Razones para la escritura
porque no tengo otra opción
R.M.: ¿Por qué se escribe o qué significa escribir?B.M.R.: Escribo porque no tengo otra opción. Escribir significa poner en palabras todo el mundo interior de cada quien. En cada ser humano se esconden cientos de fantasmas. Y los escritores tenemos la suerte de poner en una cuartilla —o en cientos— todas (o la mayoría) de nuestras experiencias vitales.
traté de probar que yo era un poeta
R.M.: ¿Cuál fue el origen y evolución de poemarios como Donde habito, Sin margen y sin fecha y He aquí el cuerpo? B.M.R.: Son momentos distintos de mi marcha como escritor. En Donde habito, traté de probar que yo era un poeta. En el resto de mi obra puse en blanco y negro todo el mundo interior que tenía que expresar. Y de algunas maneras lo logré, o creo que lo logré.
una deferencia con el proceso social que comenzó a experimentar mi país a partir de 1959
R.M.: ¿Por qué Balada del barrio? ¿Es esta novela parte de una concepción o ideología sobre la relación creador/receptor? B.M.R.: Balada del barrio es una deferencia con el proceso social que comenzó a experimentar mi país a partir de 1959. Para bien o para mal. Tuve que re- escribir mucho para poder expresar aquellas situaciones. Y me dejó la convicción de que una revolución, en su devenir, se explica por sí misma. Otra situación es, por ejemplo, Los naufragios. En ella me expreso de modo diferente.
Ya no era —no soy— el mismo
R.M.: De su novela inédita: Los naufragios, ¿hay algún cambio o crecimiento del narrador en ésta?B.M.R.: Ya no era —no soy— el mismo. Ahora me interesa más el pulso de los personajes, sus angustias, sus alegrias y, sobre todo, sus carencias. Cada novela, esencialmente —siendo la misma— es distinta. Por razones que desbordarían este intercambio de puntos de vista.
La inspiración no existe
R.M.: ¿Cómo describiría el proceso creativo en Ud.? ¿Se debe hablar de inspiración o de espiración? B.M.R.: Prefiero hablar de espiración. La inspiración no existe, como me dijo alguna vez —en una entrevista que le hice— Gabriel García Márquez.
Soledad y multiplicidad
la soledad es el punto clave de la creación
R.M.: ¿Solamente aislándose por completo se puede trabajar? ¿Cómo supera los malos momentos de bloqueo o página en blanco?B.M.R.: Por supuesto. Se llega un lugar de donde es muy difícil salir. Desde luego: la soledad es el punto clave de la creación. La única manera que tiene un escritor es aporrear el teclado. Para tratar de poner en claro sus historias. Y dejarlas que fluyan. De esa manera las historias se van hilvanando. Con mayor o mejor suerte.
R.M.: Para Pessoa su ser “participaba de todos los hombres (…) una suma de no-yos sintetizada en un yo postizo. ¿Y para Ud.?
B.M.R.: Coincido con el gran escritor portugués.
Oficio
Evitar: Repetirse.
R.M.: Pensemos en estas acciones: escribir, romper, corregir, editar… ¿Qué es preciso evitar en literatura? B.M.R.: Repetirse. Aunque Jorge Luis Borges solía decir que uno siempre escribe el mismo texto, con infinitas variantes.
soy conocido por mi periodismo
R.M.: Bernardo Marqués ha publicado 3 poemarios y una sola novela; pero curiosamente es mayormente conocido como periodista y narrador. ¿A qué cree que se debe esto? B.M.R.: Debe ser que soy conocido por mi periodismo. Pero de todos modos, los críticos saben más de lo que expresan. Y eso, de muchas formas, es una garantía.
el periodismo está marcado por los acontecimientos
R.M.: ¿Cómo influye el periodismo en el poeta y en el narrador?B.M.R.: De muchas maneras, desde luego. Pero el periodismo está marcado por los acontecimientos. Por la impronta del suceder cotidiano. La poesía es un relámpago, un destello que trata de apresar en pocas palabras la realidad. La narración es un proceso que tienes que digerir, y reposar. Después viene el oficio.
Identificaciones de la literatura
los pabellones de enfermos mentales no darían abasto
R.M.: ¿Es la escritura una salvación ante la neurosis y la locura?B.M.R.: Claro que sí. Si no escribiéramos los pabellones de enfermos mentales no darían abasto.
el sueño, la filosofía y la escritura son patas de una misma mesa
R.M.: ¿Qué coordenadas encuentra entre sueño, filosofía y escritura?B.M.R.: Todas. Y trato de explicarme: el sueño, la filosofía y la escritura son patas de una misma mesa. Y casi siempre están indisolublemente mezcladas. Uno trata de escribir sus sueños, y no lo logra, o no lo logra del todo. Entonces uno se da cuenta que filosofía, sueño y escritura es un todo del que no te puedes separar. Y entonces comienzas a escribir sobre una experiencia que piensas que conoces y que, al final, te resulta tan desconocida como un aprendiz.
detrás de cada cuartilla que se escribe hay una extraordinaria querencia de sexo
R.M.: ¿Qué relaciones encuentra entre escritura, sexo y placer?
