8.22.2012

MARIA ELENA CRUZ VARELA OFRECE TALLER: LA CREACION LITERARIA COMO CAMINO DE AUTOCONOCIMIENTO Y SANACION




anuncia a María Elena Cruz Varela



y su curso de 6 semanas que ofrecerá la escritora, en el cual se impartirán los géneros de poesía, memorias  y novela histórica, 
comenzando el sábado 15 de septiembre,  de 1pm a 3pm, 
 en The Music House

801 Madrid St. # 2 
  Coral Gables, Fl 33134

Cada sesión tiene un costo de $50 por matrícula.
Para matricular se requiere un depósito de $50.
Interesados pueden llamar al  786-216-3003

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María Elena Cruz-Varela. (Matanzas, Cuba). Poeta, escritora, periodista, y crítica. Desde 2007 es crítica literaria del semanario El Cultural, en Diario El Mundo. Fundadora, editora y articulista del periódico La Razón, Madrid, España, de 1997 a 2002. Ha publicado La hija de Cuba. Dos patrias tuve... (Novela histórica. Ed. Martínez -Roca de Planeta. Madrid, España, 2006),Juana de Arco. El corazón del verdugo. (Novela histórica. Ed. Martínez-Roca de Planeta. España, 2003.), La voz de Adán y Yo (Poesía. Ed. Esquío, Ferrol, España, 2000), y El Ángel Agotado. (Ed. Plaza & Janés, España, 1999), entre muchos otros.

Entre sus innumerables premios literarios y humanitarios destacan el de Mariano de Cavia de Prensa Española (1995) y el Nacional de Poesía Julián del Casal (Cuba, 1989). También tiene el honor de haber recibido el Premio Libertad de la Internacional Liberal (1992) y fue candidata al Premio Nobel de la Paz y a los premios Príncipe de Asturias de las Letras y de la Concordia. Recientemente fue galardonada con la Medalla La Avellaneda del 2012 por el Centro Cultural Cubano de Nueva York.

8.19.2012

JORGE OLIVARES: BECOMING REINALDO ARENAS

COMING SOON



Becoming Reinaldo Arenas explores the life and work of the Cuban writer Reinaldo Arenas (1943-1990), who emerged on the Latin American cultural scene in the 1960s and quickly achieved literary fame. Yet as a political dissident and an openly gay man, Arenas also experienced discrimination and persecution; he produced much of his work amidst political controversy and precarious living conditions. In 1980, having survived ostracism and incarceration in Cuba, he arrived in the United States during the Mariel boatlift. Ten years later, after struggling with poverty and AIDS in New York, Arenas committed suicide.
Through insightful close readings of a selection of Arenas’s works, including unpublished manuscripts and correspondence, Olivares examines the writer’s personal, political, and artistic trajectory, focusing on his portrayals of family, sexuality, exile, and nostalgia. He documents Arenas’s critical engagement with cultural and political developments in revolutionary Cuba and investigates the ways in which Arenas challenged literary and national norms. Olivares’s analysis shows how Arenas drew on his life experiences to offer revealing perspectives on the Cuban Revolution, the struggles of Cuban exiles, and the politics of sexuality.

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Profile Picture

Jorge Olivares is the Allen Family Professor of Latin American Literature at Colby College.
Para una mayor información sobre el libro contacte Duke Press U

8.18.2012

5 PREGUNTAS A ELVIRA DE LAS CASAS



Elvira de las Casas entrevista por Rita Martín


Elvira de las Casas.
Fotografía: Diego Rodríguez Arché.

me atrevería a decir que, salvo dos o tres excepciones, 
la guerra del Escambray no ha sido tratada en la literatura de ficción del exilio

