Ayer 5 de mayo, el Granma publicó el artículo “Coleccionistas de escoria,” de Elso Concepción Valdés. Aunque no lo menciona por su nombre, el autor dirige todo el odio de su metralla contra Luis Manuel Otero Alcántara. Es uno más, otro, de los múltiples linchamientos de que ha sido objeto por parte de un Estado que monopoliza el poder de todos los medios de comunicación, y decide a su arbitrio, quién les habla a los cubanos y qué le dice; igual que decide – si bien el desafío a esas pretensiones sigue creciendo – quién no puede hablar, e incluso quién tiene que ser silenciado.
Otero Alcántara, nos han dicho, estaba fingiendo la huelga de hambre; también, a través de un video bien maquillado, que está bien. No obstante, ¿cómo explicar que lleve tantos días ya en un hospital si todo está bien? ¿Por qué no lo entrevista la televisión, no un médico? ¿Por qué no Humberto, y le permite de paso responderle a acusaciones y ataques que siempre son fáciles de hacer cuando el otro no puede responder?
Si el Estado cubano está tan, pero tan seguro, del apoyo incondicional de los cubanos, ¿por qué darle alguna importancia a una, dos, diez, o incluso doscientas voces disidentes? ¿Quién va a hacerles caso? Por eso, todo ese linchamiento mediático a que están sometiendo a Otero Alcántara, aunque lo nieguen, no son sino un signo de debilidad y de miedo.“El ahijado, la madrina… y la más reciente farsa contra Cuba”
El racismo del ataque al movimiento San Isidro no está solo en que la caricatura presente a un negro - Otero Alcántara – como la cabeza principal del enemigo, sino sobre todo en el tratamiento racista de que es objeto ahí. Sucede que Otero Alcántara es bello, y no es fofo. Pero una vez que el ataque se pone en marcha, su semilla racista lo representa como solo el racismo patriarcal puede concebir al negro: feo, vulgar, y bien negro. Ese negro, al que el autor del artículo le ha puesto el sayo de excremento, y de desecho, se convierte así en alguien sobre el que puede cometerse impunemente la violencia. Y si Otero Alcántara tuviese cualquier accidente, o le ocurriera algo dentro o fuera del hospital, el Estado no podría decir que tiene las manos limpias.
Para concluir, pregunto dónde están los activistas cubanos que, supuestamente, luchan contra el racismo. ¿Acaso pueden ignorar lo que está pasando, lo que tienen frente a sus propios ojos? ¿O es que van a seguir mirando solo a la colonia y a la República?
Coda 2
Si para el Estado racista cubano Otero Alcántara, y todo el que se atreva a mirar el país de otro modo a como se lo ordena la ideología de turno, es desechable, excremento; entonces yo propongo protegerlos, quererlos, defenderlos, porque participamos todos de la misma precaria humanidad. ¿Quieres saber con certeza a quién amar? Mira a esos que el Estado cubano patea y trata como basura. Ahí tienes tu respuesta.
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