Cortesía de Teatro en
Miami.com
Desde mi llegada en julio de 2011 a Miami he podido continuar mi labor que ejercí, durante décadas en Cuba, como crítico teatral y literario en revistas especializadas de ambas manifestaciones y en eventos escénicos y poéticos. Así, al poco tiempo de mi arribo, gracias a mi colegamigo Ernesto García (quien me ofreció esta columna en su web www.teatroenmiami.com , donde ahora mismo estoy escribiendo), he visionado y comentado numerosos espectáculos escénicos en varias categorías (teatro para adultos, para niños…) y «géneros» (dramas, comedias y tragedias, monólogos y Stand Up Comedies, que no es lo mismo, pero es igual, parafraseando a un cierto trovador).
Sin aprensión por el mote de «Ciudad del Sol» —que desde
los años cincuenta del siglo pasado define la multinacional Miami:
vidriera/oferta de su imagen (palmeras, playas, camisas floreadas…), en tanto
atrae a miles de visitantes, como igualmente sin prejuicio por tópicos no
cercanos a la cultura (turismo, playa, vida nocturna, juegos y demás
actividades tan propias de este célebre ámbito)—, me adentré desde el primer
momento en el mundo de la escena, en un O’Neilliano y largo viaje de aquella
noche de julio del 2011 hacia otra noche de este diciembre del 2012, cuando,
gustoso, cumplo con la amable petición del propio Ernesto García, quien nos
solicitó a mi colegamigo Max Barbosa y a mí responder a cuatro
preguntas formuladas por él en una suerte de evaluación del año escénico que
concluye, para dar paso al entrante 2013. Entonces, comienzo:
¿CÓMO FUE
EL TEATRO EN EL 2012?
Este
año disfruté numerosas obras y puestas de varia invención y factura,
interpretadas, en general, por actrices y actores de valía. En algunos casos,
si no tenían la suficiente praxis a su favor, para apoyar su novel o
insegura labor, se esforzaron por superarse, para poder compartir la escena y
estar al nivel de sus colegas de mayor experiencia.
He aquí un cenital aspecto que destaco: si en sus países
los ahora interesados en la escena no se habían acercado a la actuación (quizás
no podían en sus contextos nativos, carentes de academias y teatros), en Miami
—estimulados por los numerosos grupos escénicos con múltiples funciones de
viernes a domingo, como asimismo por varios festivales anuales— decidieron estudiar
en alguna academia, con experimentados profesores: capacitadas actrices y
preparados actores. Valgan los muy conocidos ejemplos siguientes:
la mexicana Adriana Barraza y los cubanos Sandra García, Lilliam y Mauricio
Rentería, en sus academias particulares, como asimismo Zaida Castellanos,
Cristina Rebull y Jorge Hernández, en el Miami Dade College,
por solo mencionar algunos que vienen a la memoria.
Esta actitud de los estudiantes, por válida, es plausible
y aquí la reconozco, porque evidencia que, inexpertos o con alguna experiencia
y, en consecuencia, ávidos de aprender, unos y otros se esfuerzan por
aprehender los esenciales rudimentos del complejo arte actoral. Al
concluir sus cursos, continuarán limando deficiencias, en aras de lograr aún
mejores resultados.
En cuanto a cómo fue el teatro en el 2012, estimo que
bueno, alcanzando incluso el nivel de muy bueno, si se tiene en cuenta —tal me
han confesado colegamigos actores y directores— que desde años atrás
no veían tantos grupos, puestas y actores laborando por y en el teatro,
aprendiendo y ensayando en las noches y escasos ratos libres, para presentarse
los fines de semana en alguno de los varios grupos escénicos latinos, sobre
todo cubanos.
Y tal rasgo denota el interés de todos por desarrollarse
y apoyar la escena, a lo que yo sumo que la asistencia de público se activó, si
bien aún no es la que ansiamos todos; de cualquier modo, le otorgo el ranking de
esperanzadora.
En este índice, hay un aspecto que afecta, y es el alto
precio de las entradas, según me han confesado no pocas personas en los teatros
y en la calle, cuando les pregunto con qué regularidad asisten al teatro. Yo les
explico que las funciones resultan costosas por el gasto de aire acondicionado,
luz, agua, empleados de servicio y que el director y los actores (que no viven
de este trabajo, sino de otros realizados durante el día) cobran muy poco, por
lo que realizan esta dura pero hermosa labor casi solo por el placer de dirigir
y actuar, ya que no es rentable.
