MILES DAVIS ME PERSIGUE
Hemos nacido, le digo, gritando el número
como si fuera posible librarse del anonimato, de la escena. Me agito,
desempolvo mi cintura, comienzo a gemir porque algo del negro me subyuga,
aplaza mis amígdalas, el humo.
Miles Davis sopla,
sopla deliberadamente en mi cabeza y no puedo,no puedo aliviarme de esta
fuga,me alargo,distiendo mis venas.
Kind of Blue humedece mi espalda y John Coltrane cierra mi boca;
la nota es alta, en mi propia sombra le acaricio.
El negro vuela, succiona mi cabeza. Los
caballos de Illinois galopan en sus ojos y la heroina muerde estos rincones.
Miles, le digo como en un susurro deshabitado
mientras en el extremo de esta línea golpean sus labios, sus manos largas de
las que ahora huyo.
So what? La soledad es un golpe, un minuto de sangre en la
boquilla,un animal alado en los pistones y yo quiero más,quiero volverme a los
silencios a ese infame candor que me diluye. Quiero largarme,dejar de respirar
tu irónica muerte,tus sorpresas. Mas sigo moviendo los brazos,buscándote en el
sexo de la tarde.
Dónde dejaste las llaves de desagüe si tu
saliva me aplasta, me convence de Dios. Nadie me ha visto llegar, nadie me
espera, tu boca se mece entre las sillas como un cuerpo seguro. Podría estar
alucinando o quizás la noche es demasiado para mí, pero cuando el humo llega
hasta mis ojos, tú, negro Miles Davis, desprendes el
otoño, las hojas, me partes en dos con tu campana de metal. Alerta, suave,
bajando, subiendo, mordiendo la vida allí en el borde, en el diámetro.
Llegan los agudos y mi éxtasis se llora, se
rinde, aplaude la penumbra. Casi sonrío.
Me alcanzas MilesDavis, rompes mi garganta con tu brazo de
viento y yo quiero decirte que somos dos. Naciste y yo soñaba el mismo día, era mayo, seguro
llovía y tu padre sacaba alguna muela.
Me
tocas. No quiero abrir mi pecho izquierdo. Se acumulan mil mitades y un ojo de pez
que no conoces. ¡Ay negro Miles Davis!, las válvulas están vivas en tu llanto. Eres mi excusa, mi orgasmo real y mi esperanza.
No me persigas. No te acumules. Si hay algo
cierto es este número, esta forma vital en que morimos. In a silent
way cierro las puertas y me acuesto contigo, aún siendo hombre y negro y
divino.
DESORDEN MINÚSCULO
Pudo ser el párrafo intenso o la costura del
labio inferior tan decidida, tan llena de otras cosas. Pudo ser, incluso, la
referencia al todo desde su cuello ovíparo, referencia a nada, a mi todo, al casi
todo conceptual, omnisciente.
Pudo ser la hora, ese desgano apresurado del
silencio, cuando la luz se esparce como nueva desde adentro, arrasando
líquidos, rotando la memoria gustativa, la memoria cíclica que avanza desde y
para el hambre.
Pudo ser a veces como ahora en que los ritmos
cantan en mi lengua palabrotas, aleluyas, sudores de agosto, vestigios de conga
y carnaval de provincia, pudo ser el rastro odorífico con que empuñaba los
muslos, las rodillas, el gesto perentorio de sus manos.
Pudo ser este desorden minúsculo en medio de
la espalda, estas ganas de correr hacia su noche cuando habla desde lejos,
cuando pide silencio y es su grito una palmada ciega por mi boca.
Pudo ser el libro, que ganado su espacio
ardía entre sus manos...
Pudo ser Dios en su inocencia, preservándome
del odio a las palabras, construyendo con su sangre espinas nuevas, pudo ser
mi química humillada, hambrienta como nunca de elementos sólidos.
O tal vez, ¿quién sabe? Su rastro de ave
pretérita esa noche y otra y otra coagulando mi asombro, alejando con hierro mi
deseo. Argentada garganta que pasa y cose en mi sonrisa su misterio.
O tal vez, ¿quién sabe? Su cúmulo cierto de
tristezas nombrando mi cabeza, mi todo, mi nada.
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LLENY DÍAZ.
Escritora cubana residente en Miami.
2 comments:
¡Qué buena poeta es Lleny Díaz! Para mí ha sido un descubrimiento. Un abrazo, Rita querida.
Awesome!
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