(Entre 15 y 20: Rita Martin entrevista a Joaquín Galvez)
Razones para la escritura
R.M.: ¿Origen de libros tales como El viaje de los elegidos y Trilogía del paria?
J.G.: Estos dos libros, al igual que mi primer poemario, Alguien canta en la resaca, fueron escritos en épocas y circunstancias diferentes; sin embargo, están imbricados por el tema del viaje. Y no hablo solamente del viaje geográfico, sino, además, del metafísico en ese territorio interior que se forma a medida que se adquiere una cosmovisión en el tiempo y el espacio que nos toca. En mis tres libros publicados está presente mi experiencia en los lugares en que he vivido, llámese La Habana, New York-New Jersey o Miami, los cuales se integran a un espacio y a un tiempo mayor: el universo humano y su atemporalidad.
Alguien canta en la resaca es un poemario que se inicia con dos poemas que evocan mi infancia y adolescencia. Luego se produce una ruptura con el medio y sus circunstancias, razón por la que abandono mi país y la experiencia exiliar pasa a ser el espacio protagónico de mi quehacer poético. El viaje de los elegidos, lo considero mi libro más logrado en lo que respecta a unidad temática. En el mismo predomina un tono filosófico y la vida es el territorio donde transcurre el viaje. Mi último poemario, Trilogía del paria, es un paradigma de la dispersión que me ha tocado vivir, pues lo conforman poemas escritos en tres décadas y geografías diferentes. Varios de estos poemas, sobre todos los escritos en Cuba, estuvieron engavetados durante años. Pero gracias a la duda que me embargó entregarlos a la imprenta a esa temprana edad, la madurez que otorga el tiempo se encargó de decidir su publicación.
R.M.: ¿Cómo describirías tu proceso creativo?
J.G.: Hubo un tiempo en que escribir poesía era para mí una posesión –divina y diabólica-, algo que también se llama inspiración; muy productiva, por cierto, pero, al mismo tiempo, peligrosa, ya que bajo su influjo solemos enamorarnos de un texto determinado. Más tarde comprendí que la inspiración, con la misma intensidad que nos permite escribir a borbotones, también nos puede embaucar con un escrito desigual. En la actualidad, sin prescindir completamente de la inspiración, existe un proceso de creación más consciente, el cual me permite identificar cuando un poema ni siquiera merece ser terminado.
Soledad y multiplicidad
R.M.: ¿Cómo supera los malos momentos de bloqueo o página en blanco?
J.G.: Cada vez que caigo en esos bloqueos, me siento como si me faltara un órgano vital ante la página en blanco. Entonces, acudo a mis lecturas preferidas, a esos poetas que forman parte de mi antología personal. Camino por la ciudad, voy al mar, hurgo en la memoria, hago apuntes, etc. Pues a la poesía hay que provocarla, y para ello el poeta debe ser la musa de las musas. La escritura se gesta en un espacio vital e intimo, el cual puede ser invadido por la rutina, el tiempo ajeno, los ruidos y otros usurpadores postmodernos. El escritor debe velar por la privacidad de ese espacio: su templo sagrado
R.M.: Para Pessoa su ser “participaba de todos los hombres (…) una suma de no-yos sintetizada en un yo postizo. ¿Y para Ud.?
J.G.: Creo que el escritor tiene la virtud de apoderarse de otras vidas, de recrearlas e incorporarlas a su yo creativo. En el manifiesto surrealista, Breton consigna: “Imaginación lo que más me gusta de ti es que tú no perdonas”. La literatura es un espacio único donde se permite abolir las fronteras, al menos, las del imaginario creativo. La literatura, y el arte en general, corrobora y expone esa realidad oculta que es la multiplicidad del yo participando en un solo individuo, tal como lo hizo Pessoa con su heterónimos y Borges en su afán de poseer la otredad con personajes reales y ficticios, para así ser “ese hombre que es todos los hombres”.
Oficio
R.M.: ¿Consejos para escritores de (novela/poesía/o ambas)?
