11.07.2010

Milagro bajo los escombros

Entre 15 y 20 (Rita Martín
entrevista a Alberto Lauro)


Razones para la escritura
porque se derrumbó un cabaret y me sacaron con 11 años vivo de milagro bajo los escombros
R.M.: ¿Por qué se escribe?
A.L.: Nunca lo he sabido. García Márquez dijo que era para que lo quisieran. Me parece una razón verdaderamente cursi. En mi caso fue porque se derrumbó un cabaret y me sacaron con 11 años vivo de milagro bajo los escombros. Mi tía Mercedes Escalante me trajo una máquina de escribir para que me entretuviera mientras estuve casi dos años en operaciones y sillas de rueda. Aunque siempre hubo poetas escondidos en mi familia, verdaderos tarambanas. Cuando me enviaron un telegrama de la UNEAC diciéndome que estaba entre los premiados del Concurso David mi abuelo Melchor devolvió el telegrama diciendo que en nuestra familia Escalante no había poeta ni se deseaban.
un vicio solitario
R.M.: ¿Qué significa escribir?
A.L.: Algo parecido a lo que la Iglesia en su momento llamó “el vicio solitario”.
sólo por urgencia
R.M.: ¿Cuál fue el origen de libros tales como Con la misma furia de la primavera, Parábolas y Cuaderno de Antinoo?
A.L.: A la verdad que en eso soy un poco lezamiano. Voy escribiendo versos, los echo una caja de tabacos vacía y los sello. Después, pasado el tiempo, no me parecen míos y muchas veces me digo: “Gracias a Dios que no publiqué esta basura”. Una vez me disgusté con un amigo que, porque le tenía confianza, le dejaba rebuscar entre mis papeles. Sé el placer que eso significa cuando me dejó hurgar entre los suyos y los de Lezama Lima su esposa (María Luisa Bautista), u Oneida Fuentes –la mamá de Reynaldo Arenas-, o Dulce María Loynaz o Cintio Vitier y Fina García-Marrúz, o Eusebio Leal… Pues mi amigo encontró una carta de amor que nunca le hubiera dado a su destinatario y él lo hizo, alegando que yo la rompería y debía evitar ese sacrilegio, por su amor no por mí sino por la literatura. Por poco lo mato. Al mes –no, me parece que antes- le perdoné. Ah, recuerdo que Fina me contó que Gabriela Mistral le dijo que escribiera “sólo por urgencia y nada más que por urgencia”.
tengo un concepto bastante aristocrático de lo que es un creador
R.M.: ¿El proceso creativo en Ud.?
A.L.: El proceso creativo es para mí tener tiempo para leer y escribir sin preocupaciones, lo cual en el exilio muy pocas personas pueden hacerlo. Sí, tengo un concepto bastante aristocrático de lo que es un creador. Creo que hay un punto inspirativo, personal e intransferible, si no para qué añadir más literatura a la que ya existe…
los poemas que escribí eran para niños reales
R.M.: ¿De la literatura infantil…?
A.L.: Eso fue en mí un episodio. De eso mejor no hablemos –como decía una canción de Clara y Mario “no viene al caso / pues lo pasado, pasado está…”. Aunque soy protector de mis amistades, no creo haber tenido instinto paternal. Los poemas que escribí eran para niños reales. Ahora ya no tengo niños cerca. Ni adolescentes. La niñez y la adolescencia –adolecer, ya lo dice la misma palabra- son estados infames del ser humano, deprimentes sin que uno lo sepa, dependiente de la voluntad y los patrones de otro, que muchas veces son dictadores aunque sean tus propios padres.
Soledad y multiplicidad
me encanta aislarme, pero en el hotel Palace o el Ritz de Madrid
R.M.: ¿Solamente aislándose por completo se puede trabajar?
A.L.: Yo trabajo cuando puedo y también cuando puedo y quiero, pues muchas veces quiero y no puedo y otras puedo y no quiero. Claro que me encanta aislarme, pero en el hotel Palace o el Ritz de Madrid, donde puedo estar con gente si lo deseo en cinco minutos. Nunca me he sentido bloqueado. Las veces que viví en la casa de Lezama Lima aprendí que la gloria literaria era ingrata, y con el Padre Gaztelu, José Z. Tallet o Dulce María Loynaz, que uno podía perfectamente dejar de escribir porque ya esa necesidad, esa “urgencia” no se tenía. O había pasado. Tal vez sea algo como el sexo, que entre los jóvenes es casi un imperativo, pero no tanto entre los ancianos.
detesto la multitud
R.M.: ¿El poeta participa de todos los hombres...?