¿CUÁLES
FUERON LOS PUNTOS FUERTES DEL TEATRO?
Pienso
que fueron varios. Entre los primeros, uno de los decisivos: la conquista del
público. ¿La causa? El estreno de piezas comprobadas internacionalmente.
¿Dónde? En coliseos que, aun con entradas más costosas (por mejores
instalaciones), sin embargo suelen mantenerse llenas los fines de semana.
Tales son los casos del Trail y Bellas Artes, por sus
mejores condiciones. Asimismo otros más pequeños, sin tantos
recursos ni publicidad, pero con calidad, atraen espectadores, como Teatro en
Miami Studio, ArtSpoken y Havanafama (que amplió su capacidad este año con su
anexa Sala Roca). Otras compañías, a pesar de la reconocida calidad de sus
puestas de altos valores que las caracteriza, por su lejanía y dificultades de
parqueo, no siempre logran su cometido. Pero
lo importante es la eterna permanencia de un género que nacido en la antigua
Grecia, continúa vivo, vívido, vivificante. Y no es un simple juego de
palabras.
En mi comentario de …Y diente por diente, publicado
en esta columna meses atrás, preguntaba: «¿Acaso no resultan la comedia y la
risa, sin facilismos ni vulgaridades, un necesario solaz como respuesta a la
grave problemática mundial, ocupada por tantas crisis, guerras y desastres que
centran la atención de los medios de comunicación, ocasionando la muerte a
miles de paupérrimos desesperados y el suicidio de otros miles
desesperanzados?»
Y enseguida (me) respondí: «No me cabe duda, porque creo
que, en nuestro actual contexto internacional, este “escape” es necesario, por
lo que hoy se requiere con urgencia. Se sabe que las opciones
artísticas educan y entretienen —tal exigían los clásicos—, ya que a través del
arte de calidad se enseña y distrae a todos, incluyendo, por supuesto, los
jóvenes».
Por otra parte, se sabe que el denominado «gran público»
o «común» —el que busca divertirse y no romperse la cabeza con obras complejas,
trágicas, ni «tristes», sino con las que «lo divierta»— prefiere
generalmente las comedias. Ello de ningún modo es negativo, aunque en
ocasiones algunos —entre ellos, este crítico— equivocadamente pensamos que la
comedia es «lo fácil», «lo superficial», «lo barato».
Craso error, porque vamos a ver: ¿fueron superficiales,
baratos o facilistas comediógrafos en sus obras el griego Aristófanes y el
latino Plauto, o, en sus Entremeses, el español Cervantes, y acaso lo
fueron, en sus comedias que siguen en las carteleras de los mejores escenarios
europeos, el francés Molière y el italiano Goldoni…?, entre otros grandes
autores clásicos y contemporáneos, como el Premio Nobel también italiano Darío
Fo.
En consecuencia, debemos convenir con el precepto
clásico: Errare humanum est o Errar es propio del humano, tal decimos
hoy, si bien solemos repetir nuestros yerros, como el animal de la fábula.
Así, otro error viene a cuento: en no pocas ocasiones
pensamos que solo las piezas de este género atraen a los espectadores. Pero
no solamente las comedias convocan al público; también no pocos dramas e,
incluso, algunas tragedias clásicas congregan a los espectadores…, que ello
acontece cuando tales propuestas no son simples repeticiones ni reiteraciones,
sino cuando exponen originales aproximaciones que resultan atrayentes al
público, con novedosos montajes, sin que ello signifique «ultramodernizar» ni
«versionar», deformando el mensaje esencial de sus autores clásicos como el
llamado Cisne de Stratford-upon-Avon, quien formuló en sus brillantes piezas un
personal idearium que ha trascendido los siglos.
Partiendo de tal premisa (las piezas de los grandes
autores griegos, latinos y renacentistas, fijaron ideas y sentaron pautas a la
humanidad), este año, en el café-cantante Catarsis, se presentaron breves
adaptaciones de tragedias y comedias del clásico de clásicos inglés, un grato y
oportuno vistazo a la genial obra de William Shakespeare, a cargo del actor y
realizador Miguel Sahid, quien, con novedosas puestas, logró atraer a un
variopinto público, incluidos los jóvenes.