B.M.R.: Alguna vez un gran escritor —mi amigo Osvaldo Navarro, que en paz descanse— me dijo que detrás de cada cuartilla que se escribe hay una extraordinaria querencia de sexo. Y tenia razón. Y no debo —o no quiero— citar a Reynaldo Arenas, que según cuentan, solía masturbarse después de una jornada agotadora sobre un texto literario. Cuentan que el creador, se iba a la playa a conquistar efebos. Luego de varias incursiones sexuales, se iba al argumento en cuestión, y con toda esa carga emocional se ponía a redactar.
Fuera del juego
El poder —sobre todo si es totalitario, y absoluto— trata de salvar su hegemonia
R.M.: Parto del criterio de que toda escritura es subversiva pero ¿podría ahondar en este concepto y en la relación de escritura y poder bajo regímenes totalitarios? Como editor que fue en El Caimán Barbudo, ¿podría comentar algunos puntos de la relación poder/censura?
B.M.R.: Mira: la censura está presente en cada página que se imprime. Para bien o para mal. Parece que es consustancial con el quehacer literarios. De todas formas el hecho de censurar es una forma infame de aprobar un texto literario—la más, me gustarias decir—. A Guillermo Cabrera Infante, por ejemplo, no lo publican en Cuba. Y es uno de los grandes escritores del siglo XX. El poder —sobre todo si es totalitario, y absoluto— trata de salvar su hegemonia. Y desarrolla mecanimos de censura monstruosos. De ahí las miles de páginas que no aparecen en blanco y negro. En suma: para escribir con libertad, tienes que alejarte de la Isla y de sus jerarcas.
me convertí en el hombre fantasma
R.M.: Ud. fue uno de los firmantes de la Carta de los intelectuales en junio de 1991. Hablemos un poco de la necesidad de esta carta y de las reacciones del gobierno cubano.
B.M.R.: La carta fue un hito en su momento. El periódico Granma nos dedicó un largo editorial, plagado de infamias y calumnias. Nos expulsaron del trabajo y se desató una persecución que me hizo hacer las maletas y tomar camino del exilio, como única salida. Nos acusaron de ser agentes de la CIA, y de cualquier cantidad de ignominias, todas falsas, desde luego. Fueron años terribles, que no quiero recordar. La poetisa, María Elena Cruz Varela, llegó a mi casa, en Alamar, donde residía, una mañanita —pluviosa, por cierto— de junio, y me hizo leer el texto de la declaración. La que entonces era mi esposa, Nancy Estrada, —que en esa época era diseñadora— también la firmó. En ese momento, sin saberlo, me convertí en el hombre fantasma. Es decir: a partir de ese instante, además de los consabidos mítines de repudio, trataron de hacerme la vida un batido de tuerca, para decirlo con un giro divertido. Pero insisto: no quiero hablar de ese tema. Muchas aguas han corrido, y creo que no merece la pena gastar el tiempo en algunos comentarios.
Sin lengua
fue una jornada de aprendizaje
R.M.: Al llegar a EE.UU donde la lengua principal es el inglés: ¿cómo enfrentó el hecho de haberse quedado “sin lengua”?
B.M.R.: De una forma terrible. Tuve que empezar de nuevo, como si fuera un adolescente. Un principiante. Para suerte, en mi caso, comenzó a acompañarme una mujer —mi actual esposa, Rosa María Rodríguez—, con la que comencé a compartir todos y cada uno de los días de mi existencia. El poco inglés que sabía tuve que mejorarlo. Pero te digo: fue una jornada de aprendizaje, que ahora no repudio, por el contrario. Me alegra.
Hay que tener sentido del humor
R.M.: ¿Cómo define el “exilio” un escritor, es decir, una persona acostumbrada a vivir diferentes exilios e inxilios, incluso, en su propia tierra?
B.M.R.: Hay que tener sentido del humor, y lanzarlo todo a la espalda. Porque de no hacerlo, pereces. Te quedas solo, y los amigos, a veces ni aparecen. El exilio es lo peor que me ha pasado en mi existencia. Pero hay que seguir andando y encarando la vida con una cuota mínima de, integridad, valor y dignidad.
Antes de terminar
R.M.: ¿Ensayamos una definición para el concepto de literatura erótica y homo-erótica?
B.M.R.: Lo pudiéramos hacer, pero no me animo.
prefiero ser parco
R.M.: ¿Cuáles son los síntomas y gestiones de la literatura hispanoamericana (y cubana) en el Siglo XXI?
B.M.R.: La pregunta da trigo para un tratado. O lo que es lo mismo: mi respuesta sería como una suerte de ensayo. Y me llevaría mucho espacio, y tiempo, que no tengo. Han surgido figuras jóvenes muy prometedoras. Se están buscando otros modos y manera de encarar el texto literario. Todas, digo, muy prometedoras. Pero si cito uno en particular, seria injusto. Es decir: prefiero ser parco en este sentido.
R.M.: ¿Una pregunta que siempre le haya martillado…? ¿Una posible respuesta para la misma?
B.M.R.: No tengo ninguna pregunta que me quiera formular.
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