Selección a cargo
de Roger Santiváñez de los
Poetas del Movimiento Kloaka
De Placer fantasma (1993)
ENTRE LAS
CUATRO PAREDES de mi cuarto,
/el mundo se suaviza.
Esta tarde,
poseída a plenitud, meteórica, pinté un poema
sobre una
maderita que ahora luce junto al niño Jesús.
Los libros
que se amontonan, obstruyen el camino y la limpieza:
de no
haberte cruzado por mi vida, yo no sabría leer.
A las 5 p.m.
la enfermedad es una buena disculpa
para
esperarte solitaria en la ventana, cuando
tengo el
pecho apretado y este aire me asfixia.
Pobre
hígado, es como haber probado éter
y estar bajo
el dominio de la presión o la temperatura.
El tiempo
transcurre en el poema, mi frente hierve
tú, entre
nervioso y displicente, te apuras en mover
un poco de
azúcar en el café pasado.
Es hora de
apurarse, de dejar que cada poro de mi cuerpo
diga lo que
tiene que decir.
(En estas
circunstancias, no es difícil pensar en el adiós
y toda
confesión se vuelve perentoria.)
Cada una de
las edades que conforman mi edad
pasarán
turbulentas y yo volveré a ser
la jovencita
que a los quince estuvo a punto de sucumbir
pero que aún
respira.
INVIERNO
Tenso es el
instante en que una fría desesperación precede a la muerte.
Tenso el
instante en que abismo y alivio nos llaman con una misma voz.
Era
brillante, bella y arriesgada: de niña
la mística
la hirió con ardor silencioso y su padre el ausente
asumió la
apariencia de un gigante maravilloso y vil.
Después la
sedujo la poesía
-esa diosa
evasiva que puede ser cruel-
y empezó el
febril recorrido:
la escritura
febril, el febril matrimonio y los partos febriles
-una pareja
de bebés a los que alimentó
pesada cual
vaca y envuelta en su bata floreada-
enredando el
amor, persiguiendo una inútil metáfora.
Meses de
locura, de alegría, de insomnio.
Hastío más
humo más viento más desolación.
Y el
invierno más crudo adherido a los huesos.
Era el
minuto exacto para el discernimiento.
Los copos de
nieve lanzaban su espesor contra lo amado.
Ella dio una
mirada de reojo:
Un
insistente llanto resbalaba en su pecho sin transmitir calor.
Dos décadas
y dos intentos: ¡basta!
A veces,
toda una vida errante se cifra en una sola pregunta
sin
respuesta: “¿Es por esto que hemos existido?”
Hora de
descansar: el silencio se clava en el ojo del tiempo.
Ella pasea
por última vez su terca y pesada soledad en los pasillos.
Su soledad,
caracol que se enrosca sobre el pasto de los indiferentes.
Alguien
vendrá –o no vendrá- a sofocar este aire que aturde.
Y luego es
Sylvia la que pulsa extasiada el botón de su última puerta
y en la
entrada de un horno deposita las penas de su memoria ardiente.
La que acaso
descansa y nos lega un secreto que nos cubre de culpa.
HUAICO
Toda
comunicación entre usted y yo
ha sido
bloqueada.
Sin embargo,
nuestras bocas apretadas se arrancan
y hay un
sonido próximo a estallar, pero silencio.
Me
desmiembro, dejo a un lado el corazón y pienso:
En los años
50, todavía joven, erró por la ciudad
pobló con su
oscuro sueño los hoteles
fue empleado
con un traje a rayas a punto de perderse
y después,
escribió.
Ah, señor,
usted no sabe mucho de mis varios intentos
en esta
mañana con el sol hiriendo mis papeles:
las otras
mujeres han marchado al trabajo
o lustran,
cocinan, se acaloran
y yo aquí,
sentada en el mediano equilibrio en que me dejan
los amables
abrazos de mi amigo
sobre la
hamaca que usted compró.
Cuando
llega, señor, mis dedos tiemblan
y no es por
la bebida, mis ojos se agrandan
y tratan de
verlo detrás de los periódicos
detrás de
los papeles y papeles
que usted
edifica con cuidado y que me alejan
me
arrinconan para siempre en esa casa
donde manda
usted.
