7.15.2015

LUIS FELIPE ROJAS ENTREVISTA A JUAN CARLOS CREMATA

El destacado director de cine y teatro cubanoJuan Carlos Cremata concedió una entrevista a Martí Noticias a raíz de la censura de su más reciente producción teatral.  Cremata habla sobre la censura a su obra, tildada de ser una burla a Fidel. 
El 4 de julio, a teatro lleno, estrenó El rey se muere de Eugène Ionesco, días después el Consejo Nacional de Artes Escénicas (CNAE) la saca de cartelera alegando que se trata de un "panfleto político contra Fidel Castro" (9 de julio 2015)

La puesta en escena de la obra El rey se muere,  de Eugène Ionescose estrenó el sábado 4 de julio, con lleno total en la sala Tito Junco del Centro Cultural Bertolt Brecht, en La Habana, 
a manera de homenaje a la independencia de Estados Unidos.


L.F. R.: Juan Carlos, sabemos por varias fuentes sobre la suspensión de la obra El rey se muere. ¿Qué sucedió realmente?
J.C.C.: Más que suspensión es censura descarada y burda. O sea, fue una total suspensión. Teníamos todo un mes de presentaciones y solo pudimos dar dos funciones. Ellos alegan que nosotros estamos haciendo un panfleto político contra Fidel Castro, cosa que no es real. Y, bueno, nosotros no pudimos discutir absolutamente nada y tuvimos, después de mucho esfuerzo, que bajar de cartel la obra. Sin derecho a réplica.

L.F. R.: ¿Te comunicaron directamente esta orden?
J.C.C.: Sí, claro, fueron "muy amables esta vez". Porque ya es la segunda vez que yo me enfrento con la censura en el teatro. La primera vez fue con La hijastra, hace algunos años (en esa ocasión) nos dejaron dar 14 funciones. Esta vez fueron un poco más amables y nos llamaron –el Consejo Nacional de Artes Escénicas (CNAE)– en la persona de la presidenta Gisela González y toda la plana mayor a informarnos que ellos estaban en desacuerdo. Ellos habían controlado bastante la publicidad del espectáculo, habían leído la obra, no habían asistido absolutamente a ninguno de los ensayos. Yo no dejo de reconocer que la obra es bastante dura, pero vivimos otros momentos, donde siempre se habló de no prohibir ni censurar nada, y es mentira, totalmente mentira. Nada más que dimos funciones sábado y domingo.

L.F. R.: ¿Hubo afluencia de público?
J.C.C.: Sí, hubo lleno total. De hecho, el sábado estuvo completamente desbordado y el domingo estuvo lleno total.

L.F. R.: ¿Fue similar a lo que pasó con Cloaca?
J.C.C.: No, con Cloaca (Maria Goos) no tuvimos absolutamente ningún problema… en ese sentido. Claro, era una obra mucho más benévola, con el tema que proponía. Esta obra, la censurada, El Rey se muere, habla de un rey que no quiere morirse y toda la corte tiene que convencerlo burlándose de que debe morirse, y ellos hicieron una lectura que sabíamos que se iba a dar de alguna manera, con un líder que no tenía nada que ver porque la obra habla de todos los monarcas y todos los dirigentes, presidentes del mundo. Es un clásico de la literatura, no es una obra inventada. Entonces a casi una semana de las declaraciones de Abel Prieto (ex Ministro de Cultura y actual asesor de Raúl Castro) en El País, donde decía que no se iba a prohibir nada, que se iba a permitir absolutamente todo… Parece que fue un concierto más bien maquinado desde muy temprano, porque ellos sabían qué era lo que nosotros estábamos preparando. Entonces, nos dejaron llegar a la función del estreno y justo dos días después de sábado y domingo. Funciones que, además, estuvieron dedicadas al aniversario de la Independencia de Estados Unidos: Fueron la gente (los funcionarios) de la Oficina de Intereses (USINT Havana). (A) mucho público le gustó, (a) mucho público no le gustó.

