DIERA YO TODA MI CASA
¡Solo
las ceibas patrias
del
sol amparan!
José
Martí, Versos libres.
Eran de un júbilo beligerante en los cascos de las bestias,
el viento zarandeador de abril,
la calle adoquinada y la glorieta.
Nos llevaba consigo aquel país, sus ceibas
que a su vez arrastrábamos con paso de comparsa
revolviéndonos de Iremes al reírnos.
Diera todo; mi casa, un girasol amarillo diera,
por un abril desvestido nuevamente. Aquel país…
Visto de fuego en la albahaca de su piel
rojo pulpa de mamey
encendido pabilo entre las calles.
Y surgió de repente en el batey
aquel otro fuego congelado en que temblamos
el país y yo, todos nosotros (aún temblamos).
Rojo tierra, muchedumbre
brillante, resbalosa como aceite de majá.
Doblábamos las cosas todas antes de escapar.
Yo doblada el país para que el viento
no estrujara sus balcones, las terrazas;
no levantara la tierra con filones de mujeres laboriosas
o acarreara cocuyos; para que no se adelantaran
ni un segundo los relojes y no estropeara de pronto
el vuelo de mis dedos, doblando también, la lámpara.
Doblaba las iglesias, Nuestra Señora de la Merced, doblaba
al propio Redentor, acuclillada ante la Ceiba indestructible de mi infancia.
Pero un país yacimiento no se deja doblar precisamente
y elevándose de brazos sus balcones
nos envolvía el alma a todos con las sábanas tendidas
al viento que no lograba estrujarlas.
El viento zarandeador de abril, la cuaresma insaciable
que nos devolvía el blanco de las sábanas pintado con hollín,
hollín de los centrales.
Ahora el azúcar se nos ha convertido en el hollín,
en polvareda. Y el país nos sigue a todas partes.
Lo vamos arrastrando, es él quien nos arrastra
vertiginosamente
con paso de comparsa que antes fuera nuestro.
País que hemos cargado por un destierro entero,
por amor, por destino, ¡qué sé yo!
País de ceibas maternales nutriéndose del cielo,
con raíces de fronteras calizas aferradas a la sal,
al agua. Aquel país ahora, aquel país
una visión
coagulada.
I S L O S A U R I O
Los viajantes de una ley
de ojo amorfo y desganado,
no entendieron el código,
la disciplina,
no entendieron la fisonomía
de islote apuntalado
con cabeza de cobra
o de manso caimán
híbridamente peripuesto
a una cola de sirena,
¡ay!,
endiabladamente hermosa.
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María Eugenia Caseiro. Poeta y narradora cubana.
Miembro de la Unión de Escritores y Artistas del Caribe, Unión
Hispanoamericana de Escritores, Asociación Caribeña de Estudios del Caribe,
Miembro Correspondiente de la Academia de la Historia de Cuba-USA y Miembro
Colaborador de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE).
Colabora con la Asociación Canadiense de Hispanistas. Integra la Muestra
Permanente de Poesía Siglo XXI de la Asociación Prometeo. Ha publicado: No
soy yo, en versión bilingüe, español y rumano; Nueve cuentos para recrear
el café, en versión bilingüe, español y francés, y los poemarios: ESCAPARATE,
el caos ordenado del poeta y Arreciados por el éxodo.
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