A.L.: Yo detesto la multitud. Jamás he ido a un desfile ni nunca pisé la Plaza Cívica (que no se llama de la Revolución) mientras Fidel parloteaba drogado y al sol. Pessoa era un ser oscuro, triste, extraño, bipolar o, mejor dicho, tripolar o cuatripolar. Y más. Eso le sirvió para sus heterónimos. Su libro sobre el desasosiego es verdaderamente desasosegador. Prefiero al Pessoa sensual que también estuvo fascinado por Antinoo. Yo lo estuve en mi adolescencia pero me parece ahora que era un sentimiento narcisista. El catolicismo tiene mucho de narcisismo porque crees que no vas a desaparecer del todo, que no serás borrado por el olvido si Dios te tiene en cuenta como un ser individual e irrepetible. Es la angustia de León Bloy y de Unamuno, aunque en éste último estaba también la insatisfacción sexual. En una carta que encontré en el Archivo Nacional de Cuba dirigida a José de la Luz León –un escritor hoy olvidado del todo en Cuba- Unamuno le confesaba que padecía de fimosis. Que no se operaba porque si su esposa paría con dolor el también deseaba engendrar con dolor. Pero esto, que es una aberración, no es sólo suya.
Yo me acabo de acostar hace media hora con un muchacho precioso que padece fimosis y dice que no se operará ni loco.
Oficio
que cada uno haga lo que le dé realmente su reverenda gana
R.M.: Pensemos en estas acciones: escribir, destruir, corregir, editar… ¿Consejos para escritores de (novela/poesía/o ambas)?
A.L.: Que cada uno haga lo que le dé realmente su reverenda gana. Pues he trabajado en la radio, la televisión, los periódicos y nunca he sido más feliz que cuando llevé un restaurante al lado del Palacio Real. Y después el Café Berlín de jazz de Madrid. Mi amistad con los escritores de Orígenes –Eliseo Diego, el Padre Gaztelu (mi mentor), Octavio Smith, Fina y Cintio- y mi propio catolicismo me llevaron a detestar lo trascendente a ultranza, y fui a parar al otro lado, descubriendo la fuerza de la inmanencia en Virgilio Piñera. El propio Padre Gaztelu me dijo que tirara al primer contenedor de la basura un libro que le había horrorizado: Los años de Orígenes, de Lorenzo García Vega. En vez de obedecerle lo leí y quedé deslumbrado con Lorenzo. Hasta hoy.
me encantaba el olor de la tinta fresca
y ver a los linotipistas como convertían en plomo las palabras
R.M.: ¿Cómo transita Lauro de la poesía a la narrativa?
A.L.: Yo comencé escribiendo narrativa pues ya de niño gané un montón de premios insignificantes y colaboré a los quince años en el periódico “Ahora” de Holguín. Entonces el diario se hacía de madrugada: Me encantaba el olor de la tinta fresca y ver a los linotipistas como convertían en plomo las palabras que yo escribía.
la literatura de masas me horripila
R.M.: ¿Qué es preciso evitar en literatura?
A.L.: Querer vivir de ella y hacerte rico por ella. Eso acaba prostituyéndote ante ti mismo, contigo mismo. Un proceso de envilecimiento que lo considero abominable. Tuve la poca fortuna de trabajar durante una, por suerte, corta temporada en una agencia literaria y verdaderamente terminas, si eres creador, insensible al arte de la palabra. Porque la palabra es un arte. Y en eso vuelvo a mi concepto aristocrático de quien soy. Me confieso clasista. Siempre lo he sido y no lo niego. La literatura de masas me horripila. Los bestseller igual. Los colegios internos donde los niños son domesticados como burros lo mismo. Mi madre, admiradora de la Revolución y de Fidel, me mandó a un colegio de becados y yo no quería. Las matrículas se habían terminado pero ella movió cielo y tierra, Roma con Santiago como se dice en España, sin importarle mi opinión. El apellido de ella –Escalante- abre puertas en el comunismo. A los cinco meses estaba ya de regreso a casa. Con tres amigos le prendí fuego a los exámenes de toda la escuela, por lo que tuvieron que repetirlo. Fui expulsado. Pocas veces he sido tan feliz mientras ella lloraba a mares por la deshonra de ese alumno execrable que era –que soy- yo.
Identificaciones de la literatura
depende de cada individuo
R.M.: ¿Es la escritura una salvación ante la neurosis y la locura?
A.L.: Sí. Pero depende de cada individuo. En mi caso es tan importante leer como escribir. Y yo diría que leer, más que escribir. Mi querido Juancho Armas Marcelo, el novelista y escritor canario, se me quedó mirando con sorna una vez que le dije que carecía de eso que se da en llamar “vanidad literaria” y que otro canario, Juan Cruz, retrata tan bien en su precioso libro Egos revueltos, que desde aquí recomiendo vivamente.
en Cuba deliramos todos. Constantemente.
Y lo seguimos haciendo cuando ya no estamos allí.