L.F. R.: ¿Qué pérdidas económicas te daría esto?
J.C.C.: Realmente no muchas, aunque toda la producción o la mayoría de la producción fue asumida por mí. Si bien el salario es mantenido por el Centro de Teatro, que es el departamento adjunto al CNAE. Más que la pérdida económica, que es significativa desde el punto de vista personal, es la pérdida artística y la pérdida de confianza y creencia en todo lo que se está haciendo. Es el camino trunco de una carrera que ya viene anunciando las cosas, porque no (es) solamente en el teatro; también en el cine a mí me acaban de censurar Crematorio, que es un cortometraje que se está viendo en una distribución pirata, pero no se aceptó oficialmente, a pesar de ser producido oficialmente. En el caso mío están como cerrando filas, me tienen un poco el dedo puesto, ¿no?

L.F. R.: ¿Los actores qué dicen, después de un proceso de elaboración, de laboratorio? ¿Cómo se siente la gente?
J.C.C.: Es un poco triste, recuerdo que ayer estábamos recogiendo todas las cosas en el teatro y muchos actores lloraban. El teatro es un fenómeno que se va construyendo no solamente en los ensayos, sino se va construyendo cada día en las funciones. Nuestro grupo, El Ingenio, que vuelvo y te repito es la tercera vez (que suben a una puesta, indicó luego), porque la primera vez fue con una obra que hicimos que se llamó El frigidaire, donde nos hicieron la vida imposible, la segunda vez fue con La hijastra, y esta vez fue la tercera, quizás la más triste y la más definitiva. Tiene una relación muy especial con el público, nosotros tenemos mucho público, y nos han puesto el cartel de conflictivos, de polémicos y ellos tratan de evitar por todos los medios la polémica y la discusión sobre bases transparentes. Ellos nos acusan, por ejemplo en este caso, de traición, de panfleto político, como si no fuera traición y panfleto político lo que vemos todos los días en casi todo lo que hacen. Para nosotros es triste, pero de todas maneras es también edificante en tanto nos dan la oportunidad de convertir en leyenda algo que no lo era tanto; engrandecer un asunto que tampoco lo era tanto, pero que ahora se engrandece con la imaginación de la gente pensando que era mucho peor.
Yo creo siempre en el diálogo transparente y abierto de toda la sociedad en conjunto, y creo que nadie se debe arrogar el derecho de pensar y decidir por los demás, qué es lo que los demás deben pensar o sentir, o hacer. Eso es mi posición y la seguiré defendiendo, desde aquí seguiremos tratando de seguir haciendo nuestras cosas a pesar de las limitaciones. Es más, la represalia que se avecina en el futuro, en el caso de mi creación donde por supuesto no van a dejar de vigilar lo que yo esté haciendo, y esto es una llamada de atención, es como decir: "Mira, te pasaste, no te vamos a dejar seguir pasando".

L.F. R.: ¿Y a qué tú crees que se deba? Porque por ejemplo, el humor pasa esas fronteras que ha puesto incluso el CNAE.
J.C.C.: Sí, es contradictorio como los humoristas están cada día más deslenguados, dicen cada vez más cosas. Sin embargo, son terrenos en Cuba, todo sigue funcionando como tribus. O sea, el cacique de tal tribu manda en una tribu y el cacique (de) tal tribu manda en otra tribu. Entonces, los humoristas se han desplayado, dicen cosas incluso aún peores, menos trabajadas. También no es lo mismo alguien que le cae bien a todo el mundo que alguien que dice las cosas de manera mucho más directas, artísticas. Yo creo que detrás de todo eso se esconden intereses personales, frustraciones personales y una historia personal de enfrentamiento con el discurso oficial.

L.F. R.: ¿Qué tiempo te llevó el proceso de elaboración de la obra?
J.C.C.: Veníamos ensayando desde hace tres meses, pero la obra la venía pensando desde hace mucho. Un artista nunca descansa cuando está trabajando, continuamente estamos programando, ideando, estamos creando. Entonces, llegar a una culminación, que no es "culminación" finalmente porque en el teatro se construye todo en cada función. Y que ese proceso quede trunco de manera deliberada por una decisión unilateral… ellos se escudan en el CNAE, pero el CNAE es una persona, es su presidenta y nadie se atreve a contraponer una orden y si ella dice que la obra es azul, la obra es azul, y si dice que es verde, es verde. Entonces, esta vez dijo que era un panfleto político y que eso no tenía más futuro.