De tal suerte, combinando exitosamente tragedias y
comedias, el evento posibilitó el válido acercamiento de incluso adolescentes,
y constituyó una modesta, atendible oferta. Creo que tal apunte dice mucho
más que un ensayo sobre el genial autor, que debe continuar siendo representado
como lo hacen Sahid y Ernesto García, quien asimismo ha realizado puestas
novedosas, de ningún modo repetitivas de cánones reiterativos que, por resultar
obsoletas, no atraerían espectadores.
Pongo
el ejemplo de …Y diente por diente, donde, a partir de la comedia Medida
por medida (1603), el también dramaturgo Ernesto García realizó una
atractiva versión, en la que —tal escribí, tras su estreno, en esta columna—:
se disfruta del «humor agudo que permite el disfrute del “doble sentido”,
acorde con el carácter latino de la gran mayoría de la población miamense (el
elenco actoral es latinoamericano), pero en ningún momento afecta las (buenas)
costumbres del público, que, lo más opuesto: ríe, disfruta y participa de la
aplaudida puesta», durante la segunda edición del TEMFest 2011.
Mas, insisto: ¿Quién no recuerda las piezas del enorme
autor isabelino: La comedia de las
equivocaciones, Sueño de una noche de verano, Mucho ruido y pocas nueces, Como
gustéis, Las alegres comadres de Windsor, Medida por medida y La
fierecilla domada? Shakespeare es un continuo referente que aún logra
fenómenos de aceptación en los más diversos y heterogéneos públicos de también
variados ámbitos. Sobre ello, narro una breve anécdota: años
atrás, cuando era profesor de Historia del Teatro Cubano, Latinoamericano y
Universal, en la Escuela Nacional de Arte Dramático, un alumno angolano me
refería que había decidido estudiar teatro, porque en su pequeña aldea había
sido deslumbrado por Hamlet, interpretado por aficionados de su región.
¿Qué les parece, estimados ciberlectores?
¿CUÁLES FUERON SUS PUNTOS DÉBILES?
Grosso
modo, la inapropiada selección de obras que, de alguna manera, ya no responden
a los intereses del público de hoy resultó uno de esos febles puntos. Tengo varios ejemplos acontecidos en Miami, pero la ética
me impide nombrar sus títulos.
Solo prefiero decir que si bien mi alumno angolano quedó
impactado ante el seguramente ingenuo montaje de una pieza tan imperecedera
como Hamlet, en cambio, hubiera sido preferible evitar el de otras obras
que no alcanzan su altura, y así no provocar innecesarios gastos ni pérdidas de
tiempo en sus agotadores intentos y fallidos esfuerzos.
De tal suerte, hay Obras y obras. O
dicho de otro modo: hay puestas que salvan piezas menores, como montajes que
dañan excelentes creaciones. De ahí,
que resulta necesario saber seleccionar títulos para el repertorio de cada
grupo escénico. ¿Cómo? Buscando y analizando piezas que deben ser
estudiadas cuidadosamente por el director, el asesor y el colectivo de actores,
que, en conjunto, deben decidir su montaje, con el fin de evitar casos como el
que narro arriba.
¿QUÉ
CINCO OBRAS LE PARECEN DESTACABLES Y POR QUÉ?
Entre las que más resaltaron, por dirección y actuación,
figuran, en mi opinión y sin orden de relevancia, las cinco siguientes: La orgía, Drume negrita, Bodas
de sangre, Con la frente en el polvo y Retrato de Aura. Veamos
las causas particulares de esta selección:
La
orgía. A pesar de ser una obra
menor en la producción del colombiano Enrique Buenaventura (Santiago de Cali,
1925-2003) —quien al parecer la escribió en las postrimerías de su vida—,
gracias a la honda concepción y la coral imaginación de su director, Juan Roca,
creció este título de Havanafama, que igualmente acrecentó su prestigio con la
puesta. El realizador logró subvertir la idea original y, como en otra vuelta
de tuerca —para decirlo con un recordado título del narrador Henry James
(1843–1916)—, transformó hasta la obsoleta ideología la mediocre pieza,
enriquecida por la imaginativa puesta de Juan Roca, quien dirigió
admirablemente a cinco de los muy capaces y bien entrenados actores de su
compañía. Con la puesta y la orgánica labor de los intérpretes, La orgía se instaló entre los
mejores títulos de este 2012.