J.G.: Escriba, corrija, edite, pero no se apresure y destruya de inmediato la página escrita. Si no considera publicable un texto, guárdelo y póngalo a descansar por un tiempo. Revíselo de nuevo, tal vez sobreviva alguna frase germinadora de un texto diferente. No sea triunfalista con lo que escribe, dude y pula –sin caer en la obsesión correctora de Juan Ramón Jiménez-, pero no aborte el texto echándolo a la basura; dele un tiempo antes de declarar su sentencia.
R.M.: ¿Qué es preciso evitar en literatura?
J.G.: Entre otras cosas, es preciso evitar la imitación y la falta de autenticidad. Es preferible fracasar con criterio, que adulterar nuestro ser creativo en busca de reconocimiento crítico y aceptación popular. Existe en este aspecto dos tendencias entre los escritores: la que quiere fama y supedita su talento a cierta moda literaria -por lo general, comercial e intrascendente-, y otra en la que el escritor adopta un estilo que no le corresponde para obtener el beneplácito de cierta élite o grupo.
Identificaciones de la literatura
R.M.: ¿Es la escritura una salvación ante la neurosis y la locura?
J.G.: Freud, que dedicó su vida al estudio del subconsciente, reconoció en la labor creativa un método eficaz de curación, pues, al entregarnos a la misma, podemos olvidarnos sanamente de nosotros mismos. La escritura facilita que la energía mental, lastrada por los traumas y su galería de fantasmas, se transforme en algo productivo. El arte y la literatura subliman sentimientos que, de otra forma, pudieran resultar en realidad trágica. En la creación artística es donde único la locura se puede volver cuerda, pues lleva el sello de la belleza. No cabe duda que en La metamorfosis sale a relucir la personalidad neurótica de Kafka. Otro ejemplo es el de Virginia Woolf, una escritora que sufría de trastornos maniaco-depresivos, o bipolaridad, y que, sin embargo, logró construir todo un universo literario a partir de su experiencia personal.
R.M.: ¿Qué coordenadas encuentra entre sueño, filosofía y escritura?
J.G.: Creo que la literatura es el catalizador donde convergen sueño y filosofía. Los sueños, como parte de de esa realidad etérea que transcurre en nuestro subconsciente, afloran en el proceso de creación, a tal punto que pueden desenmascarar al escritor. Gracias al sueño existe la literatura mitológica y la fantástica. El movimiento surrealista es el sueño hecho escuela o método de creación. Con respecto a la filosofía, la misma está presente de alguna forma en toda obra literaria, así sea en sus bordes. A diferencia del filósofo, el escritor no se propone encontrarle solución a los problemas de la existencia humana, pero sí plasma su visión de la vida, la cual no está reñida con la filosofía.
R.M.: ¿Qué relaciones encuentra entre escritura, sexo y placer?
J.G.: La escritura y el sexo son dos placeres diferentes; pero si hay que encontrar simetrías, te diría que en la historia de la literatura el sexo siempre ha sido un tema recurrente, aun cuando no esté expuesto gráficamente como suele hacerse en la actualidad. En La Ilíada, la guerra de Troya la causa la libido de Paris, cuya fuerza destructiva anula la razón para que se lleve a cabo el rapto de la bella Helena. Edipo es culpable por inocente como consecuencia de una relación incestuosa con una mujer que desconocía que era su madre. Don Juan, arquetipo literario del mujeriego, encuentra el verdadero amor en una de sus andanzas sexuales. Por otra parte, existe una literatura en la que el sexo es la órbita en torno a la cual gira una obra, también llamada literatura erótica. Ejemplos de este tipo de literatura son las obras del Marqués de Sade, D.H. Lawrence, Henry Miller, Anaïs Ninn, etc. La escritura no es un orgasmo, pero si una catarsis por donde fluye la fuerza instintiva del sexo.
R.M.: La rapidez del cinematógrafo y de la internet… ¿cómo vincula este mundo de imágenes con la literatura? ¿Hay una crisis de la palabra?
