A pesar de que la literatura cubana se encuentra representada en la exclusiva lista del Premio Cervantes (Carpentier, Loynaz, Cabrera Infante), no tenía aún ningún representante en el Premio Sofía hasta ayer 28 de abril del 2011, en que Fina García-Marruz (La Habana,1923) recibiera esta distinción, ubicándose como la tercera mujer en recibirlo, tras la portuguesa Sophia de Mello Breyner (2003) y la peruana Blanca Varela (2007), y junto a nombres como los chilenos Gonzalo Rojas (1992), Nicanor Parra (2001), y el uruguayo Mario Benedetti (1999).
En un comentario publicado hoy por el periódico El Mercurio, se informa que García-Marruz se impuso a 56 candidatos y se alzó con el galardón, cuyo fallo fue divulgado en el Palacio Real de Madrid. "Recibir este premio, en primer lugar, ha sido una sorpresa muy grande, no me lo esperaba, naturalmente", dijo García-Marruz en declaraciones a la televisión estatal de la Isla. "Además ha sido una emoción muy grande, pues ese premio es también un homenaje a Orígenes", dijo en alusión al grupo de poetas de la revista Orígenes (1944-1956), de la cual fue fundadora junto con su esposo Cintio Vitier (1921-2009).
El premio tiene como objetivo reconocer el conjunto de la obra literaria de un autor vivo, que por sus valores constituye un aporte al patrimonio cultural de Iberoamérica y España. La poeta y ensayista cubana se convierte así en la vigésima autora en inscribir su nombre en esta lista. La producción de García Marruz, atravesada por una gran espiritualidad, ha mostrado un compromiso a la poesía de filiación cristiana y en la misma sobresalen los poemarios siguientes: Poemas, 1942; Transfiguración de Jesús en el Monte, 1947; Las miradas perdidas, 1951; Visitaciones, 1970; Viaje a Nicaragua, 1987; Poesías escogidas, 1984; Créditos de Charlot, 1990 (Premio de la Crítica 1991); Los Rembrandt de l'Hermitage, 1992; Viejas melodías, Caracas, 1993; Nociones elementales y algunas elegías, Caracas, 1994; Habana del centro, 1997; Antología poética, 1997; Poesía escogida, Editorial Norma S.A., Bogotá, 1999. A pesar de que su último libro editado fue en 1999, la poeta se ha mantenido escribiendo, contando así tanto con títulos inédos itos escritos en el pasado como con libros escritos recientemente, ambos aun inéditos por circunstancias históricas.
No menos importante resulta el trabajo de Fina García-Marruz en el ensayo, donde destacan magistrales estudios como Poesías de Juana Borrero, 1967, 1977; Los versos de Martí, 1968; Bécquer o la leve bruma, 1971; Hablar de la poesía, 1986 (Premio de la Crítica 1987); La literatura en el Papel Periódico de la Habana, con Cintio Vitier y Roberto Friol, 1991; La familia de Orígenes, 1997 y Temas martianos en sus tres volúmenes.
Graduada en Ciencias Sociales, trabajó desde 1962 como investigadora literaria en la Biblioteca Nacional José Martí e integró desde su fundación en 1977 hasta 1987 el equipo de investigadores del Centro de Estudios Martianos. En éste, fue parte y arte del equipo realizador de la edición crítica de las Obras completas de José Martí.
FINA GARCÍA MARRUZ: MUESTRA POÉTICA
CINE MUDO
No es que le falte
el sonido,
es que tiene
el silencio.
el sonido,
es que tiene
el silencio.
Sé el que eres. Píndaro
Ama la superficie casta y triste.
Lo profundo es lo que se manifiesta.
La playa lila, el traje aquel, la fiesta
pobre y dichosa de lo que ahora existe.
Lo profundo es lo que se manifiesta.
La playa lila, el traje aquel, la fiesta
pobre y dichosa de lo que ahora existe.
Sé el que eres, que es ser el que tú eras,
al ayer, no al mañana, el tiempo insiste,
sé sabiendo que cuando nada seas
de ti se ha de quedar lo que quisiste.
al ayer, no al mañana, el tiempo insiste,
sé sabiendo que cuando nada seas
de ti se ha de quedar lo que quisiste.
