Una entrevista que hiciera al poeta en la década del noventa y
publicada en nuestro Homenaje a Eugenio Florit. De lo eterno lo mejor,
que saliera justo a un año de la muerte del poeta. (Miami: Ediciones Universal, 2000).
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Lezama Lima gustaba de afirmar su gusto por llevar cualquier tema a la conversación concluyendo que sólo lo que se conversa se encuentra a la altura del hombre. Me atrevería a afirmar -siguiéndole- que un poeta se hace grande en la medida que conversa acerca de las cosas que le rodean y siente y, tal vez, esta idea permita ensayar al menos una de las razones de la existencia numerosa -casi infinita- de poetas en la Isla de Cuba, en comparación con la cantidad de participantes de otras manifestaciones artísticas.
Esta idea de participación del artista es la que le otorga su sentido de compromiso ético ante un sistema de cosas, llamemósle gobiernos, estructuras políticas-administrativas o religiones. El artista participa de todas las estructuras sociales pero siempre, de un modo u otro, se aleja de ellas. Él es el adentro y el afuera. El ojo crítico que a veces se complace en el festín, danzando a la par de todo y con todos, y en otras, arremete en su fe de que la palabra transforma en virtud de sus propios poderes, y el nacimiento de cualquier poética es insondable, iniciándose desde el escenario público o el total silencio, para permanecer como ráfagas en la mente de los otros.
Esta permanencia que no necesita de un nombre en los otros o en el otro hace que la misión del arte sea eterno. Eternos llegan los versos anónimos de toda la lírica española y el placer no lo halla el lector pensando en quién fue o de qué manos salieron estos, su gozo es saber que el sentimiento puede expresarse de un modo preciso y que es a la vez anterior a sí mismo, situándolo ante el sentido de la durabilidad, dentro y frente a lo efímero que es a la vez lo eterno.
Tal vez hasta el presente - contaminados por las guerras y los neutrones- no ha habido temas de mayor angustia para el hombre como el Tiempo y la Muerte. Van de la mano. Andan el mismo camino. Y en su tiempo vive y muere el hombre más vidas de las que él mismo alcanza a comprender. Todo comienza en los recuerdos. Los suyos y los de los otros emparentados con el reino de la soledad, la posesión más verdadera del ser humano, desde la cual proyecta su "sombra contra el muro". Sombra del ser que crea un tejido único, una permanencia, una posibilidad de lo imposible. La eternidad del instante poético. Su contrasentido y alucinación por la que Eugenio Florit confiesa: "Lo mejor, lo menos malo que me ha ocurrido en la vida, es mi encuentro con la poesía".
Eugenio Florit significa entre nosotros la presencia actuante de la "pura poesía" que no viene a ser exactamente "poesía pura". Su obra, repleta de su tiempo, la hallamos en las filas de una integridad heredada por aquellos hombres cubanos de principios de siglo, que según Dulce María Loynaz, "sabían reír ". Porque la risa para el ser humano es tan imprescindible como el llanto y a veces, es tan vital que sin ella no podemos conocer una nación. Menos aún si hablamos de la cubana, telúrica, sensual, inocente, absurda, trágica, hiperbólica, y humorista y alegre por encima de todas las cosas.
La risa fácil de Eugenio Florit en su estilo desenfadado de hablar con la muerte y con Dios, con el sentido cotidiano y sabroso de lo popular, unido a la sobriedad de la más alta poesía lo sitúa entre los primeros en lograr un tono conversacional para este arte dentro de la Literatura Cubana.
La risa que casi a la altura de un siglo, lo repleta de frescura, chispa en su conversación, en su palabra con la que tenemos el infinito placer de iniciar esta reunión de textos, mezclados principalmente desde los intereses de la poesía, única fidelidad mantenida a la hora de la selección.