R.M.: ¿Qué coordenadas encuentra entre sueño, filosofía y escritura?
A.L.: He sido muy zambranista. El Dr. Lezcano, mi vecino de La Habana, era profesor de literatura en el exclusivo Colegio Baldor del Vedado, y tenía conferencia de María Zambrano mecanografiadas por ella, pues estuvo casi unos doce años en Cuba. María toca todos estos temas en El hombre y lo divino, un libro extraordinario pero de difícil aplicación en la vida real. La filosofía que no sirve para entender el reverso de lo real te deja en el mundo, o mejor dicho, el limbo de la especulación. El pintor Milián, amante del pintor Portocarrero, y uno de mis artistas cubanos preferidos, supo en sus tintas captar esas indagaciones en el yo inconsciente. Aunque el yo de Milián nada tiene que ver con el yo cubano del choteo de Mañach y que disecciona Fernando Ortíz, en Entre cubanos. Pero, ¿qué hacíamos entonces? Fina me contaba que ella veía la ropa tendida y leía a Plotino. Reina María Rodríguez desandaba con tres niños al borde de la madrugada en busca de la casa de la familia de Anaïs Nin, por una broma que le hice. Zoe Valdés regalándome las Memorias de Adriano en francés. Ella y Salvador Lemis son culpables de mi yourcenarismo ¿Y yo a la luz de una vela en los años noventa, con un calor asfixiante, qué hacía leyendo a Schopenhauer, mientras veía pintar a Clara Morera, a Zaida del Río, a Rodríguez Olazábal, a Piboyne Barceló…? Delirar… En Cuba deliramos todos. Constantemente. Y lo seguimos haciendo cuando ya no estamos allí.
he visto el placer de la escritura inmediata que rebasa el límite del placer
R.M.: ¿Qué relaciones encuentra entre escritura, sexo y placer?
A.L.: Bueno, bueno… Para el único escritor cubano que ha ganado el Premio Odisea de literatura erótica gay en España esto es una pregunta que se las trae. Hay escrituras que no tratan del sexo ni del placer. La escritura es un hecho. El sexo, otro. Y el placer, otro. Hay quien dice que acabar un libro es como un parto. Como no sé lo que es parir, ni lo sabré nunca, no sé si esta metáfora pueda ser real. Yo soy gay y nunca he tenido problemas con mi identidad. Es decir, soy gay y hombre, y no quiero ni nunca he querido ser mujer. Por eso no me identifico con ese tipo de homosexual que se encierra en un armario para vestirse de novia, como dice Lorca en Poeta en Nueva York, y que Norge Espinosa recrea en un poema muy conocido suyo. Con esa loca encerrada, retorcida y padeciendo no me identifico. Nunca fue un trauma cuando supe que me había enamorado de un amigo que me correspondía. Tal vez si me hubiera rechazado él como Dalí a Lorca hubiera sido un trauma. Y conste que me acosté plenamente con alguien a los veintiocho años, en un país donde se habla de esa precocidad sexual. A la verdad que yo era muy raro, pero también era bello. Y lo sabía. Que era listo e inteligente también. Y el Padre Gaztelu, que defendía a La Habana, según Lezama, en el prólogo que le hizo a su poemario Gradual de Laudes, junto a la pintora Gloria González, el poeta Pablo Armando Fernández, mi amiga Naty Revueltas, Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, Pedro Simón y, sobre todo María Luisa Bautista, viuda de Lezama Lima, Cleva Solís, Alejo Carpentier y Lilia Esteban, Walterio Carbonell y Clara Morera, Miguel Ángel Ponce –Poncito, el hijo del mítico Ponce de León-, Manila Hartman y Harold Gramatges, el geógrafo Núñez Jiménez y el arqueólogo José Manuel Guarch, Fina y Cintio y Dulce María Loynaz, la soprano Alice Dana, toda una corte de amigos mayores que yo pusieron en pocos meses La Habana entera a los pies de este guajirito de Holguín, que aprendió todo lo que sabía sin haberse movido jamás de Holguín. Las primeras amigas ya propiamente de mi generación fueron en ese orden, Zoe Valdés, Reyna María Rodríguez y Cira Andrés. Vaya digresión. La escritura se puede asumir por oficio. Yo mismo lo hice cuando colaboraba, por ejemplo, en el periódico “Ahora” de Holguín, y supe lo que es un articulista trabajando en “La Razón”, diario nacional de