que sea aún, que sea
bendecida la sangre de los
versos.
El tiempo ya nos falta y
abandera
La triste risa, dulce el eco.
¿Qué vamos a decir,
que somos un perfil de la
cumbre en equilibrio
o puro sentimiento hacia la
nada
donde clama, entero, este
futuro?
¿Somos el canto más cortado,
dura la montaña, alta la
casa,
persiguiendo la increada
fecha?
El tiempo se detiene: ansía
unir su voluntad
al aliento tejido que cruje
por las venas.
Insaciable figuraba oscuro
todo,
oscuro se iluminaba
al tacto.
Profecía de levantarme azul
cuando el día
sabe a pan
en cada boca,
espacio conjurado
depositado así
naciendo
abierto a resonancias:
¿Cómo era, Dios mío, cómo era,
ahora que la luz recuerda una ventana
y graba su imagen por mi frente?
¿Cómo era, Dios mío, cómo era?
Pupilas de mis manos rezando
la entrega de mi oro.
¿Cómo era, Dios mío, cómo era?
Certeza de mi andar,
nupcial instante de mi
cuerpo,
unido a la dulzura ¿cómo era?
Se detiene el papel
y el duende pasa.
Cazador,
sueña,
di:
he hallado el fondo que
desnuda la belleza.
Y como quien sabe
perderá la memoria en tiernos
lirios
el ídolo se alza y se
derrumba.
Un signo, apenas una
voz.
La ausencia es el enigma,
de ella quedo.
Infinitud grabando. Soy aquella tantas veces
sin llegar
a la bóveda del cielo.
Circunstancia de ser y no ser
el sueño repartido
que interroga
y adquiere la forma de los
ojos.
En la leyenda:
el tiempo vaciado de
sustancia.
Sobre el mar el eco, la
estación,
pensando solamente,
pensando que está lejos
pensando solamente
y todo es eso.
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