No mira Dios al que tú sabes que eres
-la luz es ilusión, también locura-
sino la imagen tuya que prefieres,
-la luz es ilusión, también locura-
sino la imagen tuya que prefieres,
que lo que amas torna valedera,
y puesto que es así, sólo procura
que tu máscara sea verdadera.
y puesto que es así, sólo procura
que tu máscara sea verdadera.
Y sin embargo sé que son tinieblas
las luces del hogar a que me aferro,
me agarro a una mampara, a un hondo hierro
y sin embargo sé que son tinieblas.
las luces del hogar a que me aferro,
me agarro a una mampara, a un hondo hierro
y sin embargo sé que son tinieblas.
Porque he visto una playa que no olvido,
la mano de mi madre, el interior de un coche,
comprendo los sentidos de la noche,
porque he visto una playa que no olvido.
la mano de mi madre, el interior de un coche,
comprendo los sentidos de la noche,
porque he visto una playa que no olvido.
Cuando de pronto el mundo da ese acento
distinto, cobra una intimidad exterior que sorprendo,
se oculta sin callar, sin hablar se revela,
distinto, cobra una intimidad exterior que sorprendo,
se oculta sin callar, sin hablar se revela,
comprendo que es el corazón extinto
de esos días manchados de temblor venidero
la razón de mi paso por la tierra.
de esos días manchados de temblor venidero
la razón de mi paso por la tierra.
AY, CUBA, CUBA...
Ay Cuba, Cuba, esa musiquita ahora, de las entrañas, que conozco como un secreto que fuera mío y no tuyo, tú que eres porque no te has conocido nunca, óyeme, no te vayas detrás de esos extraños como una provinciana ilusionada por un actor de paso que la deslumbra con trajes gastados de teatro, acuérdate de la portada azul con lomerío atrás lejano, acuérdate del "mecido" como de cuna sobre la hoja, y el "va y ven" que entra y sale como un mar del olor del jazmín de noche, acuérdate de tu pulcro vestidito "de tarde": no te vayas detrás de esos extraños, que cuando abras los ojos ya te habrán secado el alma y demudado el rostro que yo amaba. Erguida, modesta, valiente ay!, no serás nunca madre nuestra sino hija, Cuba, Cuba, loca mía, desvarío suave? Ay!, pudiera yo protegerte cantándote tus propios sones de conocimiento "color de arcano", pudiera protegerte con tu propia rapidez tu honda lentitud! Pudiera decirte: no subas a esa alta montaña que tiene al pie todos los bienes de la tierra rebrillando aciagos, tú que nada supiste poseer, secreta y sola como alta palma, flor de desierto. Pudiera proteger los sones que me acunaron y que ahora oigo como si faltara ya poco tiempo para que fueras a morir. Escapa, escapa, pelota, pez, colibrí, escapa, a todas las posesiones, a todas las certezas, a todas las negaciones, a todas las dudas, escapa, cefirillo, de la nube negra al hondo azul. Azul es tu prestancia y lo azul tu secreto. Escapa, como mirada de preso, al aire y al espacio tuyos! 0 salta, enloquece, búrlate, "mi bien", son suave, piérdete, acomete, abeja, miel, sinsonte, jilguerillo, a la sabana moteada, carmín, al "verdeclaro". Que no te toquen, cuerpo glorioso, patria. Porque siempre fuiste "edén" de las primeras miradas que te vieron, "edén" de la trova humilde, principio y fin, paraíso: nada sino esto agarraste, nada sino esto entendiste, lejanía, nada sino que no era esto sino otra cosa que no podías entender bien. Ensoñación modesta, no te toquen. Yo sé que te vas y vuelves, vaivén! Que te meces y me meces, cadencia! Que te vas "lejos, pero no muy lejos", aquí en el allí. Yo sé que tus palmas no rindieron homenaje al Hijo sino a su Huida! Por eso te pido ahora: reconoce! Regresa, Ave, con la Salutación!