J.G.: La postmodernidad, que se caracteriza por el alto desarrollo tecnológico, es la expresión misma de la imagen a través de medios visuales como la televisión, el cine y el internet. Creo que la imagen, aunque sea una herramienta de aprendizaje, jamás podrá bucear en las interioridades del ser humano con la misma profundidad con que lo hace la literatura. Por eso, cuando vemos una película basada en una novela, nos deja casi siempre esa sensación de lo inconcluso. El internet ha ayudado a economizar los gastos del material literario impreso, como lo demuestran los blogs y las revistas digitales; aunque considero que el libro es el objeto idóneo para realizar esa experiencia única que es la lectura. Quien pierda el contacto con la palabra escrita, también perderá el contacto consigo mismo.
Sin lengua
R.M.: Al llegar a EE.UU donde la lengua principal es el inglés: ¿cómo enfrentó el hecho de haberse quedado “sin lengua”?
J.G.: Cuando llegué a los Estados Unidos me encontraba en una etapa de efervescencia creativa, la cual se interrumpió por un tiempo, debido a que tuve que enfrentar mi nueva realidad, y para ello era necesario aprender el idioma de este país. No obstante, creo que el hecho de haberme quedado mudo por un tiempo, es decir, de haber interrumpido mi labor creativa mientras me dedicaba a aprender inglés y a sobrevivir realizando diferentes trabajos, me sirvió para nutrirme de nuevas vivencias y lecturas. En efecto, el conocimiento del idioma inglés y el haber estudiado en universidades de Estados Unidos me han permitido leer y estudiar la obra de escritores y poetas de habla inglesa, que es como quedar a salvo de las precariedades de ciertas traducciones. Sin duda, todo esto me ha resultado harto beneficioso, aun cuando la escritura literaria sólo la ejerza en mi lengua materna.
R.M.: ¿Cómo define el “exilio” un escritor, es decir, una persona acostumbrada a vivir diferentes exilios e inxilios, incluso, en su propia tierra?
J.G.: El exilio para mí ha tenido diversos rostros. He conocido el exilio en el sentido estricto de la palabra al vivir esa escisión que se produce cuando abandonamos el país de origen y nos vemos obligado a pasar por un proceso de asimilación cultural en suelo foráneo. Por otra parte, opino que el exilio ha rescatado a muchos cubanos que tuvieron que vivir un inxilio en la Isla, donde eran verdaderos parias a causa de las imposiciones del régimen totalitario. Desde esta óptica, el exilio ha sido una experiencia enriquecedora para mí. Gracias al exilio he podido leer y escribir lo que he querido, así como viajar y conocer personas de diferentes latitudes. Otro rostro del exilio es el que entraña la condición de escritor, la cual te convierte en un eterno inconforme y en un habitante de una realidad aparte, no importa donde estés. Coincido con Octavio Paz cuando dice que “el poeta siempre es un exiliado”.
R.M.: ¿Cuáles son los síntomas y gestiones de la literatura hispanoamericana (y cubana, claro) en el Siglo XXI? ¿Cuáles para la literatura Latina en USA?
J.G.: La literatura hispanoamericana actual se mueve en diferentes direcciones. Existe una nueva generación de narradores latinoamericanos que se ha apartado, para bien suyo, del acendrado realismo mágico y cuyas obras muestran una gama de temas, tales como el realismo social y sucio, el esoterismo y la espiritualidad de la nueva era, así como una vuelta al género policiaco y fantástico. Claro está, la diversidad temática no significa que predomine la calidad, pues, de hecho, las grandes editoriales hispanoamericanas publicitan mucha literatura prescindible. En el caso de la literatura cubana, el peso de la realidad se ha impuesto y existe una tendencia a dar testimonio de la misma con un relato que se confunde en muchas ocasiones con la crónica periodística. Por supuesto, existen escritores cubanos que han sabido sacar provecho de esa realidad haciendo verdadera literatura. Con respecto a la literatura de escritores latinos que escriben en inglés en los Estados Unidos, me parece lamentable que el tipo de literatura que más se divulgue sea aquella en la que predomina el aspecto étnico, algo que nos reduce a meros seres exóticos en la mirada del lector norteamericano.
