5.07.2013

DAMARIS CALDERÓN: METAFÍSICA DEL CUERPO




En un siglo “contaminado de pecado y radiactividad” como diría Ernesto Cardenal, en un siglo donde tantos hablan, se duelen y son devorados por la contingencia, cuando para la gran mayoría el poeta ha dejado de ser esa especie de albatros baudelariano, el demiurgo, el que lleva en sus ojos “la mirada de Dios”, pasando a convertirse en un mortal común, hay que conceder que, indudablemente, se necesita coraje para emprender una poesía donde como en aquellas viejas canciones de la trova se habla sin pudor de “fundir alma con alma” y todavía se espera algo de la Gracia. Tal es --a mi juicio-- la búsqueda en que se adentra la poesía de Rita Martín, y tal es también --lo confieso-- lo que prefiero de sus versos.

He visto crecer los libros de Rita Martín --innúmeros, inéditos-- publicados fragmentariamente en plaquetts, haces de un texto mayor y único que conforman toda su poesía. Como los pájaros del Simurg (rey de los pájaros) citado por Borges que acaban siendo ellos mismos el Simurg, creo que sus libros son el libro que, sin opción, irremediablemente, escribe la autora.

Estación en el mar es cuaderno que reúne poemas de los libros Un cuerpo en el vórtice; Espejeando los reflejos y El cuerpo de su ausencia. "En una tierra que no evidencia el cambio: la agonía", se escribe en este poemario. Y Poemas de nadie (o El Libro de nadie, integra Tocada por el astro, Poemas de nadie, Signs to the World y Escenarios.Todos ellos son los libros de Ese libro que reúne sus hojas como un hombre sus días. Las personas son pretextos para escribir un libro --pensaba Flaubert. Los libros son pretextos para seguir viviendo. Y como sus títulos lo indican, estos libros son una zona de tránsito, una región de invernadero, una parada en el alto camino en espera de días esplendentes.

Poemario/s que busca/n la entrada a lo Absoluto a través de un cuerpo, cuerpo que es a un tiempo lo corpóreo y lo inasible, presencia y fuga, “la ausencia que riega la pradera”. Porque nada es tan real como la ausencia, no hay otra eternidad que ese minuto donde lo asido escapa hacia otras regiones imposibles. Como la ola, como la música, creando un espacio que nunca más podrá ser tocado, pedrería que restituye a veces la memoria: “Pupilas de mis manos rozando/ la entrega de mi oro/ ¿Cómo era, Dios mío, cómo era...?”  Metafísica del cuerpo, se me ocurrió alguna vez decir. Porque hay que reconocer que aunque a veces el tono de estas páginas recuerden a las baladas inglesas, este poemario --como la poesía toda de Rita-- se inserta en lo mejor de la tradición de la poesía española. Diálogo vehemente con lo que se escapa, diabólica ilusión que se levanta “entre arena y arena”, diálogo entre sombras, poesía que es la sombra de un cuerpo, cuerpo que se levanta a tientas hacia la luz: “Tengo las manos al aire y en el aire está la luz, luz que amanece el viento fuerte, viento de sol y de jazmín”.

Admito (con la autora) que toda estación es transitoria que, “Dentro de breves días será (tiene que ser) la primavera” y mi memoria asocia, inevitablemente este poemario con Verlaine y Vivaldi. Pienso cuando lo leo, en el mar, en el amargo mar siempre recomenzando.

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DAMARIS CALDERÓN. Poeta y ensayista. (Matanzas, Cuba, 1967). Licenciada por la Universidad de La Habana y Magíster en lenguas y culturas clásicas por la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, (UMCE), Santiago de Chile, Chile. Ha publicado los poemarios: Con el terror del equilibrista, (Cuba, 1987); Duras aguas del trópico,( Cuba, 1992), Guijarros (1ra. Edición: La Habana, 1994, 2d. Edición: Santiago de Chile, 1997); Babosas: dejando mi propio rastro (ediciones Las Dos Fridas, Santiago de Chile, 1998), Duro de roer, (Santiago de Chile, 1999, 2da edición, Ediciones Unión, La Habana, Cuba, 2005); Se adivina un país, (La Habana, Cuba, 1999); Sílabas. Ecce Homo, (Santiago de Chile, 2000, 2da. Edición, Letras Cubanas, Cuba, 2001) y Parloteo de sombra, (Ediciones Vigía, Matanzas, Cuba, 2004). Ha obtenido, entre otros, el premio de la Revista de Libros de El Mercurio, en 1999.  Ejerce como profesora en la Universidad Finis Terrae y realiza talleres de creación literaria. Es miembro de la Sociedad de Escritores de Chile y de la Sociedad de Estudios Clásicos de Chile. Reside desde 1995 en Chile.

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