El mundo alucinante de Virginia Woolf es el
tema que recrea Rita Martín en su obra de teatro Flores no me pongan, que se
estrenó en Miami a finales del 2010 y acaba de cerrar una segunda temporada en
Teatro Akuara, simplemente bajo el nombre de Virginia.
Después de haber visto esta puesta en
escena dirigida por Yvonne López Arenal, lamento haber demorado tanto en verla.
Pero al mismo tiempo me satisface haberla visto en su representación final, en
la que se notó un trabajo de constante perfeccionamiento que devino un
espectáculo acabado, con interpretaciones actorales tan bien engranadas como en
la maquinaria de un reloj. Miriam Bermúdez se lució ofreciendo una Virginia atormentada por sus depresiones y por el recuerdo del abuso sexual a manos de sus medio hermanos, así como sus memorias de la guerra y su compleja relación con su esposo judío, Leonard Woolf. Martín tuvo el acierto de no limitar su obra a una representación esquemática de la cacareada bisexualidad de la escritora y la ha mostrado como lo que fue, una mujer adelantada a su época y una de las figuras literarias más sobresalientes de la primera mitad del siglo 20, a pesar de sus recurrentes cambios de estado de ánimo provocados por una depresión crónica que finalmente la condujo al suicidio.
Eso no quiere decir que en la pieza no se aborde el tema de su relación con la escritora Vita Sackville-West, con quien la Woolf sostuvo una relación lésbica que tuvo una marcada influencia en su obra más conocida: Orlando, la biografía de un personaje que vive a lo largo de tres siglos y que ella representa en la novela como hombre y como mujer. Pero se aborda sin morbo, con la misma naturalidad con la que Martín expone la relación de Virgina con su marido y con sus hermanos.
El actor Joan Vega se mantiene durante toda la obra a la altura del trabajo histriónico de Bemúdez, conduciéndonos a través de los diferentes pasajes de la vida de Virginia, desde su niñez en Cornwall y las estancias familiares en el campo, en Godrevy Lighthouse, hasta las experiencias sexuales que le infundieron sus característicos rasgos de rebeldía.
Aunque en un momento de la pieza el personaje de Bermúdez hace referencia a Nicole Kidmann, por su caracterización de Virginia Woolf en la película The Hours, que la hizo merecedora de un Oscar en el 2002, este retrato de la escritora inglesa recuerda más al de Who’s Afraid of Virginia Woolf, la cinta de 1966 dirigida por Mike Nichols, con Elizabeth Taylor y Richard Burton en los papeles principales.
De cualquier manera, se trató de una puesta en escena innovadora, en la que López Arenal se valió de un recurso que ella domina a la perfección: el uso de la música, para crear un retrato contemporáneo de una escritora que, pese a haber fallecido hace 71 años, sigue siendo, al igual que los Beatles, un símbolo de rebeldía que no se puede limitar a un solo momento histórico.
Sospecho que los espectadores salieron del teatro pensando que Virginia, como diría John Lennon, todo lo que necesitaba era amor.
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ELVIRA DE LAS CASAS. Pintora y crítica. Licenciada en Germanística por la Universidad de La Habana, 1981. Cuenta con un haber de más de 20 años de experiencia como reportera y editora, destacándose su trabajo en numerosas revistas en Florida y Nueva York. Sus dibujos y pinturas han sido exhibidos en galerías de Miami, Florida.
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