Yo
soy la que se va
por
callejones de tradición inútiles
pensando
en el duro ejercicio
de
reencarnar solo intento rescatar lo que se escapa.
Soy
la que se va de cabeza
sobre
lo dicho
y
recorre autopistas que toman la forma del agua
pensando
en el duro ejercicio de tomar la forma del agua
memorizo
los besos fuertes
nada
me produce más sentimiento
que
la memoria de los besos fuertes,
justamente por eso los recuerdo.
justamente por eso los recuerdo.
Soy la
que se va
esta
mujer que se va tiene unos ojos
que
no son míos una boca
que
no es mía dos manos de angustia
que
encajan con mis manos
si
prenden una vela.
Soy la que se va
Soy la que se va
esta
mujer que se va todos
la
buscan en lugares que solo a ti o a tu voz
te
pertenecen delante del arco y después
del
iris la retengo.
Esta
mujer que se va se parará frente a mí
se
acostará junto a mí
pondrá
su mano en mi cintura
nos
quedaremos así dos meses.
Alguien
quiere que trace una línea
entre
el camino y la mujer
entre
la que se va y la que no regresa
pero
si trazo esa línea se parecerá a mi madre
pariendo
a otro hijo.
Piensas por primera vez en que un hijo
Piensas por primera vez en que un hijo
tendría
que parecerse a nosotros.
Yo soy la que se va
Yo soy la que se va
o
la que mejor quiere volver
pero
ahora el camino es demasiado rancio
y
yo que no conozco los rancios auténticos
agradezco
tener que buscar otros caminos
aunque
sean perdidos y confusos.
esos
muchos instantes y esos muchos días pueden
ser traducidos a uno:
ser traducidos a uno:
el momento en que un hombre averigua quién es,
cuando se ve cara a cara consigo mismo.
Jorge
Luis Borges
No
sé de qué me sirve la cáscara
si
el espejo donde me miro tiene la piel sintética.
Al
lado hay un piano como un subterráneo.
Un
día me vi la cara en su resplandor
un
hombre y una mujer me sonrieron
una
vez en la cocina de la casa
vi
la foto de la misma mujer
poniendo
una albóndiga encima de la otra
no
en la misma dirección
sino
una encima de la otra
con
la convicción de que construía una torre
con
tres albóndigas se hace un reino, decía.
La
misma mujer me mira
aspira
a cosas más sencillas
repite
palabras pájaros,
aeropuertos ropero.
¿Y
si el hombre y la mujer dejaran de mirarme?
El
hombre habla con idioma
de
las máscaras
con
angustiosa serenidad.
Parece
ganarse la vida desde un espejo.
Según
Aristóteles, la única función del cerebro era
"atemperar
el calor que bulle dentro del corazón".
Un
día quise atemperar
el
calor tomé las riendas de mi propio
hígado
pujando
sensaciones de otro color.
Estornudé
con miedo a mirar la conclusión.
Mientras
no se lea el epílogo
el
cántaro no se romperá.
Pero
si se quiebra
Nabokov
derramará para mis ojos
una
expansión nada doméstica.
Ahora
debo decir que escribir no es asunto sencillo
como
lo es pujar la cabeza negra de un fósforo
la
lámpara de la noche.
Si
no puedo remediar todas mis tentaciones
miro
hacia el fondo la patria se estrella en
un lamento
Aristóteles
saca del pecho
una
banca se sienta junto a mí.
Pronto
lloverá se desprenderá más calor
que
una planta de energía.
También
yo puedo escribir
sin
que los tristes me recuerden.
Aristóteles
dirá qué maldición tan grande.
Pudieron
haber buscado verdades
más
sencillas.
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YOSIE CRESPO. Poeta cubana-norteamericana nacida en Pinar del Río, Cuba, 1979. Ha
recibido las siguientes distinciones: “Nuevos Valores de la poesía hispana
2011″ de la Editorial Baquiana y el Centro Cultural Español en Miami; Premio IV
Concurso Juvenil de Poesía Federico García Lorca 2011 y el Premio Internacional
de Cuento 2010 de la Feria del Libro de Buenos Aires. Tiene publicados los
libros de poemas Solárium (Miami,
Baquiana, 2012) y La ruta del pájaro
sobre mi cabeza (Madrid, Torremozas, 2013).
Más de Yosie Crespo en Grafoscopio:
Tres poemas de Yosie Crespo: Blue Monday, Canto a Giselle I, Exilio de mí
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