¡Señor, Señor, el pájaro perdido
puede hallar en los bosques el sustento,
en cualquier árbol fabricar su nido,
y a cualquier hora atravesar el viento!
en cualquier árbol fabricar su nido,
y a cualquier hora atravesar el viento!
¡Y el hombre, el dueño que a la tierra envías
armado para entrar en la contienda,
no sabe, al despertar todos los días,
en qué desierto plantará su tienda!
armado para entrar en la contienda,
no sabe, al despertar todos los días,
en qué desierto plantará su tienda!
Dejas que el blanco cisne en la laguna
los dulces besos del terral aguarde,
jugando con el brillo de la luna,
nadando entre el reflejo de la tarde;
los dulces besos del terral aguarde,
jugando con el brillo de la luna,
nadando entre el reflejo de la tarde;
¡y a mí, Señor, a mí no se me alcanza,
en medio de la mar embravecida,
jugar con la ilusión y la esperanza
en esta triste noche de la vida!
en medio de la mar embravecida,
jugar con la ilusión y la esperanza
en esta triste noche de la vida!
Esparce su perfume la azucena
sin lastimar su cáliz delicado,
y si yo llego á descubrir mi pena,
me queda el corazón despedazado.
sin lastimar su cáliz delicado,
y si yo llego á descubrir mi pena,
me queda el corazón despedazado.
¿Y quién soy yo? ¡Poeta vagabundo
que vengo, como réprobo maldito,
a contar una hora en este mundo
en presencia de Dios y lo infinito!
que vengo, como réprobo maldito,
a contar una hora en este mundo
en presencia de Dios y lo infinito!
Vengo a pulsar el arpa un breve instante,
y en mi suerte más bella sólo espero
encontrar mi sepulcro, como el Dante,
por las sendas tal vez del extranjero.
y en mi suerte más bella sólo espero
encontrar mi sepulcro, como el Dante,
por las sendas tal vez del extranjero.
La estrella de mi siglo se ha eclipsado,
y en medio del dolor y el desconsuelo,
el lirio de la fe se ha marchitado,
y no hay escala que conduzca al cielo.
Van los pueblos a orar al templo santo,
y llevan una lámpara mezquina,
y el Cristo allí sobre la Cruz, en tanto,
abre los brazos y la frente inclina.
y en medio del dolor y el desconsuelo,
el lirio de la fe se ha marchitado,
y no hay escala que conduzca al cielo.
Van los pueblos a orar al templo santo,
y llevan una lámpara mezquina,
y el Cristo allí sobre la Cruz, en tanto,
abre los brazos y la frente inclina.
Voluptuoso el amor en sus placeres,
no busca mirtos ni laurel aguarda;
y cubren con un velo las mujeres
el ángel adormido de su guarda.
no busca mirtos ni laurel aguarda;
y cubren con un velo las mujeres
el ángel adormido de su guarda.
Tengo el alma, ¡Señor!, adolorida
por unas penas que no tienen nombres;
y no me culpes, no, porque te pida
otra patria, otro siglo y otros hombres;
por unas penas que no tienen nombres;
y no me culpes, no, porque te pida
otra patria, otro siglo y otros hombres;
que aquella edad con que soñé no asoma;
con mi país de promisión no acierto;
mis tiempos son los de la antigua Roma,
y mis hermanos con la Grecia han muerto.
con mi país de promisión no acierto;
mis tiempos son los de la antigua Roma,
y mis hermanos con la Grecia han muerto.
---------------------------------------------------------
JUAN CLEMENTE ZENEA. (Bayamo, Oriente, 1832-Fusilado en La Habana el 25 de agosto de 1871). Poeta y periodista. En 1846 publicó sus primeros poemas en La Prensa, periódico habanero del
que llegó a ser redactor en 1849. Un folletín suyo aparecido en esta
publicación durante una semana santa hubiera provocado que el Obispado lo
excomulgara, de no mediar su padre, quien publicó una carta de detractación que
le hizo firmar. De esta época datan sus relaciones amorosas con Adah Menken, primero en La Habana y luego en Nueva Orleans. En Nuea York se inscribió en la sociedad La Estrella Solitaria e
hizo propaganda anexionista en La Verdad, El Filibustero, El
Cubano. En 1853 fue condenado a muerte en La Habana pero gracias a una amnistía general
pudo regresar al año siguiente a esta ciudad, donde residió por más de diez
años. En 1865 se trasladó a Nueva York. Allí perdió todas sus economías en
actividades mercantiles. Colaboró en La Voz de América y dirigió la Revista
del Nuevo Mundo. Invitado por Pedro Santacilia se trasladó a México, donde fue
redactor del Diario Oficial. Redactó el periódico La Revolución, que fundó en unión de Néstor Ponce de
León; colaboró en El Mundo Nuevo - América Ilustrada. Dio
conferencias en el Ateneo Cubano de Filadelfia. En 1870 en La Habana, fue fusilado. Dejó inéditas Jaquelina y Reginaldo,
novela escrita en verso; La azucena del valle, leyenda en verso. Y una
edición crítico-bibliográfica de las Poesías de José María Heredia.
No comments:
Post a Comment