VISITACIONES
1
Cuando el tiempo ya es ido, uno retorna
como a la casa de la infancia, a algunos
días, rostros, sucesos que supieron
recorrer el camino de nuestro corazón.
Vuelven de nuevo los cansados pasos
cada vez más sencillos y más lentos,
al mismo día, el mismo amigo, el mismo
viejo sol. Y queremos contar la maravilla
ciega para los otros, a nuestros ojos clara,
en donde la memoria ha detenido
como un pintor, un gesto de la mano, una sonrisa, un modo breve de saludar.
Pues poco a poco el mundo se vuelve impenetrable,
los ojos no comprenden, la mano ya no toca
el alimento innombrable, lo real.
como a la casa de la infancia, a algunos
días, rostros, sucesos que supieron
recorrer el camino de nuestro corazón.
Vuelven de nuevo los cansados pasos
cada vez más sencillos y más lentos,
al mismo día, el mismo amigo, el mismo
viejo sol. Y queremos contar la maravilla
ciega para los otros, a nuestros ojos clara,
en donde la memoria ha detenido
como un pintor, un gesto de la mano, una sonrisa, un modo breve de saludar.
Pues poco a poco el mundo se vuelve impenetrable,
los ojos no comprenden, la mano ya no toca
el alimento innombrable, lo real.
2
Uno vuelve a subir las escaleras
de su casa perdida (ya no llevan
a ningún sitio), alguien nos llama
con una voz querida, familiar.
Pero ya no hace falta contestarle.
La voz sola nos llama, suficiente,
cual si nada pudiera hacerle daño,
en el pasillo inmenso. Una lluvia
que no puede mojarnos, no se cansa
de rodear un día preferido. Uno toca la puerta de la casa
que le fue deparada a nuestras manos
mortales, como un tímido consuelo.
de su casa perdida (ya no llevan
a ningún sitio), alguien nos llama
con una voz querida, familiar.
Pero ya no hace falta contestarle.
La voz sola nos llama, suficiente,
cual si nada pudiera hacerle daño,
en el pasillo inmenso. Una lluvia
que no puede mojarnos, no se cansa
de rodear un día preferido. Uno toca la puerta de la casa
que le fue deparada a nuestras manos
mortales, como un tímido consuelo.
3
El que solía visitarnos, el que era
de todos más amado, suave vuelve
a la sala sencilla, cada día
más real y más leve, ya de humo.
¿Cuándo tocó la puerta? No podemos
recordarlo. Estaba allí, estaba!
Y no se irá jamás ni puede irse.
No nos trae la memoria las palabras
del adiós. Sólo podrá volverse
por la puerta de un ruido, de un llamado
de ese mundo que borra, ignora y vence.
de todos más amado, suave vuelve
a la sala sencilla, cada día
más real y más leve, ya de humo.
¿Cuándo tocó la puerta? No podemos
recordarlo. Estaba allí, estaba!
Y no se irá jamás ni puede irse.
No nos trae la memoria las palabras
del adiós. Sólo podrá volverse
por la puerta de un ruido, de un llamado
de ese mundo que borra, ignora y vence.
4
¿Qué caprichosa y exquisita mano
trazó, eligió ese gesto perdurable,
lo sacó de su nada, como un dios,
para alumbrar por siempre otra alegría?
¿Participabas tú del dar eterno
que dejaste la mano humilde llena
del tesoro? En su feliz descuido
adolescente ¿derramaste el óleo?
¿Qué misterio fue el tuyo, instante puro,
silencioso elegido de los días?
Pues ellos van tornándose borrosos
y tú te quedas como estrella fija
con potencia mayor de eternidad.
trazó, eligió ese gesto perdurable,
lo sacó de su nada, como un dios,
para alumbrar por siempre otra alegría?
¿Participabas tú del dar eterno
que dejaste la mano humilde llena
del tesoro? En su feliz descuido
adolescente ¿derramaste el óleo?
¿Qué misterio fue el tuyo, instante puro,
silencioso elegido de los días?
Pues ellos van tornándose borrosos
y tú te quedas como estrella fija
con potencia mayor de eternidad.