De Ónix (2001)
BUCÓLICA
Esto es lo
que seduce aquí en el bosque:
en las
noches sedientas deste agosto
podemos
asomar a la terraza
-la tela
metálica es el límite
entre el
canto del bicho y su aguijón ardiente-
y en la
mesa, coja y raída en su madera
colocar el
licor que como un río
nos mece y
nos empapa y nos devuelve
a una
diáfana orilla entre las piedras
primitivos y
locos de cabellos al viento
sentadas a
horcajadas en el otro
desnudos sin
prudencia ni piedad.
Mi amor
escancia el vino con dulzura
el talle de
cristal aquí es mi talle
la base tan
suave y tan redonda
mis caderas
que el tacto desvanece
mis formas
se diluyen mientras bebe
me vierto y
adelgazo y agiganto
soy el lecho
y el lodo y la corriente
el viento
que empozado ya no gira
soy la
humedad, el calor y cierto frío
que recorre
las venas al cumplirnos.
Soy la
sombra que niega y también da
y el beso
del insecto en el alambre.
CONFESIÓN
Siempre seré
tu mujer.
No hay
sumisión en esta entrega.
Las caderas
que dócilmente se curvan
son mías y
no. El roce es lento.
La lengua
sedosa
busca tu red
de nervios en la oscuridad.
Cada nueva
estación
acepto este
juego de espejos
en el que tú
y yo, es decir,
una parte de
tu cuerpo entra en mi cuerpo
y viceversa.
Siempre seré
la que espía.
Y se divide
para mejor mirarse, hasta encontrar
la oscura
fisiología de las cosas,
el animal
que sigiloso repta entre mis venas
y que pulsa
y se agita
sobre la
tibia esfera de tu vientre
encaramado y
fijo
sobre la
tibia carne de mis pechos.
La que
indaga y persigue: ésa soy.
La que
atrapa y domina hasta la náusea.
Y luego se
tiende
y repite
obsesiva
el pálido
gesto de la entrega:
las fisuras
ardientes / el furor en los ojos
los fluidos
y goznes que a ti me atan.
De Pez (2005)
[15]
Y luego
estoy aquí, tendida en el sopor del sueño
Es blanca la
cama de hospital morena
la enfermera que hace un rato colocó finos cables que de mi vientre viajan al
monitor que preciso registra nuestro pulso
Dije nuestro
a lo que es tuyo mío a lo que es de otros pero mío:
Esta ciudad
irreal en su caos en el humo que arde desde el sur y en la brisa
nocturna nos
entrega su mortecino aliento su fulgor
Dos columnas
tenía la ciudad matizadas de venas azules como éstas que
recorren mis
piernas
Las piernas
de la ciudad eran dos torres su centro una colmena repleta de
gente
moviéndose como te mueves tú que nadas en mi río
Pero ellos
nadan en la agonía de su suerte en fragmentos y esquirlas
desplazados
De una torre
a la otra de una cúspide ardiendo a la segunda: brilla el fuego
interior de
las múltiples voces de todas las naciones de lenguas extranjeras
que en mi
único cuerpo se confunden:
Ardiente
magma inadvertido gólem que no del barro nace sino de las cenizas:
Se calcina
la carne en la ciudad las abiertas ventanas al vacío inmolan o
disparan
gruesas formas que en la amplitud del aire son apenas oscurecidos
dardos
negras aves en picada hiriendo el pavimento
¿Cómo huele
la piel cuando se incendia qué se hace
el cabello todo en flamas
cuánto pesan
los cuerpos estrellados?
¿Quién habrá
de sacarnos de la aflicción de la isla? ¿Cuándo hemos de volver
a la tierra
del moro la tierra del hebreo la tierra del hispano a la tierra
africana?
¿Cómo cuándo por dónde navegar a esa tierra que fluye leche y
miel?
Paciente
como una letanía mi hijo aletea en el fondo de mí luego se escurre.
Algo
ensombrece la pantalla de manchas púrpura. Surgen como espirales en
el close-up y tiemblo
Aquí todo es
asfixia bebé lengua en pena bebé un cianótico gesto impidiendo.
Arde la sed
exenta de palabras exento de fluidos se nos agota el aire
Se evapora
el agua de ese río se transforma y
trastorna se hace sangre en la
tierra el
agua de ese río
El gran río
que arrastra entre su oleaje metáforas de vida a esta hora arrastra
sin embargo
dislocadas falanges vagos torsos rasgadas pantorrillas que por
su lecho
avanzan
Légamo tálamo
limo: ¿qué se hará dime entonces el polvo de la tierra
adónde
volverá?
