Palabras de presentación de Enrique Saínz a Poemas de nadie,
17 de febrero del 2013, en la Sala José Lezama Lima de La Cabaña,
La Habana durante la Feria Internacional del Libro.
La buena poesía nos sumerge en una realidad otra. Es,
como decía Octavio Paz, la otra voz, dilatación del tiempo, detención,
cuestionamiento, creación de un mundo desconocido, pero al mismo tiempo
nuestro, entrañable y de gran precisión a pesar de su aparente caos y de los
momentos en que el poeta entabla una persistente batalla con el sentido de lo
real. Este poemario de Rita Martín, Poemas de nadie, me ha permitido experimentar una intensa iluminación de mi afuera y de mis recuerdos, estimulados por sus preguntas y sus hallazgos verbales. Una
de las cuatro o cinco grandes virtudes de estas páginas está, para mí, en lo
que podríamos llamar su acabada construcción verbal, ese amurallamiento que en
cada texto impide que todo se vaya por espacios que parece que van a devorar
las impresiones y recuerdos de la autora. Cada comienzo nos dilata la mirada y
crea en nosotros, al menos en mí, una sensación angustiosa de lo inabarcable,
de aquello que imaginamos y sabemos que no podremos encerrar, pero viene
entonces una mesura lexical que no permite la fuga hacia el vacío, hacia la sombría nada que siempre nos acecha. Diríase que Rita Martín percibe la avasalladora dimensión de sus vivencias y no quiere que ese cosmos, incontrolable por naturaleza, se vuelva inaccesible para los lectores. Construye entonces estos poemas desde ese impulso fundamental, pero con un rigor expositivo que controla semejante riqueza y la torna precisa, luminosa, disfrutable. Sorprende la gran cantidad de interrogaciones de los primeros ejemplos del libro, verdadero torrente de preguntas esenciales que bullen dentro de los estados de ánimo y de las angustias de la autora, como advirtiéndonos desde esos primeros momentos que vamos a leer una poesía de preocupaciones y búsquedas de categoría perdurable, más allá de tecnologías y de cambios de modas y modos.
En nuestros días hay una enorme cantidad de poetas de gran calidad que escriben de otra manera, con textos abiertos, sin límites conceptuales ni formales. La de Rita es una escritura diferente, igualmente fuerte y de un dinamismo interior que en verdad nos absorbe, relato en el que las vivencias y las dudas, las impresiones y los diálogos se realizan dentro de lo que podríamos llamar un orden metafísico, la autora siempre narrándonos una historia íntima que nos entrega la imagen deseada y buscada para la comunicación de su naturaleza más profunda, de su drama existencial más auténtico. Cuando comencé a leer estas páginas, primera impresión casi siempre decisiva para mí en la medida en que me revela qué y a quién estoy leyendo, supe rápidamente que este es un libro vigoroso, de ricas visiones de adentro y de afuera, rápido en su fluir, con una memoria afectiva y una nostalgia que por momentos conmueven de un modo hiriente por genuinas y profundas. Mientras avanzaba en estos poemas me iba percatando de que estaba leyendo un dilatado viaje, un viaje sin destino, como toda trayectoria vital que se realiza para conformar una historia única, la de nuestro tránsito por la vida. Vi en algunos textos cierto clamor desesperado que contrastaba con la certidumbre de otros muchos ejemplos del volumen, y me percaté entonces de que esta poesía era portadora de una angustia insoluble, un desasosiego que está en la raíz de los múltiples cuestionamientos de los momentos iniciales y que al mismo tiempo, a lo largo de sus páginas, se entremezcla con un apacible diálogo con una realidad más honda, en la que podemos entrever una armonía oculta, subyacente, vital, como si se hubiese alcanzado una intelección dichosa de la existencia, aunque siempre matizada por oscuras pulsiones que vienen de lo incomprensible, lo indeterminado, lo indefinible. Creo que este es un libro que busca definiciones, conocimiento, revelaciones de verdades últimas, pero visibles de manera plena sólo por momentos, como rápidos destellos. Las evocaciones del pasado de la autora en su país son quizá los instantes más explícitos de esa búsqueda de sí misma que realiza la poeta en varias de estas piezas.
En nuestros días hay una enorme cantidad de poetas de gran calidad que escriben de otra manera, con textos abiertos, sin límites conceptuales ni formales. La de Rita es una escritura diferente, igualmente fuerte y de un dinamismo interior que en verdad nos absorbe, relato en el que las vivencias y las dudas, las impresiones y los diálogos se realizan dentro de lo que podríamos llamar un orden metafísico, la autora siempre narrándonos una historia íntima que nos entrega la imagen deseada y buscada para la comunicación de su naturaleza más profunda, de su drama existencial más auténtico. Cuando comencé a leer estas páginas, primera impresión casi siempre decisiva para mí en la medida en que me revela qué y a quién estoy leyendo, supe rápidamente que este es un libro vigoroso, de ricas visiones de adentro y de afuera, rápido en su fluir, con una memoria afectiva y una nostalgia que por momentos conmueven de un modo hiriente por genuinas y profundas. Mientras avanzaba en estos poemas me iba percatando de que estaba leyendo un dilatado viaje, un viaje sin destino, como toda trayectoria vital que se realiza para conformar una historia única, la de nuestro tránsito por la vida. Vi en algunos textos cierto clamor desesperado que contrastaba con la certidumbre de otros muchos ejemplos del volumen, y me percaté entonces de que esta poesía era portadora de una angustia insoluble, un desasosiego que está en la raíz de los múltiples cuestionamientos de los momentos iniciales y que al mismo tiempo, a lo largo de sus páginas, se entremezcla con un apacible diálogo con una realidad más honda, en la que podemos entrever una armonía oculta, subyacente, vital, como si se hubiese alcanzado una intelección dichosa de la existencia, aunque siempre matizada por oscuras pulsiones que vienen de lo incomprensible, lo indeterminado, lo indefinible. Creo que este es un libro que busca definiciones, conocimiento, revelaciones de verdades últimas, pero visibles de manera plena sólo por momentos, como rápidos destellos. Las evocaciones del pasado de la autora en su país son quizá los instantes más explícitos de esa búsqueda de sí misma que realiza la poeta en varias de estas piezas.