Drume
negrita. Una obra original
cuya valía es amplificada humanamente por su profundo contenido de alta
eticidad, aún más enriquecida por la lúcida puesta de su autor, Ernesto García,
quien es apoyado por tres excelentes interpretaciones. Y me cito, ya que, tal
señalé en esta columna, a propósito de su estreno, donde resalté «la lección de
eticidad que, sin duda, entraña Drume
Negrita, una puesta que ya está ubicada entre las mejores disfrutadas por
el crítico durante los últimos dos años en esta ciudad, por fortuna, cada vez
más adicta a la buena escena latinoamericana, como a otras valederas
manifestaciones artísticas (el ballet, la plástica, las letras…)». Por si
fuera poco, de su valía da fe el anuncio de su reposición para el 16 del ya
casi inmediato enero.
Bodas
de sangre. Excelente puesta de Lilliam
Vega, a partir de una versión de la obra lorquiana de la dramaturga Raquel Carrió, «se
trata (tal comenté también en esta columna, a raíz de su estreno) de un intenso
ceremonial que viaja a los orígenes para
—válida alegoría y exacta síntesis,
mediante— eludir lo innecesario y aludir a lo cardinal, en pos del hybris o
cólera: ese desequilibrio que, en sumo estado emocional, alcanza un grado de
irracionalidad de impredecibles consecuencias».
Sin
duda, con su lectura otra, ambas creadoras, pertrechadas de un meritorio
equipo actoral, pusieron en muy actual sintonía al gran dramaturgo/poeta en una
fecha decisiva de su intensa y extensa Obra (en mayúscula) que no caducará por
invaluable, necesaria, imperecedera.
Con
la frente en el polvo. Del
reconocido intérprete y realizador Marcos Casanova, quien, en esta decisiva
puesta, cointerpreta en memorable mano a mano con otro admirable actor, el
ecuatoriano Xavier Coronel, para dejar otro momento memorable entre lo
visionado y disfrutado durante estos doce meses. Debida al famoso dramaturgo
Luis G(onzaga) Basurto (México, D. F, 1920-1990), la oportuna pieza (que aborda
candentes temas actuales del Vaticano) constituye un punto álgido en la
dramaturgia mexicana contemporánea y en la escena miamense, gracias a esta
puesta que figura entre las mejores del año.
Retrato
de Aura. Sin duda, constituyó un
merecido homenaje al gran novelista mexicano, Premio Cervantes, Carlos Fuentes
quien, fallecido este 2012, marcó un hito en el decisivo movimiento narrativo
del Boom, ahora en su medio siglo de existencia. Meritoria labor del
experimentado realizador Rolando Moreno en la compleja tarea de teatralizar la
lírica noveleta Aura (1962),
muchas décadas atrás llevada al cine italiano.
Entre las cualidades que señalé en esta columna al
referirme a este montaje, apunté diversos rasgos «que dimensionan la puesta
escénica (como) son su intemporalidad y capacidad ubicua, que no solo le
permite trasladarla a otro medio expresivo, sino a otro tempo y lugar, al punto
que puede disfrutarse como una pieza actual, si bien el texto conserva ese
flujo mágico original con que lo dotara el también autor de novelas decisivas
en su empeño de concientización nacional, como, entre otras: La región más transparente (1958), Las buenas conciencias (1959), La muerte de Artemio Cruz (1962), Cambio de piel (1967), Zona Sagrada (1967), Cumpleaños (1969) y Terra Nostra(1975).»
OTROS ASPECTOS FINALES
Como
escribí arriba, la comedia es constante referencia en la escena miamense, por
diversas causas, entre ellas, en primer lugar, el propio público mayormente
latinoamericano, que prefiere el humor, y no el dolor ni lo trágico.