Eugenio Florit, poeta cubano nacido en España, una vez más y, como siempre, confirma el paso de su universalidad en estas páginas. La época y la vigencia de su poesía, están ahí, en su propia palabra que hoy presentamos nuevamente como un recíproco homenaje, a él, y, por supuesto, a la poesía. Los dejo entonces con un fragmento de un diálogo siempre inacabado:
El destino del arte en todas sus manifestaciones es el de sobrevivir
a pesar de todo y de mantenerse firme en su voluntad de creación.
a pesar de todo y de mantenerse firme en su voluntad de creación.
R.M: Ante una vida y una obra signadas por las numerosas búsquedas espirituales y sus correspondientes hallazgos, es casi obligado saber cuál es su opinión acerca de la identidad del ser humano, en su relación con la tierra, el universo y su propia alma. ¿Dónde halla el hombre la verdadera comunión?
E.F: Pues mire, no creo que el hombre pueda sentirse como tal sino es participando, del modo que le sea posible dentro de su pequeñez, del universo en que vive y sueña.
La palabra poética no puede o no debe supeditarse a otras actividades humanas o inhumanas.
R.M: En los tiempos modernos -y desde que el poeta fue expulsado de la república-, muchos de los mejores talentos artísticos han sido devorados por los mecanismos sociales y de poder. ¿Cuál considera que es el destino del arte en esta época y dónde la solución para el creador en el esfuerzo de perpetuar su vida y su obra en pos de este objeto?
E.F: El destino del arte en todas sus manifestaciones es el de sobrevivir a pesar de todo y de mantenerse firme en su voluntad de creación.
R.M: ¿Tiene el creador alguna especial misión en la tierra? ¿Dónde su más íntimo compromiso con la humanidad?
E.F: Acabo de explicarme, creo, su compromiso con la humanidad es el de crear belleza como y cuando pueda.
R.M: ¿Volverá el poeta a ser reconocido como “la palabra de la tribu” o esta misión quedará ya en manos de los políticos?
E.F: La palabra poética no puede o no debe supeditarse a otras actividades humanas o inhumanas.
R.M: ¿Podría definir algunos elementos importantes de su poética?
E.F: Pues no lo creo. Lo importante para mí es haberme, o saberme expresado poéticamente, si alguna vez he podido llegar a eso, o tal vez sea mi deseo de ver el mundo que me rodea.
R.M: ¿ Cómo llega Eugenio Florit a la depurada serenidad de la palabra?
E.F: Si alguna vez lo he logrado ha sido por sentirme parte de ese mundo en el que vivo y que he tratado de conocer y de dejar escrito en mis versos.
R.M: ¿ Qué es el tiempo para usted?
E.F: Es creo un estado del espíritu en relación con el mundo.
R.M: Y la muerte, ¿ es tránsito o acabamiento?
E.F: Tránsito, claro está cuando se ha vivido la vida, permanecer en la obra escrita.
R.M: ¿ Es el hombre un gran solitario?
E.F: Solitario, sí, pero no tanto. El hombre ha de respirar el aire común a todos.
R.M: ¿ Dónde el ser humano en las grandes ciudades?
E.F: Cuando se vive intensamente la gran ciudad sólo es telón de fondo, o bien escenario en donde actuamos y tratamos de expresar lo nuestro, lo mejor de lo nuestro entre lo demás, lo que nos rodea.
R.M: ¿Cuál es la causa de la incomunicación del hombre moderno?
E.F: La prisa, el movimiento, la televisión , la radio, a veces, todo lo que nos aparta de nosotros mismos. Claro que hay excepciones. Escuchar la música por ejemplo. Pero son simplemente excepciones. Todo lo demás resulta perturbador.
R.M: ¿Cómo conjugaría los elementos de nacionalidad y universalidad? ¿Tiende el hombre hacia una proyección de lo segundo o de lo primero?
E.F: Cuando el hombre, el artista, el poeta, músico, es lo suficientemente nacional puede llegar a ser universal si se mantiene la raza o la raíz de su talento. Mantener su talento y, al propio tiempo, pertenecer al mundo, a lo extranacional.