España, con ese maestro de maestros de periodistas que es mi admirado Luis María Anson. El sexo está más vinculado al placer. Pero en Anson he visto el placer de la escritura inmediata que rebasa el límite del placer para entrar en el terreno del amor. Y ya aquí nos remontamos a Platón. ¿Se puede tener sexo sin amor? Claro que sí. La prostitución juvenil a la que ha llevado Fidel Castro a nuestro país es constatable y vergonzoso. Ahora acaba de reconocer que han sido un error los campos de concentración para homosexuales (no se refirió a los religiosos) y se ha quedado tan fresco. Y el placer tiene una amplia gama de espectros y matices. Y va desde una buena mesa, una agradable compañía, una conversación inteligente, un buen cuadro, un buen concierto, un buen vino… hasta el masoquismo, que es un placer “gostoso” como diría ese gran, querido artista que es Caetano Veloso. Para mí es un gran placer ver triunfar en la pantalla a Andy García y Cameron Díaz, en el escenario en España –cuánto le costó- a Celia Cruz, Gloria Stefan, Lucrecia, Willy Chirino. Que salgan adelante las editoriales Verbum, Aduana Vieja, Betania, Colibrí de propietarios cubanos… Que el poeta Carlos Pintado quede finalista del Premio Adonis de España después de que ningún cubano lo accediera en casi veinte años… Que Danays Bautista, después de haberle amputado un brazo, siendo además ciega, vuelva a subir a un escenario y cantar. Que el bailarín Carlos Acosta triunfe en Londres. Que halla podido darle a través de un teléfono móvil el pésame a mi madre al morir mi abuela Balbina Batista Batista. Que los cubanos sepamos encausar el dolor de todos estas décadas a través de alguien como Pilar, una señora española que lo que ha hecho es enaltecer lo cubano y lo que los cubanos tenemos de generosos a través de una asociación altruista y sin ánimo de lucros como es Yemayá…En fin, que el restaurante Zara siga abierto con Pepe e Inés, que Alaska reivindique a las hermanas Benítez, tan amigas de Antonio Machín. Que el Centro Cubano de España retome el espíritu de personas como María Comellas, Conchita Massaguer y sus patrocinadores desde hace más de cuatro décadas…Ah y que una amiga me regale una edición original de Le Coté de Guermantes y de Sodome et Gomorra de Proust. Que mi doctora Choni me atienda a cualquier hora. Que en todos estos años no haya venido una sola vez a España Pablo Armando Fernández sin que me traiga noticias de mi familia y mis amigos… Ah y que en alguna fiesta en un sitio como “Los diablos azules” me dejen pinchar música cubana de los años 20 al 59, mientras le preparo Martini Dry a Joaquín Sabina y su bella dama peruana Ximena -la flor de nuestra canela-, Caballero Bonald, Chus Visor, Benjamín Prado, Almudena Grandes, García Montero… O comer platos hechos por Massiel, o ir con María Eugenia Yagüe al Palacio Real a saludar a los Reyes, a que Vichory me reprenda por perder el tiempo en cócteles de la alta sociedad, o salir borracho de casa de la presentadora María Teresa Campos mientras le improviso poemas de amor que nunca le diré…
me gustan las tintas, los puntos de oro y plata para escribir y los papeles repujados
R.M.:  ¿Hay una crisis de la palabra?
A.L.: Aquí seré breve. Yo no tengo messenger, ni estoy en ninguna red social. Ni tengo blog. Ya sé que es como querer escribir cartas a través de palomas mensajeras o mandar telegramas antes de que se inventara el teléfono… Me gustan las tintas, los puntos de oro y plata para escribir y los papeles repujados… Mandar las cartas por correo, ahora que nada más llegan a tu buzón papeles de bancos, publicidad y facturas…
Sin lengua
yo me escapé de Cuba
R.M.: Al llegar a España Ud. tuvo la posibilidad de seguir comunicándose en su lengua, algo con lo que no cuentan los escritores cubanos radicados en otros países de lengua no española. ¿Cómo cree que enfrentaron sus coetáneos el hecho de haberse quedado “sin lengua”?