[17]
Ahora tú y
yo juntos hemos de remontar el río de la muerte
Mi cuerpo
dispuesto al sacrificio se tiende en esta ara de metal que es la
camilla
helada en su quietud pero ardiente en el fluir que recorre mis piernas
Agua agua
que se desliza brota de mi interior y se derrama
Huele a
materia humana al miasma mineral que ha de traerte aquí a mí
dormido
despierto
Tu cuerpo
solo viaja nada empuja hacia el canal abierto de mi carne
Tu cabeza de
pronto colocada
Respiro
respiramos violencia en la ranura vertical luego la huida:
Huyes huyes
de mis entrañas de sus crípticas vueltas que semejan una oscura
ciudad
amenazada
Apareces
despuntas y desatas el oblicuo cordón de nuestro pacto
Hijo mío
naciente el esperado al fin eres por fin habrás de ser las formas que
intuí cuando
anidabas
Y es tu
pecho húmedo contra el mío la evidencia del erótico pulso de la sangre
crecido en
mí y recreado a mi imagen y aun mi semejanza
Un sosías de
mí y también otro semejante al padre y a la madre semejante a la
especie que
repite el constante el dulce apareamiento
Etéreo cielo
altas humaredas que en el día de hoy juntos celebran al
anunciado
infante ya nacido
Apaciguado
está un instante el caos y ya asoma en el cieno una flor y en los
escombros la
palabra cumplida el nuevo fruto la música ventrílocua y canora
Pez que en
silencio encarna y se aposenta infinito y minúsculo milagro río de
cromosomas
anudado por el azar el tiempo y la memoria:
Eres porque
te sueño y te acaricio te imagino y modelo y en ti nazco
De Morir es un arte (2010)
MARINA
ésta es la
danza con el mar
la eterna
danza la macabra
espejo del
atardecer
líquenes
enredados a mi cuerpo
como un
cordón umbilical
el mar me
abre su vientre
me cobija
sus olas son el amarillo
maternal esa
caricia lejana
ya olvidada
entre las olas
soy la niña
del mar su criatura
de piernas
recogidas y pulgar en el labio
el mar me
lleva avanzo entre las rocas
lado a lado
los ojos entreabiertos
a la
izquierda el sol rojizo a la derecha
la medialuna
pálida me observa cubre
mi negro
omóplato en el mar
me copio y
me recreo soy narcisa
BASTA SEÑORA
DE LAS BELLAS IMÁGENES
Te hablo de
la muerte como una vieja herida.
Esa que
conocemos y ahuyentamos
que a diario
nos visita y sobrevuela
nuestro
lecho de amantes desvelados.
Amor: anoche
–anoche justamente-
entornada la
puerta intentamos atrapar el instante
tres minutos
o diez entrelazados ajustados los dedos
ahuyentando
a la dama de negro que aparece
en las
caricaturas de la tele y en la prensa y se viste
de huracán o
de hambre, de diaria cuchillada, de estallido
y leyendo
noticias nos despierta y despierta a los niños
y nosotros,
amor, ¿qué podremos hacer para que no se asusten
y sonrían
aún y salgan correteando hasta el patio
pateando una
pelota llevando su lonchera calentita a la escuela?
Y yo, amor,
¿qué podré hacer entonces para que no se asusten
sino
retroceder, olvidar esa imagen de mi cuerpo saltando
abierta la
ventana nueve pisos
y qué podré
hacer sino aferrarme, atarme a las patas de la mesa
a la olla en
que hierven las patatas, a la hora del té o la medicina?
Y tú, amor,
¿qué harás sino tomarme despacio y susurrarme
y que sea tu
sombra bella sombra la que entonces
de la señora
muerte nuevamente
solo un
instante aquí y solo ahora?
INSTÁNTANEA
¿Es eso
ahora, mamá:
una fotografía
colgada en la pared o de pie en la repisa
entre los
libros?
La plana
filigrana el gesto inmóvil
mamá que ya
no puede sonreír (aunque sonríe)
que ya no
tiene voz que no se oye
salvo por
este ruido acá en el vientre
este nudo
que es suyo esta obstrucción
mamá y su
colapso en plena vena
un
retorcerse suave un grito de dolor siempre discreto
siempre mamá
callada sin quejarse
tan en su
sitio aún tan solitaria
en la
ambulancia el suero la emergencia
mamá y las
toxinas los narcóticos
el
innombrable opio la morfina
mamá
adelgazando en dos semanas
delgadita y
marrón entre las sábanas
su mirada
que se abre que se cierra
y en la foto
sonríe entristecida
ya mamá y
sus ojos en el aire
con el gesto
perdido con la mano
que me dice
un abrazo y abrazadas despedidas las dos
acá en su
cuarto mamá yo pequeñita y ella el ángel
eso es todo
mamá y un flash que suena.