R.M: Existen dos grandes grupos de poetas -y artistas en general-, por un lado, aquellos que exigen una experiencia vivida detrás de la letra y, por otro, los que ahondan, con su imaginación en la experiencia artística. ¿Dónde considera se inserta su pensamiento poético y actitud vital?
E.F: Creo que hace falta, es necesario haber vivido para poder crear algo, vida y creación han de ir a la mano como buenos hermanitos, sin pelearse, vida e imaginación.
R.M: Permítame hacerle saber que sus libros son leídos con ávidez por los jóvenes escritores cubanos para los que su vida de intelectual es una pauta a seguir y sé de muchos que han enviado sus poemas con el temor de que nunca llegasen a sus manos y, que a despecho de un sistema de cosas, preparan homenajes en su nombre. ¿Conoce a algunos de estos? ¿Cómo se siente al confirmar que la poesía transgrede las normas estéticas, el tiempo y las fronteras?
E.F: He tenido noticias, sí es verdad, de que los jóvenes poetas de Cuba me leen o saben de mi existencia aquí y ello me alienta y satisface, pero no los conozco personalmente aunque sus nombres y afectos han llegado hasta mi y gracias a ellos y a su poesía, me siento más cerca de nuestra Cuba.
Lo mejor, lo menos malo que me ha ocurrido en la vida es mi encuentro con la poesía que ha estado junto a mí desde mi juventud y que me ha acompañado siempre.
R.M: ¿Podría hacer un balance de aquel grupo de poetas y artistas que conformó, más que una generación, un movimiento literario y artístico de gran valor dentro de la Cuba republicana?
E.F: Desde mi juventud, hace ya tantísimo tiempo, me relacioné con el grupo de la Revista de Avance, escritores y artistas claro, hice grandes amistades con ellos. La gran mayoría de los que ya no están en el mundo, pero en esa revista comencé mi relación, mi amistad o mi entrada, casi diríamos en la literatura.
R.M: ¿Cuál es en su opinión la causa de que haya sido la poesía el género de mayor manifestación (y develación) en la Isla de Cuba?
E.F: Sencillamente me parece porque, a pesar de todo es un pueblo sentimental y muy dado a expresar sus emociones tanto en prosa como en verso.
R.M: ¿Es un acierto (o desacierto) el creer que el desarrollo de la Isla de Cuba (evolutivo e involutivamente) es consecuiencia de la diferencia impuesta por Colón de que era aquella la “isla más hermosa que ojos humanos hubiesen visto”?
E.F: Lo que dijera o no lo dijera, eso no lo sabemos bien, el Señor Don Crisróbal Colón no nos importa tanto, la hermosura de la Isla estaba allí y estará y ha de estar a pesar de todo, tiene que seguir estándolo porque para eso la creó Dios.
R.M: ¿Nacer en Cuba es una fiesta innombrable?
E.F: Sí, sí, nacer en Cuba es una fiesta. Yo, que en ella no nací, puedo decirlo a voz de pecho, cuando a ella llegué a mis catorce años supe, supe muy bien, me di cuenta inmediatamente, que había llegado a donde iba a ser el centro de mi vida y de mi obra.
R.M: ¿Cómo se unen en usted música, pintura y poesía?
E.F: A pesar de que comencé a tocar el piano y luego a emborronar algunos cuadritos, y esas cosas, no tengo nada que decir, nada de ello tiene importancia. Me ha gustado y me gusta mucho, claro, la música, la pintura, como aficción, pero eso es todo. Lo mejor, lo menos malo que me ha ocurrido en la vida es mi encuentro con la poesía que ha estado junto a mí desde mi juventud y que me ha acompañado siempre.
Encuestas/Entrevistas © Rita Martin
1 comment:
Buenísima entrevista...Y me gusta esa frase de la "depurada sereidad de la palabra", qué belleza. Se nota que le entrevistadora es poeta también,
abrazo taoseño,
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