L.F. R.: Se pone en tela de juicio que haya un "Consejo"...
J.C.C.:  Yo lo pongo en tela de juicio. Son especialistas que son tan especialistas como yo, porque yo soy graduado de la misma escuela, he estudiado las mismas cosas, y tengo una carrera por detrás, y yo sí pongo en entredicho el verdadero Consejo, que además está divorciado por completo de la producción. Ellos no calculan, ni se enteran, ni se quieren enterar jamás de cuánto puede costarnos una producción –no solo desde el punto de vista material, sino desde el punto de vista espiritual. Eso a ellos no les interesa, a ellos lo que les interesa es hacia dónde va el discurso y, sobre todo, cuidar sus puestos de trabajo, porque los entiendo a los pobres. Ellos responden ante una oficialidad y tienen que dar respuesta a esa oficialidad. Entonces, están previendo que no venga alguien mañana a decirles: "¿Cómo tú dejaste poner esto ahí?" y pueda perder su puesto de trabajo. Yo no, yo soy un artista, y por lo tanto mi naturaleza es anárquica, iconoclasta, contestataria, alternativa o como me dé la gana. Mi nación es el arte que produzco, no creo en nada más que en eso.

L.F.R.: ¿Te queda, Juan Carlos, alguna gestión por hacer, aunque fuera remotamente, para que esta obra vuelva otra vez al teatro?
J.C.C.: Mira, que triunfe la sensatez y la razón, cosa que parece ser que nunca va a pasar por ahora. Vivimos tiempos de cambios, pero, muy vigilados, no son cambios abiertos. Quedaría la gestión de poderla hacer en otra parte del mundo, pero en Cuba lo dudo mucho. Sobre todo porque ayer mismo, en menos de una semana, en tres días nos hicieron desmontar absolutamente todo lo que veníamos trabajando durante mucho tiempo, y ya la obra se desmontó. Los actores, por supuesto, se saben la obra, yo tengo todo el vestuario, toda la escenografía, pero no tengo lugar donde almacenar, no tenemos ni siquiera lugar donde ensayar, donde trabajar. Dependemos de los dueños de los teatros, que es el Estado. Entonces, ¿dónde podemos hacer la obra? Yo les decía a ellos: ¿Qué puedo hacer yo, escribirle a la ONU, a los Derechos Humanos? A nadie, creo que hay problemas más urgentes que una obra de teatro censurada y esto no viene a ser más que un ejemplo; otro ejemplo de que el discurso oficial es mentira. Es muy difícil que ellos den la vuelta atrás, incluso que ellos vengan de más arriba a desautorizar a Gisela González, porque ella está puesta ahí para vigilarnos.

L.F.R.: Sé que mucha gente ha visto tus películas y tus obras, si quisieras enviar un mensaje para ellos.
J.C.C.: Mira, yo estoy escribiendo algo que haré público en internet y parafraseando una frase que es histórica y bien conocida por todos los cubanos. Estoy refiriéndome en un artículo a todo ese hecho penoso producido y a nuestra decisión de seguir que dice: "Condenadme, no importa, el Arte nos absorberá". No "nos absolverá" sino "nos absorberá". Definitivamente nos han condenado, nos han estigmatizado, nos han puesto el dedo encima, pero eso no quiere decir nada. En cine es diferente, porque en cine la piratería en Cuba es legal y las cosas se pueden distribuir de otra manera y definitivamente parece que también, en cine, a raíz de la defensa del cine independiente, del cine alternativo, de lo que yo llamo el cine libre, parece que tampoco voy a tener apoyo oficial o estatal o industrial para poder hacer mis próximas películas.
Ni la prohibición ni la censura van a callarnos. No es tiempo de quedarse callados, no vamos a quedarnos callados, y vamos a seguir haciendo y diciendo desde donde sabemos, desde lo que sabemos, desde nuestro arte, desde el teatro, desde el cine, aunque sea en otras condiciones. Ya veremos.


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