R.M.: ¿Una pregunta que siempre le haya martillado…? ¿Una posible respuesta para la misma?
J.G.: En un mundo dominado por la imagen fílmica y el internet, y en el que los lectores escasean, incluso los de narrativa, cabe preguntarse, ¿para qué y para quién escribimos poesía? La respuesta la di en un haiku: “Léase o no haiku, aún gozo este juego de lo infinito”.
Antes de terminar
R.M.: ¿Por qué el bitácora La otra esquina de las palabras? Háblenos de su gestión como promotor cultural
J.G.: Durante todo este tiempo que he vivido en Miami, me he cansado de escuchar que esta ciudad es un páramo cultural, cuando en ella viven en la actualidad una gran cantidad de escritores y artistas talentosos de Cuba y otras nacionalidades latinoamericanas. La Otra Esquina de las Palabras (tertulia) es otro espacio cultural alternativo, que se ha propuesto mostrarle al público miamense, interesado en la cultura, el talento local con el que cuenta. La gestión individual en Miami, tal como lo hizo Manny López en Zu Galería, por ponerte un solo ejemplo, es la que está consiguiendo que Miami se libre de ese estigma que no le pertenece. No obstante, es también necesario que estos proyectos trasciendan la duración de un chispazo y logren cierta permanencia. Al igual que la tertulia, el blog La Otra esquina de las palabras es un espacio de promoción literaria y cultural, un muestrario de diversidad creativa, que sólo toma en cuenta la calidad de la obra.
Razones para la escritura
R.M.: ¿Por qué escribes?
J.G.: Comencé a escribir cuando tenía 14 años, porque sentí la necesidad de expresarme por medio de la escritura. Lo primero que intenté hacer fue una novela, pero no terminé de escribirla ya que descubrí en la poesía mi verdadera vocación literaria. Desde luego, la vocación es tan sólo un llamado, pues el verdadero escritor debe someterse a los rigores del oficio, es decir, a la obtención de un conocimiento profundo, que sólo se logra a través de la lectura. Pienso, pues, que escribir es un acto de placer, pero que, a su vez, entraña un grado de conciencia estética por parte del escritor, cuya búsqueda termina convirtiéndose en hallazgo en los ojos del lector. R.M.: ¿Origen de libros tales como El viaje de los elegidos y Trilogía del paria?
J.G.: Estos dos libros, al igual que mi primer poemario, Alguien canta en la resaca, fueron escritos en épocas y circunstancias diferentes; sin embargo, están imbricados por el tema del viaje. Y no hablo solamente del viaje geográfico, sino, además, del metafísico en ese territorio interior que se forma a medida que se adquiere una cosmovisión en el tiempo y el espacio que nos toca. En mis tres libros publicados está presente mi experiencia en los lugares en que he vivido, llámese La Habana, New York-New Jersey o Miami, los cuales se integran a un espacio y a un tiempo mayor: el universo humano y su atemporalidad.
Alguien canta en la resaca es un poemario que se inicia con dos poemas que evocan mi infancia y adolescencia. Luego se produce una ruptura con el medio y sus circunstancias, razón por la que abandono mi país y la experiencia exiliar pasa a ser el espacio protagónico de mi quehacer poético. El viaje de los elegidos, lo considero mi libro más logrado en lo que respecta a unidad temática. En el mismo predomina un tono filosófico y la vida es el territorio donde transcurre el viaje. Mi último poemario, Trilogía del paria, es un paradigma de la dispersión que me ha tocado vivir, pues lo conforman poemas escritos en tres décadas y geografías diferentes. Varios de estos poemas, sobre todos los escritos en Cuba, estuvieron engavetados durante años. Pero gracias a la duda que me embargó entregarlos a la imprenta a esa temprana edad, la madurez que otorga el tiempo se encargó de decidir su publicación.
R.M.: ¿Cómo describirías tu proceso creativo?