De Empresa delirio (INÉDITO)
EL VIENTRE
de mamá es una casa
cerrada para
mí en este tiempo
añejo de la
muerte. Si en el sueño
descorro algún
visillo a lo mejor
la veo el
mismo vientre todavía
habitable
esperando la vuelta
de sus crías
en las cuatro crecida
atesorando
su única señal de
identidad. Llegas tarde -me dice
revolviendo
la olla- te esperaba
a comer con
los niños. Y tal como
el conejo
del cuento yo miro mi
reloj y me
doy cuenta que esta
simetría es
imposible: no le es dado
a mamá desde
la ausencia convivir
con mis
hijos ya crecidos y seguir
cocinando
para ellos esos guisos
que huelen a
comino enquistado
en el alma
un viejo aroma incapaz
de volver.
¿Y yo
entonces con qué cara
me asomo a
la cocina aséptica
en New York
y en un tris resuelvo
la merienda
que a la madre solía
demorarle
horas enteras? La veía
de lejos una
Cucarachita Martina
tan trepada
a sus ollas que temía
que ese
guiso marrón de carapulcra
hirviendo
como en olas bufando
se elevara
por encima del borde
la tragara y
entonces no quedase
ni merienda
ni madre dadora de los
granos
hacendosa gallina en peligro
de fuego o
extinción?
¿Y qué comen
mis niños qué les doy
con qué les
alimento las neuronas
esa fibra de
amor que los sustenta
flacos de
piernas largas van los dos
con los ojos
oscuros algo tristes
estirando
los brazos por mimarme
y entretanto
algo se les atasca
lo no dicho
la manzana de Adán
sobresaltada
y yo Eva desnuda
desprovista
de cuchara de palo
el corazón
caído en la neurosis?
A ver si más
bien cambio de registro
si caliento
la cena los arropo
mis
polluelos siempre ávidos lo siento
por aquí
hubo una falla entra el frío
hay algo de
la madre un toque pío
una lección
que no supe aprender.
¿QUIÉN HACE
BROTAR LA LLUVIA?
(Pina Bausch)
(Pina Bausch)
Esta es una
danza tú y yo
viajamos
unidos como lapas
como
percebes negros pegados
a la roca
más grande más precaria
nuestra
existencia sólo depende
del paso que
daremos sobre esta
superficie
aceitosa sólo la espalda
el plexo el
sexo un vaho acuático
nos liga los
brazos son aspas
los labios
aspiran esta energía
que es tan
intensa como velocidad
igual
espacio sobre tiempo y sobre
ti y sobre
mí las horas fluyen y
el espacio
se acorta porque yo
me enrosco a
tu cintura o tú reposas
en mi pecho
y luego te deslizas
hacia el
vientre y allí mismo yo
hago un
círculo te ato a mi regazo
y es negro
el paisaje las aguas
se revuelven
y en ese remolino
tú me
despojas de mi traje yo
me despojo
del pudor somos
dos anfibios
recién nacidos
arrastrando
una cola que de pronto
es un ala
nos eleva y sobre el peñasco
un sonido
gutural como de ave
un croar de
cuervo herido te
identifica
me define y llueve a grandes
baldazos con
gran frío el agua
nos roza y
acaricia acaso hierve pero
no importa
ni tú ni yo nos dejamos
caer salvo
en esta inocente pasión
inofensiva
como cuando te cubro
los ojos y
te digo sigue la línea que baja
por mi nuca
detente en la fisura de las
primeras
vértebras palpa la cinta que ata
mi corpiño y
en uno dos o tres segundos
infinitos yo
me daré la vuelta y he
de mostrarte
mis senos el oscuro pezón
que te
arrebata y entonces tal vez caiga
de nuevo
lluvia y una música alegre hará
que el ritmo
descienda hasta las piernas
yo haré un
plié ajustándote a mi pelvis y
tú
elevándote unos centímetros irás
acariciando
mi hendidura pero no dejaremos
de avanzar
sobre la pista como si un hilo
desde arriba
nos moviera y entonces uno
podría
preguntarse de dónde viene quién
es el
demiurgo que hace brotar tanta agua
desde el
firmamento mientras nosotros
continuamos
croando y tu cuerpo y mi
cuerpo
inventan de nuevo una pirueta
y esta vez
desde el vértice del ojo veo
tu sombra
que por detrás me acecha
con la
soltura suficiente para trepar con
nuestros
pies batracios hasta una cúspide
que luce
como la bóveda celeste pero no se
ve más que
las tibias hebras de tu cabello
apenas tres
pulgadas tres minutos para danzar
frente a ti
seducirte o saciarte mientras tú
tampoco
abandonas el movimiento más bien
aplaudes
cimbreas las caderas y en ese instante
tu torso ya
desnudo siente mi abrazo y a esa
hora en que
no sabemos si el sol está por irse
o volverá
mañana o si acaso hay mañana en
esta
historia donde yo quiero detenerme fijar
nuestra
imagen de adoradas mangostas algún
molusco
tendría que definir nuestro deseo
de andar así
de a dos el mundo nunca tan cerca
ni tampoco
tan lejos que se me encoja el corazón
de no
encontrarte en ti he hallado el perfecto
acoplarse de
los cuerpos la copla que te canto
cuando la
llovizna se acelera y es esta cópula
nuestra
única heráldica el escudo que nos libra
de todo
tedio húmedos en el tiempo ardiente amor.