5
Y cuando el tiempo torna impuro un rostro,
una vida que amamos en su hora
cierta de dar, por siempre más reales
que su verdad presente, lo veremos
cuando lo rodeaba aquella lumbre,
cuando el tiempo era apenas un fragmento
de un cuerpo más espléndido, invisible.
Todo hombre es el guardián de algo perdido.
Algo que sólo él sabe, sólo ha visto.
Y ese enterrado mundo, ese misterio
de nuestra juventud, lo defendemos
como una fantástica esperanza.
una vida que amamos en su hora
cierta de dar, por siempre más reales
que su verdad presente, lo veremos
cuando lo rodeaba aquella lumbre,
cuando el tiempo era apenas un fragmento
de un cuerpo más espléndido, invisible.
Todo hombre es el guardián de algo perdido.
Algo que sólo él sabe, sólo ha visto.
Y ese enterrado mundo, ese misterio
de nuestra juventud, lo defendemos
como una fantástica esperanza.
6
Y lo real es lo que aún no ha sido!
Toda apariencia es una misteriosa
aparición. En la rama de otoño
no acaba el fruto sino en la velada
promesa de ser siempre que su intacta
forma ofreció un momento a nuestra dicha.
Pues toda plenitud es la promesa
espléndida de la muerte, y la visitación
del ángel en el rostro del más joven
que todos sabíamos que se iría antes
pues escogía el Deseo su sonrisa nocturna.
Toda apariencia es una misteriosa
aparición. En la rama de otoño
no acaba el fruto sino en la velada
promesa de ser siempre que su intacta
forma ofreció un momento a nuestra dicha.
Pues toda plenitud es la promesa
espléndida de la muerte, y la visitación
del ángel en el rostro del más joven
que todos sabíamos que se iría antes
pues escogía el Deseo su sonrisa nocturna.
7
A aquel vago delirio de la sala
traías el portal azul del pueblo
de tu niñez, en tu silencio abríase
una lejana cena misteriosa.
Cayó el espeso velo de los ojos
y al que aguardó toda la noche abrimos. Partía el pan con un manto de nieve.
Con las espaldas del pastor huiste,
cuando volviste el rostro era la noche,
todo había cambiado y sin embargo
en la granja dormían tranquilas las ovejas.
traías el portal azul del pueblo
de tu niñez, en tu silencio abríase
una lejana cena misteriosa.
Cayó el espeso velo de los ojos
y al que aguardó toda la noche abrimos. Partía el pan con un manto de nieve.
Con las espaldas del pastor huiste,
cuando volviste el rostro era la noche,
todo había cambiado y sin embargo
en la granja dormían tranquilas las ovejas.
8
¿No sentías que ardía tu corazón
cuando nos hablaba de las Escrituras? (Los peregrinos de Enmaús)
cuando nos hablaba de las Escrituras? (Los peregrinos de Enmaús)
Huésped me fue palabra misteriosa.
Huésped es el que viene de muy lejos,
de algún pueblo que nunca habremos visto.
Huésped es el que viene por la noche,
toca la aldaba de la puerta y todo
el umbral resplandece como nieve.
Huésped es quien se sienta a nuestra mesa
sólo por una noche, y no se acierta
sino ya a oír lo que su boca dijo. Huésped es el que alegra con su rostro,
y alumbra con sus manos nuestro pan,
y no logramos recordar su nombre.
Huésped es el que ha de partir, al alba.
Huésped es el que viene de muy lejos,
de algún pueblo que nunca habremos visto.
Huésped es el que viene por la noche,
toca la aldaba de la puerta y todo
el umbral resplandece como nieve.
Huésped es quien se sienta a nuestra mesa
sólo por una noche, y no se acierta
sino ya a oír lo que su boca dijo. Huésped es el que alegra con su rostro,
y alumbra con sus manos nuestro pan,
y no logramos recordar su nombre.
Huésped es el que ha de partir, al alba.
9
There is a wind where the rose was.
Walter de la Mere
Oh vosotras, lámparas del otoño,
más fragante que todos los estíos!
¿Por qué ha de ser aquel que devenimos
con el tiempo, más real, menos efímero,
que aquel que fuimos a tus luces pálidas?