A.L.: No me fui de Cuba. Yo me escapé de Cuba. Soy un exiliado político. Mis documentos todos fueron comprados en el mercado negro. Todo, menos el visado de España, que ya lo tenía por gestiones de Dulce María Loynaz, que le pesaba un enorme cargo de conciencia conmigo pues cuando de ella sólo nos ocupábamos su medio hermano Enrique, Cleva Solís, Petra Ballagas –viuda del poeta Regino Pedroso-, Yamile Mansur, Eusebio Leal, su madre adorada a quien llamé Madame Spengler, intenté publicarle dos libros suyos que salieron en España. Poco después recibiría el Cervantes. No diré –pero lo sé- quién le dijo que me estaba aprovechando de mi amistad para ganar dinero con su obra y aislarla de sus amigos de siempre. Sé que la carne es débil. No quiero hablar de esto porque me enfermo. Supo que era incierto. Pero yo no volví a pisar su casa, ni aunque su hermano me lo pidió una y otra vez y ella se quedó esperando-. Fue desde luego una canallada de mi parte. Pero estaba herido por alguien a quien amaba, y ya sabemos lo dolorosa y lo falso que cierran esas heridas. Ella estaba “sin lengua”, no existía, le calentaba por la tarde las sopas que le hacía Madame Spengler, tenía llave de su casa… Que lo pensara, aunque fuera remotamente, inducida por alguien cuya amistad le convenía no se lo perdoné. Hoy me pesa y el remordimiento algunas veces me acosa. Pero fue injusta. Se lo hice ver y lo peor, se lo hice pagar. No hubo ruegos de ella que yo escuchara, ni cartas, ni llamada, ni la intervención de su hermano. Fui un canalla, pero era una fiera herida. Y ella estaba acostumbrada a pagarlo todo con dinero. Constante y sonante. No puedo hablar de esto. Aún no me he repuesto. Ahora mismo siento una enorme arritmia y taquicardia.
me decía, mientras releía las miles de cartas [de Lezama Lima] que tenía, si esto se lo han hecho a él,
qué no me harán a mí o cualquier otro. Ahora se prepara su centenario en La Habana…
R.M.:  ¿Cómo define el “exilio” un escritor, es decir, una persona acostumbrada a vivir diferentes exilios e inxilios, incluso, en su propia tierra?
A.L.: La familia de mi padre es de Canarias, la de mi madre oriunda de Santander… Yo me he sentido muy poco cubano. A la verdad que prefiero las piscinas a la playa, el aire acondicionado a la brisa de Cojímar mitificada por Lezama Lima, un buen balneario con masajistas expertos a los cayos de la isla. Tampoco me gustan los mojitos, la trova tradicional la prefiero a la Nueva Trova. La voz de Silvio Rodríguez me parece la de un gato maullando. Detesto el sol al amanecer, los pájaros que cantan anunciando el alba –hora en que el proletariado va trabajar, no hay más que verles esas caras de imborrable alegría de los guajiros de Raúl Martínez, perdona la ironía- como reses al matadero-. Viví de cerca la tragedia de Lezama, dormí en su cama, me bañé en su ducha con un cubo de agua y un jarrito. Y yo me decía, mientras releía las miles de cartas que tenía, si esto se lo han hecho a él, qué no me harán a mí o cualquier otro. Ahora se prepara su centenario en La Habana… Mis últimos tres años me los pasé encerrado en una casona con 15 perros. Y recibía a seis o siete amigos los sábados por la tarde. En Cuba lo dejé todo. Lo perdí todo. Hasta el amor. Qué puede tentarme a estas alturas. Pensé que el mundo de las drogas sería novedoso. Pero no me interesa, aunque las probé. Recuperé la alegría caminando solo por las playas de Tarifa (Cádiz) a medianoche, a donde me llevó mi amiga María Rivas, del mundo de la moda. Mirando de lejos la luna llena y los balseros (cayucos los llaman aquí) de esos pobres negros africanos que perecen en la travesía del Estrecho de Gibraltar. La familia de mi padre sufrió un duro golpe cuando mi primo Carlos Costa fue abatido, tan bello, en las avionetas de los Hermanos al Rescate, un crimen impune: no hay más que oír una y mil veces la grabación de los militares castristas cuando le disparan a personas que sólo querían salvar vidas en alta mar. Esta herida que acabó con mi familia, ¿cómo se cura? Otro dato, tampoco me gustan los daiquirís ni las mulatas…
Roberto Fernández Echavarría ya se encarga de eso