RAPSODIA
PARA UN PARQUE AMARILLO
A Bruno, Dalmacia y Roy
He de volver
al mismo parque siempre
bufanda azul
y zapatillas negras
en el
izquierdo un hilario de grifa un
hilo que
solapa aspiraré a buen recaudo
de la
policía y a mi lado otro aliento otros pies
otros
muchachos somos varios aquí en el mismo
parque el
humo nos congrega y nos redime
de la tarde
de niebla del silencio que brota
anémico en
medio de las hojas lábil emocional
tengo mi
tribu de solitarios que como yo llevan
un libro
deshojado bajo el brazo una flauta
melodiosa
unos acordes en mi saga hay siempre
algo de
música algo triste pero ellos me escuchan
y a lo lejos
un perro viene raudo
un pastor
alemán que está jugando y hemos
lateado el
parque un par de veces
dos pitadas
seguidas boto el humo y en la
banca de
verde esa mujer con su traje de
seda o
muselina el periódico lee las noticias
una tarde
cualquiera algo se enciende y es el
sol de las
cinco y es un fuego que nos dora a
los tres o
más bien quema una fábrica inmensa
y mientras
tanto hacemos que bromeamos pero
en verdad
quisiéramos igual que lucho hernández
otra cosa
inyectarnos en contra de este miedo de
la vida que sola
va y a veces también arde así
como esta
tinta sobre líneas tan finas que dibujo
un
pentagrama donde marcar el ritmo la cadencia
que me nace
por dentro mis amigos me abrazan y
celebran mis
vaqueros y también mi sonrisa soy yo
la que paseo
en esta tarde la que incendia praderas
vidrios
rotos soy yo la que rasguea estas cuerdas
la que pide
y se dice y contradice pero siempre
regresa al
mismo parque con los ojos de lince y
los
muchachos y el poema que da la media vuelta.
A Joëlle Guatelli-Tedeschi
en las
tardes brillantes se ve África. He
debido llegar
a los 50 para huir de casa.
De nuevo l’inconnu me vuelve esquiva
de las
cuentas de los hijos inmersa
en ese pozo
donde al fondo de lo negro
Solera sino
al sol sino a la sombra de este
día
calcinado entre las piedras? Un perro
tiempo un
perro medieval que se recorta
del romero y
al borde de la acera
escuchar que
una gitana le dice a otra
gitana: El amor va y viene y tras de sus
siluetas
distinguir una aguda cadena de
montañas
cubiertas de nubes o de nieve
(da igual).
¿De qué vale
partir partirse el lomo
si ya el
peso del ilíaco te pasma y
es un golpe
de luz es un calambre
el instante
en que agitas la mano y
adivinas en
tus críos la mirada
que castiga
tanto adiós? Ojo ajeno
del hijo que
fue tuyo con olor a ternura
iba en tus
brazos y ahora apenas camina
frente a ti
sordo confuso sin mirarte
(esto es
Varela). Otra vez dice una doña
cigarrillo
en los labios yo discurro otra
nueva
sacudida en las costas castigadas
del Japón
una ciudad fantasma Fukijama
un rostro de
mujer en primer plano
en medio del
debris busca a su hijo. ¿Y yo
qué busco en
esta callejuela que guarece
y sepulta
tanta muerte diseño tan angosto
que si
estiro los brazos toco ambos extremos
sin
esfuerzo? Y pensar que cada mano mía
debería
tomar otras dos manos que esta
libertad me
precipita empiezan a girar todas
las culpas y
la historia me encuentra rodeada
de cruces y
de estacas juderías selladas
moros
expulsados prestos cruzando el mar
para
aparearse. Y sé que en mí están todas
las sangres
(es Arguedas) y sé que deambulo
de una cita
a otra cita de un verso a la canción
de cuna de
la infancia y al voltear una esquina
de Granada
veo el barrio de Lima color sepia
allí donde
mi madre me conduce al centro
de ortopedia
del Dr. Scholl.
