Rita Martin, poeta, narradora y ensayista nació en La Habana, Cuba, en 1963. Ejerce a la par la crítica literaria y se desempeña como profesora de lengua española y literatura hispanoamericana en la Universidad de Radford, Virginia. Es la autora de las colecciones de poesía: El cuerpo de su ausencia (1991), Estación en el mar (1992) y Tocada por el astro (2006, 2012, segunda edición); un libro de cuentos: Sin perro y sin Penélope (2003); crítica: Homenaje a Eugenio Florit (2000), y de la pieza teatral Virginia/Flores no me pongan, que ha sido llevada a escena en Miami, en las temporadas de otoño de 2010 y 2011. De próxima aparición, una antología de su poesía titulada Los poemas de nadie y El secreto de Virgilio (ensayo). Edita la sección de reseñas del MIFLC Review y conduce la bitácora de creación Grafoscopio.
“Durante mis caminatas por el reparto El Vedado, en
La Habana, aparentes civiles descendían en grupo de las guaguas y golpeaban con
violencia mi cabeza. Luego entraban nuevamente al ómnibus que seguía su camino
como si nada hubiera pasado”.
¿Por
qué decidió trasladarse a otro país?
Rita
Martin (RM): ¿Trasladarse? Se traslada quien
elige su desplazamiento físico, geográfico. Por motu proprio nunca
hubiera llegado a un país angloparlante en lugar de uno hispanohablante.
Personalmente, hubiera evadido un cambio tan radical de idioma, cultura y
costumbres. En mi caso fue una expulsión socio-política. Creo que la persona
solo logra realizarse en la democracia y que el Estado le debe a su ciudadano
y/o contribuyente beneficios sociales básicos como la gratuidad tanto en el
cuidado de la salud como en la educación y la protección de la libre expresión
y asociación, entre otras, claro. Así, la trayectoria se explica por sí sola,
primero me uní a todo un movimiento artístico rebelde que emergía y se
consolidaba en la década de 1980. Luego comencé a vincularme a grupos
disidentes hasta, finalmente, ser yo misma parte de uno de ellos: “Armonía”.
Como la Declaración de Derechos Humanos era una total desconocida, resultaba
necesario darla a conocer en el patio, difundirla. Por tal esfuerzo y mi
pertenencia a “Armonía”, fui citada a las oficinas de la Seguridad del Estado,
en Villa Marista. Una vez ahí se me hizo declarar como falta o error mi
filiación socialdemócrata, algo que hube de repetir en el juicio. Este hecho
evidencia lo que tantas veces hemos dicho, la inexistencia en el país de una
legislación que proteja tanto eldemus como la justicia social. Ahora bien,
todo esto ocurría en un momento en que se agotaba un período de mi vida, y
cuando un ciclo se cierra, no hay más opciones que cerrar las puertas y
despedirse de todo lo conocido y empezar de nuevo, dolorosa y felizmente. Todo
a apenas unos meses de cumplir mis treinta y tres años, para resucitar.
¿De
qué manera salió de Cuba?
RM: El
gobierno estadounidense me ofreció refugio político del mismo modo en que lo
hacía con muchos disidentes cuyas vidas se encontraban/encuentran en riesgo. En
mi caso, a la persecución diaria y rampante, se sumaba una presión sobre un
problema médico particular. Casi todo el mundo sabe que hago unos tics, en
lo fundamental, entre cuello y cabeza; pero no todos saben que en mi caso
no son el resultado de ninguna manía, sino las huellas de un padecimiento
neurológico conocido como Gilles de la Tourette. Los perseguidores, en cambio,
dominaban perfectamente este asunto por lo que embestían contra esas partes del
cuerpo. ¿Cómo? Durante mis caminatas por el reparto El Vedado, en La Habana,
aparentes civiles descendían en grupo de las guaguas y golpeaban con violencia
mi cabeza. Luego entraban nuevamente al ómnibus que seguía su camino como si
nada hubiera pasado.
¿Le
ha resultado muy difícil adaptarse al sitio en donde reside hoy?
RM: No,
porque soy libre y he aprendido a vivir en libertad. Y no, no es lo mismo. Ser
libre, es más que nada una condición mental del sujeto. De ahí que escritores
reformistas tan dispares como San Juan de la Cruz o el Marqués de Sade
defendiesen el ser libres desde sus celdas, con sus escrituras. En otras
palabras, que ni los regímenes totalitarios ni las prisiones pueden anular el
pensar del individuo, por lo que ocurre también el fenómeno inverso, muchas
personas se sienten/son prisioneros dentro de sociedades abiertas y/o
democráticas. Vivir en libertad es, como sugiere el término, un modo de vida,
pero también un aprendizaje y una responsabilidad. Sí, me es muy difícil
adaptarme porque no estoy en La Habana, y soy una furiosa habanera. He viajado a
varios países y no creo que sea una valoración de provincia afirmar que La
Habana es una de las ciudades más hermosas de todo el mundo, sino la más
hermosa. Por cierto, esta estadía norteamericana, esta lejanía, me previene del
dolor de verla destruirse cada vez más dentro de los salideros de agua
putrefacta que la inundan y el derrumbe de edificios que le han ido
transformando su fisonomía, aún más, dentro de una población cuyas esperanzas
solo se cifran en el horizonte.