¿Por qué el polvo desierto, la agonía
junto a las armas bellas, quedan sólo
del resplandor de la victoria? Lejano
es todo vencimiento. En otro espacio
sucede, más allá del moribundo
rostro que hunde la gloria y deja ciego
junto al viento que lleva las banderas
espléndidas que huyen. Fiera es toda victoria.
más fragante que todos los estíos!
¿Por qué ha de ser aquel que devenimos
con el tiempo, más real, menos efímero,
que aquel que fuimos a tus luces pálidas?
¿Por qué el polvo desierto, la agonía
junto a las armas bellas, quedan sólo
del resplandor de la victoria? Lejano
es todo vencimiento. En otro espacio
sucede, más allá del moribundo
rostro que hunde la gloria y deja ciego
junto al viento que lleva las banderas
espléndidas que huyen. Fiera es toda victoria.
10
Amigo, el que yo más amaba,
venid a la luz del alba.
venid a la luz del alba.
Cómo ha cambiado el tiempo aquella fija
mirada inteligente que una extraña
ternura, como un sol, desdibujaba!
La música de lo posible rodeaba tu rostro,
como un ladrón el tiempo llevó sólo el despojo,
en nuestra fiel ternura te cumplías
como en lo ardido el fuego, y no en la lívida
ceniza, acaba. Y donde ven los otros
la arruga del escarnio, te tocamos
el traje adolescente, casi nieve
infantil a la mano, pues que sólo
nuestro fue el privilegio de mirarte
con el rostro de tu resurrección.
mirada inteligente que una extraña
ternura, como un sol, desdibujaba!
La música de lo posible rodeaba tu rostro,
como un ladrón el tiempo llevó sólo el despojo,
en nuestra fiel ternura te cumplías
como en lo ardido el fuego, y no en la lívida
ceniza, acaba. Y donde ven los otros
la arruga del escarnio, te tocamos
el traje adolescente, casi nieve
infantil a la mano, pues que sólo
nuestro fue el privilegio de mirarte
con el rostro de tu resurrección.
11
Since I have walk'd with you through shady lanes...
Keats
¿Quién no conoce ese sendero en sombras,
ese continuo hablar, interrumpiéndose
el uno al otro amigo, en el gozoso
diálogo hasta la puerta de la casa,
servida ya la cena? ¿Quién no escucha
las nocturnas pisadas en la acera
tornarse más opacas al cruzar por la yerba
que nos trae al amigo, al bien llegado?
¿A quién, ya tarde, no le cuesta mucho
despedirse y murmura generosos deseos,
inexplicables dichas, bajo los fríos astros?
ese continuo hablar, interrumpiéndose
el uno al otro amigo, en el gozoso
diálogo hasta la puerta de la casa,
servida ya la cena? ¿Quién no escucha
las nocturnas pisadas en la acera
tornarse más opacas al cruzar por la yerba
que nos trae al amigo, al bien llegado?
¿A quién, ya tarde, no le cuesta mucho
despedirse y murmura generosos deseos,
inexplicables dichas, bajo los fríos astros?
12
...qui laetificat juventutem meam...
Sólo vosotras, bestias, claros árboles,
podéis seguir! Mas, eterno es el hombre.
Salvaje privilegio de la muerte,
heredad sólo nuestra, mientras derrama el astro
su luz sobreviviente sobre ese rostro altivo
de ser fugaz, junto a los ciclos fijos,
y ese verdor, eterno! Se fue yendo
la gloria de los rostros más amados,
y tornamos, como ola ciega, al tiempo del cuerpo incorruptible que esperaste
y no pudimos retener, llorando
en la perdida lámpara, las voces,
lo que encuentro creímos y es partida.
Oh lo real, el mundo en el misterio
de nuestra juventud, que nos aguarda!
Nos ha sido prometida su alegría.
Nos ha sido prometido su retorno. Eres lo que retorna, oh siempre lo supimos.
Pero no como ahora, amigo mío.
podéis seguir! Mas, eterno es el hombre.
