Una de las últimas piezas presentadas en el
recién concluído Festival Latinoamericano del Monólogo “A una voz”, en la sala
de teatro Havanafama, de Miami, fue Apolonio y yo, una obra satírica
escrita e interpretada por la actriz cubana Cila González.
Y ese fue precisamente, en mi opinión, el
primer acierto del monólogo, pues difícilmente otra actriz podría meterse en la
piel de su personaje como su creadora. Cila logró ganarse la simpatía del
público desde que salió a escena, vestida con una ropa disparatada, luciendo un
peinado no menos ridículo y hablando con una dicción muy peculiar, arrastrando
las erres y dándole a las frases una entonación totalmente absurda y por lo
tanto, risible.
Su personaje cuenta la historia que ha vivido
junto a un marido violento y abusador, que no solo la obliga a aceptar que
tenga una amante sino que además la golpea por el menor motivo. Sin embargo,
ella justifica cada uno de los abusos, asegurando que “ella tuvo la culpa”, y
que, a pesar de los golpes, “él la quiere”. ¿Suena familiar?
¡Pues claro que sí! La mayoría de las víctimas
de violencia doméstica justifican los abusos a los que son sometidas por su
pareja, y llegan a señalarse a sí mismas como las culpables de los atropellos.
Una vez más, el humor sirve para denunciar un problema muy serio, de esos que
mueven a la reflexión entre una y otra carcajada.
El personaje de Cila resulta tan absolutamente
creíble que unas veces dan ganas de sacudirla para que despierte, y otras dan
ganas de llorar, pero de la risa. La actriz no pierde el control de la historia
ni por un instante, su actuación es tan orgánica y certera que al final el
público la aplaude a rabiar, lamentando no poder seguir disfrutando de uno de
los personajes más cómicos que han pasado por los escenarios de Miami en los
últimos tiempos. Ojalá que esta presentación no haya sido la última, y que los
espectadores de esta ciudad puedan volver a ver pronto otro hilarante personaje
de esta talentosa actriz.
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