Todos
los días
yo voy
grabando en el tronco de los árboles
el nombre
de mi patria como mi corazón,
recuerdo
de esplendores.
Pero mi
corazón es un caballo que galopa
hasta
que se le revientan los ijares.
Escarabajo
azul, feroz guijarro,
mi
corazón también es diente de perro
a la
orilla de la playa
donde
las serpientes hacen sus deposiciones.
Levanto
la mano de mi corazón
y fijo
el aire al arco de las nubes
que
pasan por mi isla,
enjambre
y murmullo en que me pierdo.
Y
pregunto en alta voz casi en un grito
dónde
están los curujeyes dorados
que dan
sombra al polvo de los muertos,
dónde el
viento para descascarar el grano,
dónde
está el marañón, dónde la estancia.
¿A dónde habrán ido a parar los caracoles?
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Más de Daysi Valls en Grafoscopio.
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