Salvaje privilegio de la muerte,
heredad sólo nuestra, mientras derrama el astro
su luz sobreviviente sobre ese rostro altivo
de ser fugaz, junto a los ciclos fijos,
y ese verdor, eterno! Se fue yendo
la gloria de los rostros más amados,
y tornamos, como ola ciega, al tiempo del cuerpo incorruptible que esperaste
y no pudimos retener, llorando
en la perdida lámpara, las voces,
lo que encuentro creímos y es partida.
Oh lo real, el mundo en el misterio
de nuestra juventud, que nos aguarda!
Nos ha sido prometida su alegría.
Nos ha sido prometido su retorno. Eres lo que retorna, oh siempre lo supimos.
Pero no como ahora, amigo mío.
Si mis poemas todos se perdiesen
la pequeña verdad que en ellos brilla
permanecería igual en alguna piedra gris
junto al agua, o en una verde yerba.
la pequeña verdad que en ellos brilla
permanecería igual en alguna piedra gris
junto al agua, o en una verde yerba.
Si los poemas todos se perdiesen
el fuego seguiría nombrándolos sin fin
limpios de toda escoria, y la eterna poesía
volvería bramando, otra vez, con las albas.
el fuego seguiría nombrándolos sin fin
limpios de toda escoria, y la eterna poesía
volvería bramando, otra vez, con las albas.
NO, NO, MEMORIA...
No, no, memoria del pasado día
vengas sobre este sol y césped santo.
No vuelva yo a invocar refugio tanto
de lo que así se crece en despedida.
vengas sobre este sol y césped santo.
No vuelva yo a invocar refugio tanto
de lo que así se crece en despedida.
Quédeme tu intemperie y mi porfía
de caer, de volver de nuevo a alzarme,
no la raída pasamanería
que alza mi polvo y que tu luz deshace.
de caer, de volver de nuevo a alzarme,
no la raída pasamanería
que alza mi polvo y que tu luz deshace.
No me hartes de mí que hartazgo tanto
no soporta mi poca luz vencida.
Mas mi ayer fue tu hoy: no halle quebranto.
no soporta mi poca luz vencida.
Mas mi ayer fue tu hoy: no halle quebranto.
Volver a lo pasado no es mi ruego...
¿Pero y aquel aroma de la vida?
Retenga su promesa, no su fuego.
¿Pero y aquel aroma de la vida?
Retenga su promesa, no su fuego.
A LOS HÉROES DE LA RESISTENCIA
(En el llano, en las ciudades:
a todos los que fueron mártires.)
a todos los que fueron mártires.)
Dios mío, tú no les darás a los que padecieron atrozmente
por la justicia, a los enterrados vivos,
a los que les sacaron los ojos o les arrancaron
los testículos, a los amenazados
en lo más vulnerable, la mujer o los hijos,
tú no les darás la gloria efímera de un nombre
que se repite vagamente en las conmemoraciones patrias,
un día que sirve para que vayan a las playas
o el estudiante se reúna con su novia,
tú no pondrás su retrato a la puerta del taller
o le pondrás su nombre a alguna escuela,
tú no les darás esos premios hermosos,
pero sin duda definitivamente insuficientes,
un estandarte glorioso que mueve a las muchedumbres
a los nuevos heroísmos necesarios, pues esto, con ser tanto, todavía es tan poco
para la irreprimible exigencia del corazón,
y todavía sería quedar en deuda con ellos,
pues la justicia de amor ha de ser otra,
la que desea la esposa para el esposo,
el amigo para el amigo, el hermano para la hermana,
la madre para el hijo,
tú le darás lo único capaz de saciar la exigencia más alta
y nada menor que esto,
llegará la hora de la infinita dulzura no correspondida,
del amor mil veces defraudado,
lo que espera vagamente en el rostro de toda adolescente,
la hora del encendido amor, la hora
de la que dijo el poeta: los mutilados de las guerras
que volverán sanos a sus hogares, será el consuelo profundo, el que sorprende revelando
hasta qué punto no habíamos sido antes consolados,
la hora que llene el vacío del satisfecho y el vacío
del insatisfecho, la hora de la dicha
que siempre esperó el corazón,
porque en el momento de la agonía
no pudo ser consuelo suficiente saber que no sería en vano,
ni todas esas frases del ejemplo que no muere
y de que el héroe no ha muerto,
porque el héroe se muere y se muere siempre solo porque tuvo que haber un instante de absoluta soledad,
agonía del cuerpo y agonía del espíritu,
un instante al cual nada tenían que ofrecer
la historia ni los partidos,
instante sacro del por qué me has abandonado,
pero ese instante, Dios mío, tú no lo olvidarás,
el Amor no puede olvidar al amor,
el Amado a la amada, tú uno a uno guardaste sus pasos, no esconderás su rostro,
tú lo harás reclinar junto a tu pecho el día del regreso,
a la muerte de los héroes
tú no la conmemorarás con un día de duelo
sino con la eternidad de la alegría,
no les darás la bienaventuranza que ofreciste a los puros
y es que ellos verían a Dios en su pureza,
ni la de los pacíficos, a quienes prometiste
que ellos poseerían la tierra, ni la de los que lloran de los que dijiste
que ellos serían consolados,
sino la más alta bienaventuranza, la última,
la promesa: pero bienaventurados
los que padecieron por la justicia
porque de ellos es el reino de los cielos.
