LEJOS DE MI TIERRA
Lejos de mi tierra
el viento grita y enloquece,
nadie escucha,
nadie habla,
las hojas
como un rayo caen,
se retuercen,
blancas,
mestizas,
negras,
amarillas,
caen.
Soledad
se acerca
y me da un beso,
huele mis ropas,
coge mi aliento,
muestra su risa,
y desaparece.
Lejos de mi tierra,
el viento dobla mi espalda
hasta besar la tierra,
y así voy dando forma
a las algas
que nacen a orilla de los ríos.
Lejos de mi tierra,
soy medido con la vara
del pasado
y el arco iris de un amor eterno,
ha quedado colgado
entre el sol y las nubes.
Lejos de mi tierra,
veré pasar el féretro
que lleva mil ganas
de vivir escondidas,
y la última lágrima
que ha dejado el olvido.
Lejos de mi tierra
Todo sabe a algo diferente,
la marraqueta,
el manjar,
el vino tinto,
la empanada
y los porotos.
Con el pasar de los años,
¡Dios no lo quiera!
me dejarán
desterrado
en el abandono.
AWAKENING
Anoche,
descubrí que la tierra
era redonda,
la manzana era roja,
y todas las flores de la tierra
dirigían sus ojos a la luna.
Quise convertirme
en uno de sus pétalos
para poder alcanzarla.
Anoche,
descubrí la acuarela infinita
del firmamento,
manchas blancas y grises
que se mueven
con el viento.
Los árboles
en gran desfile,
dejaban al descubierto
los arbustos
que aplaudían
con tanta algarabía.
Anoche,
descubrí que mi nombre
no estaba en el mapa mundi,
y las flores,
las frutas,
las esperanzas,
los sueños
pueden ser de plástico.
Anoche,
descubrí mi cara desfigurada
en un charco de agua,
justo en el momento
en que el cielo dejó caer
en mi rostro su tristeza
y entonces,
todo fue circular,
mis ojos,
mi cara,
el agua se convirtió
en un gran círculo
y me llevó hasta el fondo
a descubrir los secretos
de mi alma.
Anoche,
descubrí que te quería.
EL ONCE DE SEPTIEMBRE
Once de septiembre,
escondido te llevo
como una llaga
en el corazón.
Ocho cuarenta y cinco,
manos asesinas,
confundidas en el aire
confabulan mi sentencia.
Nueva York petrificado,
escuelas,
oficinas,
conventos,
cafés,
y bares
quedaron mudos,
solitarios,
con un nudo en la garganta,
y el gritar atragantado.
Lágrimas esculpen
los rostros neoyorquinos.
La vida flota en el aire
y la muerte se disfraza
de nube infernal,
polvo y metal
rugen por las calles.
¡América se desgarra de dolor!
Once de septiembre 1973
a las once de la mañana
metralletas
robaron mi juventud
y quemaron tus libros,
saquearon hogares,
y el grito libertario quedó
prisionero en el silencio.
El día fue noche
y la noche abandonada
la dejamos en la ciudad.
Como ratas, escondidos
en nuestros caserones,
protegimos las memorias,
los recuerdos engravados
con la sangre,
de tantos desaparecidos.
Once de septiembre
veintisiete años hace ya,
te llevo en el recuerdo,
la carne se endurece,
y te abrazo en el silencio.
Once de septiembre
en Nueva York,
me voy acostumbrando
a leer tus nombres
en estatuas,
monumentos,
y murallas inmortales.
Torres babelianas
calcinadas,
fotografías
colgadas de las rejas,
huérfanos,
amor abrupto.
Once de septiembre
en Nueva York,
cierro los ojos
y la memoria
traza el zurco,
con la última lágrima
cayendo por mi rostro,
justo antes de dormirme.
JULIO OPAZO. Nació en Santiago, Chile, el mismo día que Pablo Neruda, el 12 de julio pero en diferente año. Se graduó de la Universidad de Chile, en Arica como profesor de inglés y después de ejercer un par de años en la docencia, decidió cumplir su sueño de viajar a un país de habla inglesa. La oportunidad se ofreció y así fue como viajó a USA para completar sus estudios de maestría en Appalachian State University en Boone,Carolina del Norte. En 1985, se mudó a Blacksburg, Virginia, donde ha ejercido desde entonces como docente en la educación secundaria y universitaria. Actualmente, es profesor de Castellano en Blackburg High School y ha desempeñado la función de profesor adjunto en Virginia Tech y en Radford University. Comenzó su viaje poético ayudado por los siempre recordados y amados poetas ariqueños Alicia Galaz y Oliver Welden. Julio publicó sus primeros poemas en la revista Tebaida-Chile poesía de la Editorial Nascimento y en 8 poetas de la Universidad de la Universidad de Chile, Arica, que ahora lleva el nombre de Universidad de Tarapacá.