¿Cuál
ha sido su trayectoria artística en su actual lugar de residencia?, ¿qué logros
ha obtenido?
RM: He
seguido escribiendo, curioseándolo todo, indagando. No creo en las trayectorias
artísticas rotundas ni en el reconocimiento de una vida artística a partir del
número o la cantidad. Creo que para el arte es mejor poco pero bueno, y que le
favorece muchísimo contar con artistas que sepan levantarse de cada caída; que
hayan aprendido a crecer en tolerancia, que lleven su mundo, perverso o
inocente, a todo lo que hacen, sin reparar dónde residen, porque de últimas, el
lugar no es importante, lo fundamental, me parece, es la acción del sujeto en
el lugar que vive. ¿Y la evidencia del trabajo? Me acaba de sorprender una
pieza teatral, Virginia, que se ha llevado a escena en dos ocasiones y
sobre la que aún debo trabajar. A los lectores de Sin perro y sin Penélope que
ya le van siguiendo otras narraciones breves. Digo narraciones porque nunca me
he atrevido a decir que escribo cuentos, no son cuentos, al menos al modo
tradicional. Y en breve, muy breve, saldrá una antología de la poesía escrita
desde 1992 a la fecha. ¿Título? Los poemas de nadie. También hay entre
manos un estudio sobre el Virgilio cubano y el compromiso con Grafoscopio,
la bitácora creativa que conduzco, donde ofrezco entrevistas con escritores,
fragmentos de libros inéditos o recién publicados, textos fundamentales que se
han ido olvidando ya por la prisa, ya por su escasa impresión, reseñas,
críticas y homenajes a autores ya esenciales de la lengua española.
¿Qué
opina de la sociedad de la que ahora forma parte?
RM: Es
una sociedad altamente cambiante, a diferencia de las sociedades consolidadas
en la parálisis y el miedo. Ahora bien, los poderes son siempre conservadores,
así que en los últimos años hemos presenciado cómo la parálisis y el miedo
pueden implantarse en las sociedades abiertas, democráticas. Seduce ver que la
sociedad está relocalizándose, transformándose; y con ella el individuo, o
viceversa. En apenas un siglo y medio la persona ha transitado cursos
desemejantes, a veces espantosos, como el Holocausto, el esclavismo moderno o
comunismo, la incomunicación, el materialismo despampanante, la tecnificación,
la robótica; y tanto, que se pensaba que el sujeto no podría recuperarse. Pero
ese sujeto moderno se ha movido, le ha cambiado el curso a las dicotomías, ha
mejorado la vida del humano dentro de las sociedades de beneficio, y se ha
alzado en contra de todo reduccionismo. Individuo y sociedad enfrentan
encrucijadas, una de ellas, la crisis cada vez más cierta de las
naciones-estado, una crisis similar a la que varios siglos atrás conmovió las
sociedades monárquicas dando paso a la sociedad que conocemos hoy. Hay mucha
confusión. Por un lado, nacen discursos populistas que no llevan a ninguna
parte. Por el otro, los superpoderes insisten en hacer ver que toda
manifestación de cambio o negociación es sinónimo de revoluciones fallidas o
ideas comunistas. El tránsito siempre es agónico, crítico, ninguna palabra está
escrita en piedra, pero en toda transformación hay nacimientos que se traducen
en otros tipos de saberes, en diferentes vidas, en distintos paradigmas. Y lo
que más me gusta, contra todos los pronósticos, dentro de todo este tinglado,
el individuo guarda su esperanza.
¿Alguna
otra observación para los lectores de Cubaencuentro?
RM: Que
tanto dolor del cubano alcance una forma nueva, la de una identidad distinta y
renovada, nacida entre todas las orillas. Para ello, una meditación de San Juan
de la Cruz: “Pon amor donde no hay amor, y sacarás amor”.
3 comments:
excelente entrevista
querida rita
muchas gracias
te he conocido mas
y te admiro mas
ahora
un beso
santivanez
excelente entrevista
querida rita
muchas gracias
te he conocido mas
y te admiro mas
ahora
un beso
santivanez
Me encanto leer la entrevista Rita.
Un abrazo,
Manny
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