Volvemos una y otra vez a estos relatos magníficos y siempre encontramos otras imágenes, nuevos hallazgos que no habíamos percibido en la lectura anterior. No hay un solo momento que nos haga
pensar que estuvo el poema al borde de la ridiculez, no hay un exceso ni un
dislate emocional que traicionen a los más altos propósitos confesionales de la
autora, poseedora de un discurso que no decae ni hace concesiones a fórmulas
más o menos trilladas ni a estilos que no son los suyos. El tono general de
estos cuadernos es el de una reflexión conceptual que se nutre de un sustrato
intelectual y sensorial magistralmente fusionados en una sustantiva elaboración
artística, propia de una poeta que ha llegado a sí misma, que se ha encontrado
después de años de autoindagación durante los cuales se vio innumerables veces
en tinieblas indescifrables. Este es un viaje, como decía hace algunas líneas, desde sí hacia sí, desde ella hacia su yo pasado, ese yo que permanece como una constante a pesar de los cambios y descubrimientos que todos vamos haciendo a través de los años. Hoy, gracias a este volumen que ahora
les presento, Rita Martín es más ella misma, tiene más ser y una mayor
conciencia de sus posibilidades de realización. No es este un libro escrito
para situarse en las historias literarias de Latinoamérica sino para
autorreconocerse, saber su sitio en el mundo, la naturaleza de su puesto en el
cosmos, su más profundo yo, siempre oculto y desconocido, pero más iluminado
por la palabra poética. Llegamos entonces a saber que Rita Martín, entre otros
muchos rasgos de su personalidad, ha dialogado con la vida y con sus recuerdos
con inusual intensidad, conversación que ahora nos entrega parta que nosotros
nos veamos mejor, más nítidamente, desde un afuera que ella nos ha venido
revelando con una escritura plena, con luces y sombras, miedos y alegrías,
premoniciones y certidumbres, dudas y desconciertos. Aunque no sea esta una cualidad que yo admire especialmente, quiero señalar la cubanía de Poemas de nadie porque es un rasgo en ella que se funde con un lenguaje de todas partes, con una mirada como la de otros autores nacidos en otras latitudes, pero a su vez una mirada muy propia de esta poeta. De
inmediato me comuniqué con esta poesía, de inmediato la supe mía en una medida
esencial, se me hizo perfectamente comprensible, si es que ese término vale
para la poesía y el arte en general. Agradecí grandemente su estructuración, la
concepción poemática, el fluir verbal, las percepciones del afuera y su
resonancia en lo más profundo de la sensibilidad creadora de esta autora.
Después de haber leído, hace años, algunos libros de poetas cubanos residentes
en el exterior, me sorprendió muy gratamente que los poemas de Rita Martín
poseyesen el vigor que de inmediato me llegó, desde el primer verso del primer
poema, como un espléndido cuarteto de una pieza de música de cámara, con esas
sonoridades cerradas, compactas, de ostensible densidad conceptual. Con este
libro la poesía nos ha ganado más espacio, más luz, más conciencia, mayor
dicha, más esperanzas y alegrías. Gracias a Rita Martín por sus confesiones, su
escritura y su presencia.
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ENRIQUE
SAÍNZ (Cuba, 1941). Licenciado en Lenguas y Literaturas clásicas. Ocupa el Sillón J como miembro de número dela Academia Cubana de la Lengua desde el mes de septiembre de 1995. Desde 1967
ha desempeñado una gran labor de investigación literaria. Entre sus libros
publicados destacan: Silvestre de Balboa y la literatura cubana (ensayo), 1982;
La literatura cubana de 1700 a 1790 (ensayo), 1983; Trayectoria poética y crítica de Regino Botti (ensayo),1989; Ensayos críticos, 1989; La obra poéticade Cintio Vitier (ensayo), 1998; Indagaciones (ensayo), 1999; La poesía de Virgilio Piñera (ensayo de aproximación), 2001. Ha recibido numerosas
distinciones por su labor crítico-investigativa: Premio Mirta Aguirre de
Crítica Literaria en los años 1984 y 1988; Premio de la Crítica (1988, 1990,
1999, 2000) y Premio de ensayo Alejo Carpentier 2001.
Igualmente,
Saínz tuvo a su cargo la redacción (como coautor) y la supervisión técnica del Diccionario
de la literatura cubana entre 1980 y 1984, así como la revisión estilística del
Perfil histórico de las letras cubanas desde sus orígenes hasta 1898. En su
haber como prologuista y recopilador cuentan las ediciones cubanas de volúmenes
de Jorge Manrique, San Juan de la Cruz y Eliseo Diego, entre otros autores. Es
autor asimismo de las antologías de poemas de Rainer Maria Rilke y Francisco de Quevedo, así como de la Introducción a La conciencia de Zeno, de ItaloSvevo.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Más sobre Poemas de nadie (Letras Cubanas, 2013) en Grafoscopio:
Alberto Garrandés: Poemas de nadie o la testificación de los caminos
Ignacio Granados: Rita Martín en poemas de identidad
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