R.M.:  ¿Qué cree de la literatura escrita “en el adentro” y “el afuera” de la isla?
A.L.: Ni la de adentro es tan excepcional, ni la de afuera tampoco. Como decía Madame Loynaz a Dios, bien que Él se lo puede pasar sin nosotros. Y canon del profesor Roberto González Echevarría ya se encarga de eso.

R.M.: ¿Su consideración acerca de la literatura latina en USA de origen cubano?
A.L.: A la verdad que esto debe responderlo Carlos Espinosa y no yo.

R.M.: ¿Cuáles son los síntomas y gestiones de la literatura hispanoamericana (y cubana, claro) en el Siglo XXI?
A.L.: Esta pregunta es para una agente literario.
una señora de casi ochenta años que me dijo que leyéndola
(había enviudado hace 30 años) había tenido sueños eróticos

R.M.: Una definición para el concepto literatura homo-erótica…
A.L.: El mayor elogio que recibió mi novela En brazos de Caín, además que estuvieron esa tarde conmigo amigos (la agente literaria Anne Marie Vallat y su hijo Eduardo Melon, el pintor Julio Matilla, Jorge Virgili Maidique, la cantante Massiel que después me hizo una cena) fue el de una señora de casi ochenta años que me dijo que leyéndola (había enviudado hace 30 años) había tenido sueños eróticos
¿Por qué los perros no pueden hablar con nosotros ...?
R.M.: ¿Una pregunta que siempre le haya martillado…? ¿Una posible respuesta para la misma?
A.L.: ¿Por qué los perros no pueden hablar con nosotros si son los mejores amigos del hombre…? ¿Por qué no existe todavía una academia de traducción ni un diccionario de ladridos para saber lo que nos dicen y se gastan los gobiernos miles de millones de dólares en llegar a la luna y en guerras inútiles?

2 comments:

Teresa Dovalpage said...

¡Ay, eso de darle la carta de amor al destinatario fue una barbaridad de tu amigo! Mira que la gente es fresca…Me encanta la foto, tiene una atmósfera como submarina. Y lo que más me ha gustado de la entrevista, que está súper, es esta frase:
La niñez y la adolescencia –adolecer, ya lo dice la misma palabra- son estados infames del ser humano
¡Verdad!
Pero no compares a Silvio con los gatos, que ofendes a los felinos. Mira que los míos maúllan de le mejor, hasta en sintonía. ¡Y voto por el diccionario de ladridos! Mariposa y Charlie Carlitos, mis Cavalier King Charles Spaniels, dicen que ellos colaborarán.
Hombre, y a mí también me gustaría aislarme en el Ritz, mira tú…
Y ojalá que Alberto Lauro escriba algún día sus memorias, que han de ser muy, muy sustanciosas.
Un abrazo desde Taos

Manny Lopez said...

Me gusto mucho la entrevista!