Miriam Bermúdez y Yoan Vega. Foto: Miguel Pascual. |
Diario de las Américas. 12.04.2010
Más vale tarde que nunca, afirma el viejo refrán. Comentario que debemos al estreno de Flores no me pongan, de la escritora cubana, afincada en Estados Unidos, Rita Martin, que el grupo Akuara Teatro, bajo la dirección de Yvonne López Arenal, presentara en la sala Havanafama hace tres semanas.
Asumir un argumento de esta envergadura, donde se trata de “revivir” un personaje tan célebre y polémico como la escritora inglesa Virginia Woolf (1882–1941), e incluso algo distante a nuestra cultura hispánica, es tarea de titanes. Aproximación que la autora evoca a partir de la aparición del espectro de Virginia por medio de un monólogo que, aludiendo al tiempo pasado, pero visto con la perspectiva de hoy, arremete contra todo lo que cree haberle hecho daño hasta enloquecerla. Vertiente que ratifica lo que el personaje fue y quedó por ser. De ahí el título Flores no me pongan. Una arriesgada apreciación que Rita Martin expone para hacer hablar al personaje sin mayores ataduras.
Desconozco el texto original y los ajustes que pudo haber tenido, pero percibo a la imagen fantasmagórica de Virginia secundada por las voces de quienes marcaron su vida de alguna manera. Sucesión de acusaciones y menciones de pasajes muy específicos que aluden al conflicto inminente, pero sin marcar con mucho énfasis el hilo conductor del argumento.
Hay alusiones que van desde la infancia, su condición de esposa y seductora, escritora triunfal y reprochada, hasta mujer adelantada a su época, experiencias lésbicas y el aparente golpe final que pudo haber sido el bombardeo nazi a su ciudad. Un texto que resulta ser ligeramente reflexivo y exige la atención minuciosa del lector o el público en este caso.
De hecho, Yvonne López Arenal asume la puesta en escena con una escenografía mínima e imprescindible que resulta ser efectiva. Una mesa de poca altura sirve de asiento y estrado primero, y luego es lecho para los placeres, mientras un par de teléfonos que cuelgan del techo parece aludir al contacto inevitable del personaje con la realidad.
Miriam Bermúdez interpreta a Virginia bajo la dirección de Yvonne con una emotiva caracterización que, si bien resulta ser emocional y convincente, deja a este espectador con el deseo de haber presenciado un aumento gradual de la intensidad.
Las voces que persiguen a Virginia tienen por rostro a Joan Vega. Un joven actor que, sin interponerse a la actuación de Miriam, interactúa con la actriz y logra desglosar algunas de las caracterizaciones que traen la dosis necesaria de realismo a la obra y sobre todo la esperada comprensión del “conflicto inminente”. Interpretación conjunta que, acompañada con movimientos corporales, resalta el atractivo poético que emana la mención del personaje en cuestión.
El uso de ciertas citas literarias evoca el entorno natural del sujeto, mientras otras más recientes, así como la música compuesta por Aurelio de la Vega, las canciones de The Beatles y el ya célebre We are the champions de Queen, lo acerca a nuestro tiempo, que es cuando, definitivamente, tiene lugar la aparición del espectro.
En Flores no me pongan Rita Martin apuesta ante todo por la liberación del pensamiento femenino y para ello emplea a Virginia Woolf por ser precisamente una heroína. Jugada y desafío que Yvonne López Arenal secunda con buenos deseos para darnos una de las proposiciones argumentales más emotivas del año.
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