¿Algún día será posible viajar en el tiempo, levitar, teletransportarnos, hacernos invisibles, leer los pensamientos de otras personas, convertirnos en una entidad divina, habitar un antiuniverso, mover los objetos a nuestro antojo utilizando el poder de la mente, alcanzar una veloicidad mayor que la de la luz? Esas son algunas de las preguntas inquietantes que se formula el físico teórico Michio Kaku en su libro Física de lo imposible. Pero lo más desconcertante es que Michio Kaku, quien ocupa desde hace treinta años la cátedra Henry Semat de Física Teórica en la Universidad de Nueva York, a todas esas preguntas responde con un rotundo sí. Casi al iniciar su fascinante libro, Michio Kaku reproduce una frase de Arthur Clarke: “Si un científico distinguido pero anciano afirma que algo es posible, es casi seguro que tiene razón. Cuando afirma que algo es imposible, es nuy probable que esté equivocado”. La siguiente frase de Clarke aparecida en el libro señala que “cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”.
En efecto, lo que hasta ahora considerábamos imposible ya es posible, o está a
punto de serlo. Desde que el mundo es mundo los seres humanos, amenazados por algún peligro, se han estado preguntando cómo podían evadirlo, ocultándose, parapetándose detrás de un árbol o de un edificio y ¿por qué no? haciéndose invisibles. Pues bien, ya existe el modo de proveernos de un manto de invisibilidad para que nadie consiga detectar nuestra presencia. Científicios de la Universidad de Berkeley, en California, gracias a la nanoingeniería, han creado metamateriales que son estructuras que exhiben propiedades especiales con un índice de refracción negativa, de la que carecen los materiales naturales, lo que les permnite desviar y controlar la luz para ocultrarse. Dado que el objeto creado no absorbe ni refleja la luz se vuelve invisible, permitiendo ver lo que se encuentra detrás de él.
¿Qué son los metamateriales? Son substancias con propiedades ópticas que no se encuentran en la naturaleza y tienen la capacidad de manipular el “índice de refracción” Michio Kaku afirma en su libro que “si pudiéramos controlar el índice de refracción dentro de un metamaterial de modo que la luz rodeara a un objeto, entonces el objeto se haría invisible”. Algo que ya se está logrando.
Un deseo arraigado en un gran número de personas es alcanzar la facultad de leer el pensamiento de los demás. Para la física moderna tampoco es errado admitir que eso es perfectamente posible. Durante la llama guerra fría tanto la KGB en la Unión Soviética como la CIA en Estados Unidos, invirtieron cuantiosas sumas de dinero en investigaciones destinadas a utilizar las facultades extrasensoriales en busca de información sobre instalaciones militares enemigas. La CIA llegó a tener un presupuesto de 500,000 dólares anuales para utilizar la llamada visión remota en sus operaciones contra el espionaje, y así poder “ver” a distancia lo que pensaba y planeaba el enemigo. Por su parte, en la antigua Unión Soviética, la KGB nunca desestimó la práctica del espionaje psicotrónico mediante el cual una persona en posesión de esa tecnología podía “entrar” en la cabeza del director del Pentágono o del presidente de Estados Unidos para saber con toda precisión si la URSS iba a ser víctima de un sorpresivo ataque enemigo. Por supuesto, ambas agencies de inteligencia, lo mismo la rusa que la estadounidense, no iban a destinar esfuerzos y dinero en tales práctices e investigaciones, si no las hubieran considertado válidas científicamente, lo que quiere decir que cualquiera de nosotros, si está dotado de una facultad especial, si se somete a un riguroso entrenamiento, o simplemente si lo desea con firmeza puede ser capaz de leer el pensamiento de los demás.