J.G.: Hubo un tiempo en que escribir poesía era para mí una posesión –divina y diabólica-, algo que también se llama inspiración; muy productiva, por cierto, pero, al mismo tiempo, peligrosa, ya que bajo su influjo solemos enamorarnos de un texto determinado. Más tarde comprendí que la inspiración, con la misma intensidad que nos permite escribir a borbotones, también nos puede embaucar con un escrito desigual. En la actualidad, sin prescindir completamente de la inspiración, existe un proceso de creación más consciente, el cual me permite identificar cuando un poema ni siquiera merece ser terminado.
Soledad y multiplicidad
R.M.: ¿Cómo supera los malos momentos de bloqueo o página en blanco?
J.G.: Cada vez que caigo en esos bloqueos, me siento como si me faltara un órgano vital ante la página en blanco. Entonces, acudo a mis lecturas preferidas, a esos poetas que forman parte de mi antología personal. Camino por la ciudad, voy al mar, hurgo en la memoria, hago apuntes, etc. Pues a la poesía hay que provocarla, y para ello el poeta debe ser la musa de las musas. La escritura se gesta en un espacio vital e intimo, el cual puede ser invadido por la rutina, el tiempo ajeno, los ruidos y otros usurpadores postmodernos. El escritor debe velar por la privacidad de ese espacio: su templo sagrado
R.M.: Para Pessoa su ser “participaba de todos los hombres (…) una suma de no-yos sintetizada en un yo postizo. ¿Y para Ud.?
J.G.: Creo que el escritor tiene la virtud de apoderarse de otras vidas, de recrearlas e incorporarlas a su yo creativo. En el manifiesto surrealista, Breton consigna: “Imaginación lo que más me gusta de ti es que tú no perdonas”. La literatura es un espacio único donde se permite abolir las fronteras, al menos, las del imaginario creativo. La literatura, y el arte en general, corrobora y expone esa realidad oculta que es la multiplicidad del yo participando en un solo individuo, tal como lo hizo Pessoa con su heterónimos y Borges en su afán de poseer la otredad con personajes reales y ficticios, para así ser “ese hombre que es todos los hombres”.
Oficio
R.M.: ¿Consejos para escritores de (novela/poesía/o ambas)?
J.G.: Escriba, corrija, edite, pero no se apresure y destruya de inmediato la página escrita. Si no considera publicable un texto, guárdelo y póngalo a descansar por un tiempo. Revíselo de nuevo, tal vez sobreviva alguna frase germinadora de un texto diferente. No sea triunfalista con lo que escribe, dude y pula –sin caer en la obsesión correctora de Juan Ramón Jiménez-, pero no aborte el texto echándolo a la basura; dele un tiempo antes de declarar su sentencia.
R.M.: ¿Qué es preciso evitar en literatura?
J.G.: Entre otras cosas, es preciso evitar la imitación y la falta de autenticidad. Es preferible fracasar con criterio, que adulterar nuestro ser creativo en busca de reconocimiento crítico y aceptación popular. Existe en este aspecto dos tendencias entre los escritores: la que quiere fama y supedita su talento a cierta moda literaria -por lo general, comercial e intrascendente-, y otra en la que el escritor adopta un estilo que no le corresponde para obtener el beneplácito de cierta élite o grupo.
Identificaciones de la literatura
R.M.: ¿Es la escritura una salvación ante la neurosis y la locura?
J.G.: Freud, que dedicó su vida al estudio del subconsciente, reconoció en la labor creativa un método eficaz de curación, pues, al entregarnos a la misma, podemos olvidarnos sanamente de nosotros mismos. La escritura facilita que la energía mental, lastrada por los traumas y su galería de fantasmas, se transforme en algo productivo. El arte y la literatura subliman sentimientos que, de otra forma, pudieran resultar en realidad trágica. En la creación artística es donde único la locura se puede volver cuerda, pues lleva el sello de la belleza. No cabe duda que en La metamorfosis sale a relucir la personalidad neurótica de Kafka. Otro ejemplo es el de Virginia Woolf, una escritora que sufría de trastornos maniaco-depresivos, o bipolaridad, y que, sin embargo, logró construir todo un universo literario a partir de su experiencia personal.
R.M.: ¿Qué coordenadas encuentra entre sueño, filosofía y escritura?