En consecuencia, los directores, sin abandonar
calificadas obras y puestas dramáticas (Las
criadas, por Sabas Malaver, La
orgía, por Juan Roca; Una
muchacha con la cabeza llena de pájaros, y Pequeños crímenes conyugales, por Yoshvani Medina, entre otras), no
abandonaron las de connotación trágica (como Sirenas, escrita y dirigida por Belkis Proenza, quien aborda
la tragedia de las torres gemelas); asimismo, incluyen en los repertorios de
las compañías buenas comedias. Fueron estas muchas y, en su mayoría, de
calidad, tal lo corroboran el Trail, Bellas Artes, Teatro 8, Havanafama y
ArtSpoken.
Entre otras puestas y directores, recuerdo a Marcos
Casanova, con sus estupendas puestas Arpías y Fugadas; Juan Roca
con sus no menos gustadas Sucedió en
La Habana y Viejas,
vírgenes y p…, tales Siempre se olvida algo y Perras o diosas, por Yoshvani Medina,
y Pareja abierta, por Miguel
Sahid, sin olvidar las numerosas en el Trail y Bellas Artes, del venezolano
Manuel Mendoza (Toc, Toc. Monólogos de la vagina,Confesiones del
pene, Taxi…)
Otras opciones muy aplaudidas fueron los Stand Up Comedies (del anglicismo
traducido como «comedia en vivo», «comedia de pie», o monologuista, si el
texto es monodrama y aun charlista), con varias lucidas muestras, de los
colombianos Saulo García (El insomnio
americano, La vida en los Esclavos Unidos, Entrada gratis) y Luz
Estrada (El hombre reina y la mujer
gobierna); los venezolanos George Harris y Mimi Lazo, con sus
respectivos Micrófono abierto y El aplauso va por dentro y, ya en
el cierre de la temporada anual, vino desde Colombia a Catarsis el valioso
actor cubano Mijaíl Mulkay, donde entregó goce y risa mayores con su
deliciosa Esta noche se improvisa una comedia.
Otro tanto merece el proyecto hispano-miamense
Microteatro ahora, en su nueva ubicación (Koubek Center, La Pequeña Habana),
donde posibilita a noveles y experimentados autores, actores y directores el
estreno de breves piezas (quince minutos).
Y aun otro índice que no paso por alto, en tanto colabora
con el desarrollo cultural y educacional de la infancia: el teatro para niños
—y no, como dicen algunos, «infantil», realizado por los propios chicos y
orientado por adultos, en no pocas ocasiones educadores, y no teatristas.
En
este rubro, pude visionar este año cuatro producciones que, algunas con mayor
fortuna, fueron dirigidas por las cubanas Clara Varona (Historia de una muñeca abandonada, en ArtSpoken) y Vivian Morales (Ropa de teatro, en Havanafama), el mexicano
Luis Alcaraz (Pinocho, el Musical) y
la venezolana Gledys Ibarra (El árbol de
chocolate, ambas en Teatro 8).
FINAL
He
aquí mi breve ojeada (seguramente incompleta) al movimiento teatral de Miami
que, a pesar de la delicada situación económica actual, ha experimentado
indudable ascenso por lo antes señalado. En consecuencia
—no lo dudo— presagia un promisorio futuro
inmediato para el ya casi entrante 2013.
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WALDO GONZÁLEZ LÓPEZ. (LAS TUNAS, CUBA, 1946). Poeta,
crítico literario y teatral, periodista cultural y promotor cultural. Ha
publicado cerca de 30 antologías y selecciones de poesía, entre las que
descuellan las dedicadas a las obras de García Lorca, Antonio Machado, Rafael
Alberti, Emilio Ballagas, Jacques Prévert y William Butler Yeats. Entre 1990 y
2010 fue periodista cultural de las revistas Bohemia, Mujeres y Muchachas y colaboró con numerosas
revistas especializadas, como Casa
de las Américas, Unión, La
Gaceta de Cuba, Universidad de La
Habana y Biblioteca
Nacional José Martí. Ha recibido importantes reconocimientos: Mención del
Concurso Plural (México, 1990) por su poemario Salvaje nostalgia; Premio “13 de Marzo” (1976), de la
Universidad de La Habana, por su poemario para niños Poemas y canciones y varias Menciones en los Concursos
«Ismaelillo», de la UNEAC y «La Edad de Oro», de la Editorial Gente Nueva.
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