¿Puede una persona mover objetos mediante el poder de la mente? No sólo existe esa posibilidad sino que muchas personas han sido testigos de esas proezas psicoquinéticas. En su libro Física de lo imposible, Michio Kaku opina que los efectos de la psicoquinesia existen, pero son minúsculos, y para reforzar su punto de vista señala que en el Instituto Rhine de la Universidad de Duke se han realizado muchos experimentos sobre psicoquinesia en condiciones controladas, pero con resultados contrapuestos. En cambio, en la antigua Unión Soviética los resultados en experimentos similares eran aceptados con menos reserva. Durante los experimentos de psicoquinesia o telequinesia, efectuados bajo un estricto control científico en la URSS, pudo demostrarse que los objetos no sólo se movían sin que nadie los tocara sino que también se elevaban y flotaban en el aire. En el libro The new soviet psychic discoveries, Henry Gris y William Duck describen los extraordinarios poderes de Boris Ermolaev, un destacado cineasta moscovita que no sólo era capaz de mover objetos colocados en una mesa sino de conseguir, gracias al poder de su mente, que se mantuvieran en el aire. Venyamin Pushkin, entonces profesor de psicología de la Universidad de Moscú, llevó a cabo numerosos experimentos controlados y autorizados por el gobierno soviético durante los cuales Ermolaev lograba elevar y mantener en el aire pelotas de ping-pong, cajas de cerillos y lápices.
El físico teórico Michio Kaku, quien siempre se aproximaba con cautela a los fenómenos de la psicoquinesia (porque a un mago o a un prestidigitador no le resulta difícil cometer un fraude), sin embargo escribió en su libro que en el futuro a una persona paralítica, desde su sillón de ruedas, le será posible controlar el aire acondicionado, la televisión y los demás electrodomésticos utilizando el poder de su mente. “Del mismo modo –agregó Kaku-, está dentro de las leyes de la física que una persona en el futuro sea entrenada para manipular mentalmente un dispositivo sensor electrónico que le confiera poderes divinos”. Entre esos poderes están, por supuesto, hacerse invisible, atravesar las paredes, conseguir que lo vean en distintos lugares al mismo tiempo (fenómeno conocido como bilocación), realizar curaciones milagrosas y visitar un universo paralelo desde donde le sería posible predecir el futuro.
Para la física newtoniana la noción de teletransportarse es imposible. Es decir, la capacidad de transportar un objeto o una persona de un lugar a otro, sin que intervenga un esfuerzo visible, todavía pertenece a la ciencia-ficción, pero es aceptada sin ninguna dificultad por la física cuántica. El hecho de que los átomos se desintegren y reaparezcan en otro lugar (algo que Newton nunca logró concebir), es perfectamente válido en la nueva ciencia con su lenguaje de electrones, protones , teoría de la incertidumbre y saltos cuánticos. Ahora nadie debe poner en duda que los electrones tienen la capacidad de estar aparentemente en distintos lugares al mismo tiempo. Así que no es imposible teletransportar objetos, al menos en el nivel atómico. Para Michio Kaku no existe la menor duda de que dentro de pocas décadas será posible teletransportar moléculas orgánicas, “pero teletransportar un ser humano –recalcó- , aunque lo permitan las leyes de la física, puede necesitar muchos siglos más”.
¿Es posible habitar varios mundos a la vez?. La física moderna responde que sí. La idea parece petenecer a los dominios de la ciencia-ficción, pero ya se sabe que otros muchos universos existen paralelamente al nuestro y que pueden intercomunicarse con informaciones que provienen del pasado y del furturo, tal como no ignoramos que la materia y la energía interactuan sin dificultad a escala atómica y subatómica.
“¿Qué es un universo paralelo?”, se pregunta Fred Alan Wolf, graduado en física teórica por la Universidad de California. Y se responde que un universo paralelo es una región de espacio y de tiempo similar a la que nosotros habitamos, en la que viven alienígenos y dioses, y también por supuesto seres humanos idénticos a nosotros, que a menudo son un duplicado de nosotros, o somos nosotros mismos en distintos momentos, que conviven a nuestro alrededor como fantasmas con nuestros mismos atributos y apariencia corporal.