J.G.: Creo que la literatura es el catalizador donde convergen sueño y filosofía. Los sueños, como parte de de esa realidad etérea que transcurre en nuestro subconsciente, afloran en el proceso de creación, a tal punto que pueden desenmascarar al escritor. Gracias al sueño existe la literatura mitológica y la fantástica. El movimiento surrealista es el sueño hecho escuela o método de creación. Con respecto a la filosofía, la misma está presente de alguna forma en toda obra literaria, así sea en sus bordes. A diferencia del filósofo, el escritor no se propone encontrarle solución a los problemas de la existencia humana, pero sí plasma su visión de la vida, la cual no está reñida con la filosofía.
R.M.: ¿Qué relaciones encuentra entre escritura, sexo y placer?
J.G.: La escritura y el sexo son dos placeres diferentes; pero si hay que encontrar simetrías, te diría que en la historia de la literatura el sexo siempre ha sido un tema recurrente, aun cuando no esté expuesto gráficamente como suele hacerse en la actualidad. En La Ilíada, la guerra de Troya la causa la libido de Paris, cuya fuerza destructiva anula la razón para que se lleve a cabo el rapto de la bella Helena. Edipo es culpable por inocente como consecuencia de una relación incestuosa con una mujer que desconocía que era su madre. Don Juan, arquetipo literario del mujeriego, encuentra el verdadero amor en una de sus andanzas sexuales. Por otra parte, existe una literatura en la que el sexo es la órbita en torno a la cual gira una obra, también llamada literatura erótica. Ejemplos de este tipo de literatura son las obras del Marqués de Sade, D.H. Lawrence, Henry Miller, Anaïs Ninn, etc. La escritura no es un orgasmo, pero si una catarsis por donde fluye la fuerza instintiva del sexo.
R.M.: La rapidez del cinematógrafo y de la internet… ¿cómo vincula este mundo de imágenes con la literatura? ¿Hay una crisis de la palabra?
J.G.: La postmodernidad, que se caracteriza por el alto desarrollo tecnológico, es la expresión misma de la imagen a través de medios visuales como la televisión, el cine y el internet. Creo que la imagen, aunque sea una herramienta de aprendizaje, jamás podrá bucear en las interioridades del ser humano con la misma profundidad con que lo hace la literatura. Por eso, cuando vemos una película basada en una novela, nos deja casi siempre esa sensación de lo inconcluso. El internet ha ayudado a economizar los gastos del material literario impreso, como lo demuestran los blogs y las revistas digitales; aunque considero que el libro es el objeto idóneo para realizar esa experiencia única que es la lectura. Quien pierda el contacto con la palabra escrita, también perderá el contacto consigo mismo.
Sin lengua
R.M.: Al llegar a EE.UU donde la lengua principal es el inglés: ¿cómo enfrentó el hecho de haberse quedado “sin lengua”?
J.G.: Cuando llegué a los Estados Unidos me encontraba en una etapa de efervescencia creativa, la cual se interrumpió por un tiempo, debido a que tuve que enfrentar mi nueva realidad, y para ello era necesario aprender el idioma de este país. No obstante, creo que el hecho de haberme quedado mudo por un tiempo, es decir, de haber interrumpido mi labor creativa mientras me dedicaba a aprender inglés y a sobrevivir realizando diferentes trabajos, me sirvió para nutrirme de nuevas vivencias y lecturas. En efecto, el conocimiento del idioma inglés y el haber estudiado en universidades de Estados Unidos me han permitido leer y estudiar la obra de escritores y poetas de habla inglesa, que es como quedar a salvo de las precariedades de ciertas traducciones. Sin duda, todo esto me ha resultado harto beneficioso, aun cuando la escritura literaria sólo la ejerza en mi lengua materna.
R.M.: ¿Cómo define el “exilio” un escritor, es decir, una persona acostumbrada a vivir diferentes exilios e inxilios, incluso, en su propia tierra?