Lejos de mi tierra
el viento grita y enloquece,
nadie escucha,
nadie habla,
las hojas
como un rayo caen,
se retuercen,
blancas,
mestizas,
negras,
amarillas,
caen.
Soledad
se acerca
y me da un beso,
huele mis ropas,
coge mi aliento,
muestra su risa,
y desaparece.
Lejos de mi tierra,
el viento dobla mi espalda
hasta besar la tierra,
y así voy dando forma
a las algas
que nacen a orilla de los ríos.
Lejos de mi tierra,
soy medido con la vara
del pasado
y el arco iris de un amor eterno,
ha quedado colgado
entre el sol y las nubes.
Lejos de mi tierra,
veré pasar el féretro
que lleva mil ganas
de vivir escondidas,
y la última lágrima
que ha dejado el olvido.
Lejos de mi tierra
Todo sabe a algo diferente,
la marraqueta,
el manjar,
el vino tinto,
la empanada
y los porotos.
Con el pasar de los años,
¡Dios no lo quiera!
me dejarán
desterrado
en el abandono.
AWAKENING
Anoche,
descubrí que la tierra
era redonda,
la manzana era roja,
y todas las flores de la tierra
dirigían sus ojos a la luna.
Quise convertirme
en uno de sus pétalos
para poder alcanzarla.
Anoche,
descubrí la acuarela infinita
del firmamento,
manchas blancas y grises
que se mueven
con el viento.
Los árboles
en gran desfile,
dejaban al descubierto
los arbustos
que aplaudían
con tanta algarabía.
Anoche,
descubrí que mi nombre
no estaba en el mapa mundi,
y las flores,
las frutas,
las esperanzas,
los sueños
pueden ser de plástico.
Anoche,
descubrí mi cara desfigurada
en un charco de agua,
justo en el momento
en que el cielo dejó caer
en mi rostro su tristeza
y entonces,
todo fue circular,
mis ojos,
mi cara,
el agua se convirtió
en un gran círculo
y me llevó hasta el fondo
a descubrir los secretos
de mi alma.
Anoche,
descubrí que te quería.
EL ONCE DE SEPTIEMBRE
Once de septiembre,
escondido te llevo
como una llaga
en el corazón.
Ocho cuarenta y cinco,
manos asesinas,
confundidas en el aire
confabulan mi sentencia.
Nueva York petrificado,
escuelas,
oficinas,
conventos,
cafés,
y bares
quedaron mudos,
solitarios,
con un nudo en la garganta,
y el gritar atragantado.
Lágrimas esculpen
los rostros neoyorquinos.
La vida flota en el aire
y la muerte se disfraza
de nube infernal,
polvo y metal
rugen por las calles.
¡América se desgarra de dolor!
Once de septiembre 1973
a las once de la mañana
metralletas
robaron mi juventud
y quemaron tus libros,
saquearon hogares,
y el grito libertario quedó
prisionero en el silencio.
El día fue noche
y la noche abandonada
la dejamos en la ciudad.
Como ratas, escondidos
en nuestros caserones,
protegimos las memorias,
los recuerdos engravados
con la sangre,
de tantos desaparecidos.
Once de septiembre
veintisiete años hace ya,
te llevo en el recuerdo,
la carne se endurece,
y te abrazo en el silencio.
Once de septiembre
en Nueva York,
me voy acostumbrando
a leer tus nombres
en estatuas,
monumentos,
y murallas inmortales.
Torres babelianas
calcinadas,
fotografías
colgadas de las rejas,
huérfanos,
amor abrupto.
Once de septiembre
en Nueva York,
cierro los ojos
y la memoria
traza el zurco,
con la última lágrima
cayendo por mi rostro,
justo antes de dormirme.
JULIO OPAZO. Nació en Santiago, Chile, el mismo día que Pablo Neruda, el 12 de julio pero en diferente año. Se graduó de la Universidad de Chile, en Arica como profesor de inglés y después de ejercer un par de años en la docencia, decidió cumplir su sueño de viajar a un país de habla inglesa. La oportunidad se ofreció y así fue como viajó a USA para completar sus estudios de maestría en Appalachian State University en Boone,Carolina del Norte. En 1985, se mudó a Blacksburg, Virginia, donde ha ejercido desde entonces como docente en la educación secundaria y universitaria. Actualmente, es profesor de Castellano en Blackburg High School y ha desempeñado la función de profesor adjunto en Virginia Tech y en Radford University. Comenzó su viaje poético ayudado por los siempre recordados y amados poetas ariqueños Alicia Galaz y Oliver Welden. Julio publicó sus primeros poemas en la revista Tebaida-Chile poesía de la Editorial Nascimento y en 8 poetas de la Universidad de la Universidad de Chile, Arica, que ahora lleva el nombre de Universidad de Tarapacá.
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