La idea revolucionaria de que nada es imposible, nacida a principios del pasado siglo gracias a los descubrimientos de la física cuántica, nos puede llevar a desentrañar, sin auxilio de nadie, nuestro propio destino. Al fin llegaremos a respondernos las tres eternas preguntas: ¿quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos?
Ya lo ha dicho M.C. Escher: “Sólo quienes intentan lo absurdo conseguirán lo imposible”.
En efecto, lo que hasta ahora considerábamos imposible ya es posible, o está a
punto de serlo. Desde que el mundo es mundo los seres humanos, amenazados por algún peligro, se han estado preguntando cómo podían evadirlo, ocultándose, parapetándose detrás de un árbol o de un edificio y ¿por qué no? haciéndose invisibles. Pues bien, ya existe el modo de proveernos de un manto de invisibilidad para que nadie consiga detectar nuestra presencia. Científicios de la Universidad de Berkeley, en California, gracias a la nanoingeniería, han creado metamateriales que son estructuras que exhiben propiedades especiales con un índice de refracción negativa, de la que carecen los materiales naturales, lo que les permnite desviar y controlar la luz para ocultrarse. Dado que el objeto creado no absorbe ni refleja la luz se vuelve invisible, permitiendo ver lo que se encuentra detrás de él.
¿Qué son los metamateriales? Son substancias con propiedades ópticas que no se encuentran en la naturaleza y tienen la capacidad de manipular el “índice de refracción” Michio Kaku afirma en su libro que “si pudiéramos controlar el índice de refracción dentro de un metamaterial de modo que la luz rodeara a un objeto, entonces el objeto se haría invisible”. Algo que ya se está logrando.
Un deseo arraigado en un gran número de personas es alcanzar la facultad de leer el pensamiento de los demás. Para la física moderna tampoco es errado admitir que eso es perfectamente posible. Durante la llama guerra fría tanto la KGB en la Unión Soviética como la CIA en Estados Unidos, invirtieron cuantiosas sumas de dinero en investigaciones destinadas a utilizar las facultades extrasensoriales en busca de información sobre instalaciones militares enemigas. La CIA llegó a tener un presupuesto de 500,000 dólares anuales para utilizar la llamada visión remota en sus operaciones contra el espionaje, y así poder “ver” a distancia lo que pensaba y planeaba el enemigo. Por su parte, en la antigua Unión Soviética, la KGB nunca desestimó la práctica del espionaje psicotrónico mediante el cual una persona en posesión de esa tecnología podía “entrar” en la cabeza del director del Pentágono o del presidente de Estados Unidos para saber con toda precisión si la URSS iba a ser víctima de un sorpresivo ataque enemigo. Por supuesto, ambas agencies de inteligencia, lo mismo la rusa que la estadounidense, no iban a destinar esfuerzos y dinero en tales práctices e investigaciones, si no las hubieran considertado válidas científicamente, lo que quiere decir que cualquiera de nosotros, si está dotado de una facultad especial, si se somete a un riguroso entrenamiento, o simplemente si lo desea con firmeza puede ser capaz de leer el pensamiento de los demás.
¿Puede una persona mover objetos mediante el poder de la mente? No sólo existe esa posibilidad sino que muchas personas han sido testigos de esas proezas psicoquinéticas. En su libro Física de lo imposible, Michio Kaku opina que los efectos de la psicoquinesia existen, pero son minúsculos, y para reforzar su punto de vista señala que en el Instituto Rhine de la Universidad de Duke se han realizado muchos experimentos sobre psicoquinesia en condiciones controladas, pero con resultados contrapuestos. En cambio, en la antigua Unión Soviética los resultados en experimentos similares eran aceptados con menos reserva. Durante los experimentos de psicoquinesia o telequinesia, efectuados bajo un estricto control científico en la URSS, pudo demostrarse que los objetos no sólo se movían sin que nadie los tocara sino que también se elevaban y flotaban en el aire. En el libro The new soviet psychic discoveries, Henry Gris y William Duck describen los extraordinarios poderes de Boris Ermolaev, un destacado cineasta moscovita que no sólo era capaz de mover objetos colocados en una mesa sino de conseguir, gracias al poder de su mente, que se mantuvieran en el aire. Venyamin Pushkin, entonces profesor de psicología de la Universidad de Moscú, llevó a cabo numerosos experimentos controlados y autorizados por el gobierno soviético durante los cuales Ermolaev lograba elevar y mantener en el aire pelotas de ping-pong, cajas de cerillos y lápices.