SOBRE FINA GARCÍA MARRUZ
por la justicia, a los enterrados vivos,
a los que les sacaron los ojos o les arrancaron
los testículos, a los amenazados
en lo más vulnerable, la mujer o los hijos,
tú no les darás la gloria efímera de un nombre
que se repite vagamente en las conmemoraciones patrias,
un día que sirve para que vayan a las playas
o el estudiante se reúna con su novia,
tú no pondrás su retrato a la puerta del taller
o le pondrás su nombre a alguna escuela,
tú no les darás esos premios hermosos,
pero sin duda definitivamente insuficientes,
un estandarte glorioso que mueve a las muchedumbres
a los nuevos heroísmos necesarios, pues esto, con ser tanto, todavía es tan poco
para la irreprimible exigencia del corazón,
y todavía sería quedar en deuda con ellos,
pues la justicia de amor ha de ser otra,
la que desea la esposa para el esposo,
el amigo para el amigo, el hermano para la hermana,
la madre para el hijo,
tú le darás lo único capaz de saciar la exigencia más alta
y nada menor que esto,
llegará la hora de la infinita dulzura no correspondida,
del amor mil veces defraudado,
lo que espera vagamente en el rostro de toda adolescente,
la hora del encendido amor, la hora
de la que dijo el poeta: los mutilados de las guerras
que volverán sanos a sus hogares, será el consuelo profundo, el que sorprende revelando
hasta qué punto no habíamos sido antes consolados,
la hora que llene el vacío del satisfecho y el vacío
del insatisfecho, la hora de la dicha
que siempre esperó el corazón,
porque en el momento de la agonía
no pudo ser consuelo suficiente saber que no sería en vano,
ni todas esas frases del ejemplo que no muere
y de que el héroe no ha muerto,
porque el héroe se muere y se muere siempre solo porque tuvo que haber un instante de absoluta soledad,
agonía del cuerpo y agonía del espíritu,
un instante al cual nada tenían que ofrecer
la historia ni los partidos,
instante sacro del por qué me has abandonado,
pero ese instante, Dios mío, tú no lo olvidarás,
el Amor no puede olvidar al amor,
el Amado a la amada, tú uno a uno guardaste sus pasos, no esconderás su rostro,
tú lo harás reclinar junto a tu pecho el día del regreso,
a la muerte de los héroes
tú no la conmemorarás con un día de duelo
sino con la eternidad de la alegría,
no les darás la bienaventuranza que ofreciste a los puros
y es que ellos verían a Dios en su pureza,
ni la de los pacíficos, a quienes prometiste
que ellos poseerían la tierra, ni la de los que lloran de los que dijiste
que ellos serían consolados,
sino la más alta bienaventuranza, la última,
la promesa: pero bienaventurados
los que padecieron por la justicia
porque de ellos es el reino de los cielos.