J.G.: El exilio para mí ha tenido diversos rostros. He conocido el exilio en el sentido estricto de la palabra al vivir esa escisión que se produce cuando abandonamos el país de origen y nos vemos obligado a pasar por un proceso de asimilación cultural en suelo foráneo. Por otra parte, opino que el exilio ha rescatado a muchos cubanos que tuvieron que vivir un inxilio en la Isla, donde eran verdaderos parias a causa de las imposiciones del régimen totalitario. Desde esta óptica, el exilio ha sido una experiencia enriquecedora para mí. Gracias al exilio he podido leer y escribir lo que he querido, así como viajar y conocer personas de diferentes latitudes. Otro rostro del exilio es el que entraña la condición de escritor, la cual te convierte en un eterno inconforme y en un habitante de una realidad aparte, no importa donde estés. Coincido con Octavio Paz cuando dice que “el poeta siempre es un exiliado”.
R.M.: ¿Cuáles son los síntomas y gestiones de la literatura hispanoamericana (y cubana, claro) en el Siglo XXI? ¿Cuáles para la literatura Latina en USA?
J.G.: La literatura hispanoamericana actual se mueve en diferentes direcciones. Existe una nueva generación de narradores latinoamericanos que se ha apartado, para bien suyo, del acendrado realismo mágico y cuyas obras muestran una gama de temas, tales como el realismo social y sucio, el esoterismo y la espiritualidad de la nueva era, así como una vuelta al género policiaco y fantástico. Claro está, la diversidad temática no significa que predomine la calidad, pues, de hecho, las grandes editoriales hispanoamericanas publicitan mucha literatura prescindible. En el caso de la literatura cubana, el peso de la realidad se ha impuesto y existe una tendencia a dar testimonio de la misma con un relato que se confunde en muchas ocasiones con la crónica periodística. Por supuesto, existen escritores cubanos que han sabido sacar provecho de esa realidad haciendo verdadera literatura. Con respecto a la literatura de escritores latinos que escriben en inglés en los Estados Unidos, me parece lamentable que el tipo de literatura que más se divulgue sea aquella en la que predomina el aspecto étnico, algo que nos reduce a meros seres exóticos en la mirada del lector norteamericano.
R.M.: ¿Una pregunta que siempre le haya martillado…? ¿Una posible respuesta para la misma?
J.G.: En un mundo dominado por la imagen fílmica y el internet, y en el que los lectores escasean, incluso los de narrativa, cabe preguntarse, ¿para qué y para quién escribimos poesía? La respuesta la di en un haiku: “Léase o no haiku, aún gozo este juego de lo infinito”.
Antes de terminar
R.M.: ¿Por qué el bitácora La otra esquina de las palabras? Háblenos de su gestión como promotor cultural
J.G.: Durante todo este tiempo que he vivido en Miami, me he cansado de escuchar que esta ciudad es un páramo cultural, cuando en ella viven en la actualidad una gran cantidad de escritores y artistas talentosos de Cuba y otras nacionalidades latinoamericanas. La Otra Esquina de las Palabras (tertulia) es otro espacio cultural alternativo, que se ha propuesto mostrarle al público miamense, interesado en la cultura, el talento local con el que cuenta. La gestión individual en Miami, tal como lo hizo Manny López en Zu Galería, por ponerte un solo ejemplo, es la que está consiguiendo que Miami se libre de ese estigma que no le pertenece. No obstante, es también necesario que estos proyectos trasciendan la duración de un chispazo y logren cierta permanencia. Al igual que la tertulia, el blog La Otra esquina de las palabras es un espacio de promoción literaria y cultural, un muestrario de diversidad creativa, que sólo toma en cuenta la calidad de la obra.
Encuestas/Entrevistas © Rita Martin
2 comments:
magnífica entrevista
Conocí a Joaquín en una clase de cine latinoamericano en FIU y siempre vi en él la vibración que mueve a todo intelectual por hacer mella en la época que le ha tocado vivir:"La otra esquina de las palabras" es una tertulia que en forma de libro abierto va pasando revista al panorama cultural de la ciudad de Miami. Felicidades por la doble labor de escritor y gestor cultural
Amílcar Barca
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