R.M.: En una entrevista que te hiciera la Editorial Silueta dices que en la década del noventa conociste a muchos de los protagonistas reales de esta novela (presos políticos o miembros de familias exterminadas) y que en un inicio comenzaste a escribir un libro de cuentos que no conservas. ¿Por qué crees que desde siempre diste preferencia a lo ficcional en lugar de lo testimonial?
Elvira de las Casas: Por una parte, siempre me ha interesado la ficción, escribía cuentos desde que era joven, en Cuba. Y por otra parte, el tema del Escambray ha sido tratado minuciosamente en libros de testimonio y de ensayos, tanto por parte de personas que estuvieron vinculadas con este conflicto como por estudiosos que reunieron la información de los sobrevivientes. Creo que uno de los mejores, si no el mejor libro de este tipo, es Escambray, la guerra olvidada, de Enrique Encinosa. Sin embargo, aunque el tema tiene muchísimas aristas que explorar en cuentos y novelas, los escritores del exilio no le han dedicado mucho espacio en su obra. Es más, me atrevería a decir que, salvo dos o tres excepciones, la guerra del Escambray no ha sido tratada en la literatura de ficción del exilio, a diferencia de la literatura oficial de Cuba, que en los años 70 le dedicó una cantidad enorme de libros al tema en cuentos y novelas, donde por supuesto, los alzados eran presentados poco menos que como monstruos con colmillos chorreando sangre, mientras que los milicianos siempre eran personas impolutas. Lo cual no quiere decir que no haya habido crímenes horribles mientras duró el conflicto, pero los hubo de ambas partes, igual que hubo personas que pelearon honradamente por defender las ideas en las que creían en los dos bandos. Pero aprovecho para aclarar que Doce mensajes a Hércules no es una novela sobre las guerrillas en el Escambray, sino que la historia transcurre en un pueblo cercano, donde lógicamente la vida de todos sus habitantes se ve afectada de una u otra manera por el conflicto.


la propia estructura de la novela se apoya en el mito griego

R.M.: En estos días previos a la presentación de la novela se insiste mucho en hablar del costumbrismo presente en la misma. Sin embargo, la presencia de un nombre, Hércules, me remite inevitable al mito…
Elvira de las Casas: Efectivamente, la propia estructura de la novela se apoya en el mito griego, pues tal como Heracles o Hércules tuvo que realizar 12 trabajos encomendados por Euristeo, el personaje de mi novela recibe 12 mensajes con trabajos que debe cumplir en el pueblo donde vive, Hormiguero del Campo, y cada uno de esos mensajes es un capítulo diferente. No quiero adelantar el desenlace de la novela, pero el lector irá descubriendo, a medida que la vaya leyendo, el simbolismo del nombre que le han designado al misterioso espía que es capaz de poner de cabeza al pueblo.


la realidad es que hubo un enano en el presidio político 
que era de armas tomar. Más bien eran dos enanos, el padre y el hijo

R.M.: ¿Por qué elegiste incluir el personaje de un enano en tu primera obra de ficción?
Elvira de las Casas: Podría decirte que el enano representa al pueblo de Cuba, que aunque es pequeño por su tamaño, es grande por su valor y bla bla bla. Pero no, la realidad es que hubo un enano en el presidio político que era de armas tomar. Más bien eran dos enanos, el padre y el hijo, y vivían en una zona rural de Cienfuegos, mi ciudad. Los dos estuvieron presos en los primeros años de la revolución, y el más joven era bastante belicoso, por lo que los guardias trataban de molestarlo para oírlo pelear y decir todo tipo de groserías. Me contaron que había un guardia en especial que, a la hora de contar a los presos, siempre decía que había uno menos, aludiendo a que no podía ver al enano en la fila, por su tamaño. Hasta que alguien le decía: “no falta nadie, aquí está el enano”. Y éste se le paraba delante al guardia, gritando: “¡enano, sí, pero con unos c…s de este tamaño!” Muchos de tamaño normal no se hubieran atrevido a hacer lo mismo, así es que ese enano sí que los tenía grandes, como él decía, y lo menos que se merece es estar en una novela.