Necesito una
compresa j’ai besoin
d’une pillule una curita para apretar
el corazón y
el dolor no desborde algo
LA
EXPERIENCIA KLOAKA: TESTIMONIO DE PARTE
DREYFUS:
Me parece que entre Roger y yo había una cercanía estética y también política.
Nos gustaban los poetas malditos, el movimiento beatnik, la poesía imaginista,
mayo del 68, el Ché Guevara. Los dos estábamos en el programa de Literaturas
Hispánicas de San Marcos, que en realidad funcionaba como una facultad de
escritura creativa, ahora que lo pienso. Nuestros profesores eran los mejores
poetas peruanos, y tuvimos el privilegio de conocer allí, incluso, a un poeta
supérstite de la vanguardia, José Alvarado Sánchez, que firmaba como Vicente
Azar. También enseñaba ahí gente de la generación del cincuenta, como Belli,
Delgado, Bendezú, y los entonces todavía jóvenes poetas del sesenta como
Antonio Cisneros, Carmen Luz Bejarano, Marco Martos, Hildebrando Pérez. Había
mucha movida en el Patio de Letras, donde circulaban revistas literarias como Tallo de habas, Hipócrita lector, La Sagrada
Familia, Sic. Ya para 1980 en el
Perú todo estaba atomizado y se vivía un ambiente muy tenso, casi sin salida.
Ese es el año en que empieza justamente la guerra de Sendero Luminoso. La idea
de fundar Kloaka, a fines del 82, fue hacer una suerte de frente poético, en un
momento pico de la historia, en una realidad cercada por bombas y apagones. La
cofradía funcionó al principio semanalmente, en largas sesiones en la casa de
Roger en el Rímac, donde leíamos, conversábamos, barajábamos ideas respecto a
nuestra propia estética. En ese cóctel de lecturas y canciones recuerdo nombres
fundamentales como Lautréamont, Pound, Ginsberg, Charly García, David Bowie,
Clarice Lispector. Todo lo consumíamos aceleradamente, como si la vida fuese a
terminarse al día siguiente, con un sentido de urgencia, un vitalismo que
también tenía sus “caídas hondas de arquitecto”, como diría Vallejo, porque era
muy difícil ser joven y estar contento en Lima en ese momento. Esos fueron los
mejores meses de Kloaka, cuando funcionábamos como una secta solapa que se
reunía ritualmente para leer, fumar, cantar en alta voz. (Tomado
de: Carlos Torres Rotondo y José Carlos Yrigoyen. Poesía en rock. Una historia oral. Perú 1966-1991. Lima: Ediciones Altazor, 2010:
223-224).
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MARIELA DREYFUS (Lima, 1960) es autora de los poemarios Memorias de Electra (1984), Placer fantasma (1993; Premio de Poesía Asociación Peruano-Japonesa, 1992), Ónix (2001), Pez (2005) y Morir es un arte (2010). Estudió Literatura en las universidades de San Marcos (Lima) y Columbia (Nueva York), donde se doctoró en Literatura Latinoamericana. Ha co-editado el volumen Nadie sabe mis cosas. Reflexiones en torno a la poesía de Blanca Varela (2007); ha escrito también el estudio Soberanía y transgresión: César Moro (2008). Fundadora del movimiento Kloaka (1982-84). Su obra ha sido traducida al inglés y al francés y está incluida en importantes antologías de poesía peruana y latinoamericana. Actualmente enseña Poesía y Traducción Literaria en la Maestría de Escritura Creativa en Español de New York University (NYU). Tiene un volumen de poesía inédito, cuyo título provisional es Empresa delirio.
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Roger Santiváñez: Mundos sumergidos: Movimiento Kloaka 30 años
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1 comment:
beautiful poem i consider a fantastic write and much talent y capacitation kisses
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