SOBRE FINA GARCÍA MARRUZ
Eliseo Diego: Una frontera muy sutil separa la literatura de ese otro orden del espíritu donde, sin enterarse mucho de sí mismos, el arte y el ser se confunden. Por él se ha movido siempre Fina García Marruz . . . . En este libro [Visitaciones], escrito en el idioma que Fina García Marruz pide para sí –«quiero escribir con el silencio vivo»–, se encuentran algunos de los poemas de más apasionada belleza que se hayan compuesto en lengua española desde que asomó el mil novecientos.
Jose María Valverde (Carta, 9 de enero 1971)Sra. Dª Fina García Marruz
La Habana
La Habana
Querida Fina:
Estoy deslumbrado y maravillado con estas Visitaciones. Desde los Diez poetas cubanos ya tenía presente su voz, aún mejor en alguna otra colección y poesía suelta que luego me fue llegando, pero esto es la inundación de la riqueza. Y la misma abundancia variada ilumina la calidad de cada uno de los poemas por separado. En la segunda lectura, por manía innata o por leer mejor, me puse a marcar el puñado de los poemas predilectos, pero cuando los conté, eran sesenta y tantos.
Sería absurdo que le enviara juicios «literarios» aunque fueran sinceros: quizás, incluso, esté fuera de lugar que le diga que su voz se me ha puesto ahora entre las tres o cuatro que me importan de veras en nuestra lengua--y ya sabe quién es otra de ellas. Sencillamente, es una gran poesía que me alumbra y me emociona, una poesía «querida» y fraternal, pero a la vez sutilmente renovadora, inesperada, inventiva... Uno de sus encantos es la vacilación «deslavazada», en la rima que no llega a rimar del todo o el verso al que se le van los pies: así se mantiene esa pureza de intimidad tan femenina y no-profesional, tan a lo Teresa de Ávila.
Pero Ávila, por ejemplo, qué maravilla los poemas de España--sólo que no somos dignos de que se llame español a nuestra habla peninsular, sobre todo para que lo diga alguien de Cuba, donde nuestra lengua está conquistando una nueva dignidad, con el heroico trabajo de ustedes, nuestros rescatadores históricos.
Claro, ya sabe en qué pienso: su inmenso poema al Che –aunque tal vez no sea el «mejor»--es el que más me ha estremecido y agitado, el que me habría convertido, si no estuviera ya más que convertido--y el toque final de persuasión, si quedaran dudas, me lo pondrían voces como la de usted y la de Cintio en sus «testimonios» finales–. Es providencial que sea su voz delicada, pura y cristiana, la que haga el canto más profundo de exaltación a ese sacrificado por el pueblo, y por consiguiente, «bendito del Padre», aunque él no se lo imaginara. Al reunir este poema con poemas tan escalofriantemente íntimos como «Ya yo también estoy entre los otros» tengo la medida de toda la anchura y la profundidad de su mundo y de su obra.
Cada vez que vuelvo al libro y repaso el poema, lo disfruto más. No es una poesía que se «valora» y se admira, dejándola luego en la estantería de la cultura; es una compañía que crece y crecerá. Le he dado ya varias vueltas a todo el libro, y me parece que todavía no lo he leído; tanto es lo que me da cada nueva «cala». Lo mejor será poder llegar a leer los poemas uno por uno, no seguidos, como ahora, todavía con la impaciencia de la exploración. Entonces parecerán nuevos, otra vez.
En realidad, apenas he hecho más que empezar a leer Visitaciones. Con tan pocos días--me llegó el libro para acabar bien el año--todavía no he pasado de los primeros gritos de asombro. Pero me urgía decirle enseguida mi agradecimiento, y ya seguiremos hablando más despacio, interminablemente...
Amor, poema de Cintio Vitier (Vísperas, 1953),
interpretado por José María Vitier,
Gema Corredera y Rosa Rabinovish.
Amor, poema de Cintio Vitier (Vísperas, 1953),
interpretado por José María Vitier,
Gema Corredera y Rosa Rabinovish.
"Solo el amor" poema de Fina García Marruz
Interpretación de Martirio
Enlaces relacionados:
Milena Rodríguez Gutiérrez: Las miradas perdidas de Fina García Marruz
No comments:
Post a Comment