El físico teórico Michio Kaku, quien siempre se aproximaba con cautela a los fenómenos de la psicoquinesia (porque a un mago o a un prestidigitador no le resulta difícil cometer un fraude), sin embargo escribió en su libro que en el futuro a una persona paralítica, desde su sillón de ruedas, le será posible controlar el aire acondicionado, la televisión y los demás electrodomésticos utilizando el poder de su mente. “Del mismo modo –agregó Kaku-, está dentro de las leyes de la física que una persona en el futuro sea entrenada para manipular mentalmente un dispositivo sensor electrónico que le confiera poderes divinos”. Entre esos poderes están, por supuesto, hacerse invisible, atravesar las paredes, conseguir que lo vean en distintos lugares al mismo tiempo (fenómeno conocido como bilocación), realizar curaciones milagrosas y visitar un universo paralelo desde donde le sería posible predecir el futuro.
Para la física newtoniana la noción de teletransportarse es imposible. Es decir, la capacidad de transportar un objeto o una persona de un lugar a otro, sin que intervenga un esfuerzo visible, todavía pertenece a la ciencia-ficción, pero es aceptada sin ninguna dificultad por la física cuántica. El hecho de que los átomos se desintegren y reaparezcan en otro lugar (algo que Newton nunca logró concebir), es perfectamente válido en la nueva ciencia con su lenguaje de electrones, protones , teoría de la incertidumbre y saltos cuánticos. Ahora nadie debe poner en duda que los electrones tienen la capacidad de estar aparentemente en distintos lugares al mismo tiempo. Así que no es imposible teletransportar objetos, al menos en el nivel atómico. Para Michio Kaku no existe la menor duda de que dentro de pocas décadas será posible teletransportar moléculas orgánicas, “pero teletransportar un ser humano –recalcó- , aunque lo permitan las leyes de la física, puede necesitar muchos siglos más”.
¿Es posible habitar varios mundos a la vez?. La física moderna responde que sí. La idea parece petenecer a los dominios de la ciencia-ficción, pero ya se sabe que otros muchos universos existen paralelamente al nuestro y que pueden intercomunicarse con informaciones que provienen del pasado y del furturo, tal como no ignoramos que la materia y la energía interactuan sin dificultad a escala atómica y subatómica.
“¿Qué es un universo paralelo?”, se pregunta Fred Alan Wolf, graduado en física teórica por la Universidad de California. Y se responde que un universo paralelo es una región de espacio y de tiempo similar a la que nosotros habitamos, en la que viven alienígenos y dioses, y también por supuesto seres humanos idénticos a nosotros, que a menudo son un duplicado de nosotros, o somos nosotros mismos en distintos momentos, que conviven a nuestro alrededor como fantasmas con nuestros mismos atributos y apariencia corporal.
La idea revolucionaria de que nada es imposible, nacida a principios del pasado siglo gracias a los descubrimientos de la física cuántica, nos puede llevar a desentrañar, sin auxilio de nadie, nuestro propio destino. Al fin llegaremos a respondernos las tres eternas preguntas: ¿quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos?
Ya lo ha dicho M.C. Escher: “Sólo quienes intentan lo absurdo conseguirán lo imposible”.
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