ahora ese humor o choteo cubano tiene un matiz muy marcado de cinismo

R.M.: A Dulce María Loynaz le gustaba recordar que antes de 1959 el cubano reía. Al igual que en la Loynaz, en ti hay una conciencia de un mundo perdido en el que la gente acostumbraba a reír y a llevarse bien.  ¿Por qué consideras tan vitales estas características identitarias tan aparentemente simples? ¿Hay posibilidad de retorno a estas para la nación cubana o ya el humor y el choteo cubanos han quedado transformados?
Elvira de las Casas: El hacer que la gente comenzara a odiarse por diferencias de opinión política fue una estrategia muy bien pensada de la dictadura y que les dio muy buen resultado por muchos años. La gente comenzó a retirarle el habla a sus propios familiares si no pensaban como ellos, algo que nunca había ocurrido en un país donde se podía tener de amigos a personas de todas las afiliaciones políticas como la cosa más natural del mundo, sin que fuera motivo de discusión. Eso cambió con el castrismo. Pero lo que no han podido cambiar los Castro es la disposición natural del cubano a reírse hasta de sus propias desgracias, lo que sin duda nos ha ayudado a sobrevivir todos estos años. Solo que ahora ese humor o choteo cubano tiene un matiz muy marcado de cinismo, algo común en todas las sociedades donde hay una dictadura comunista. Espero que algún día, cuando desaparezcan los motivos por los que surgió ese componente de cinismo en los cubanos de la Isla, renazca el humor sano y la solidaridad humana que siempre nos caracterizó.


                                                                  a paso lento pero seguro

R.M.: ¿Otra novela en el tintero?
Elvira de las Casas: Ahora estoy trabajando en una novela con un tema y una época muy diferentes a la anterior. La historia comienza a finales del siglo 19, en un pueblo de Castilla la Vieja, España, donde nació mi bisabuela. La protagonista, al igual que ella, emigra a Cuba a los 15 años, y termina sintiéndose una cubana más, aunque sigue adorando las manzanas y el vino tinto hasta el día que muere, a una edad muy avanzada. A veces pienso que me he metido en camisa de once varas, pero ahí voy, avanzando a paso lento pero seguro.

Más enlaces de Elvira de las Casas en Grafoscopio

"Olvida el tango y canta bolero" (Fragmento de la novela Doce recados a Hércules)
"Elvira de las Casas, entrevista cortesía de Conexos"

8.16.2012

ELVIRA DE LAS CASAS: OLVIDA EL TANGO Y CANTA BOLERO


Un fragmento de Doce mensajes a Hércules, 
novela publicada por la Editorial Silueta.
La autora, Elvira de las Casas, 
hará presentación de la misma el 24 de agosto del 2012 
en Café  Demetrio.


Evaristo Trompa tenía fama de ser el enamorado más fiel de Hormiguero del Campo. Siendo un jovencito acabado de graduarse de bachiller, su padre, el dueño del periódico El Heraldo Montuno, lo mandó a estudiar a Europa. Don Eustaquio Trompa era un aficionado a la ópera y un verdadero conocedor del género. Desde que su hijo nació lo acostumbró a escuchar a Verdi y a Puccini en un fonógrafo que había comprado en España, de modo que, a la edad en que otros niños tararean canciones de cuna, Evaristo repetía de memoria la música de La Traviata y Aída. Al cumplir los dieciséis años, viajó a Italia para especializarse en dirección musical, carrera que no debía resultarle difícil porque dominaba varios instrumentos: el piano, el violín y el clavicordio.
   Pero algo raro debió ocurrirle durante su viaje que torció por completo su destino. Repentinamente su familia dejó de recibir cartas fechadas en Milán y comenzaron a llegar otras de París. Un amigo de don Eustaquio, que viajó a Francia por asuntos de negocios, regresó escandalizado, jurando haber visto a Evaristico entonando las notas melancólicas y tristes de un tango frente a un café de Montmartre mientras los peatones se detenían curiosos y depositaban una moneda en su sombrero. Según se supo más tarde, el correveidile no había mentido. Corría el año 1934, Gardel hacía historia con la película Cuestabajo y Evaristo no pudo escapar al influjo de una música que recorría el mundo y se adueñaba de las pistas de baile. Al punto que abandonó sus planes de dedicarse a la ópera y decidió probar fortuna en los barrios bohemios de París.
   El Evaristo que regresó a Hormiguero del Campo, ante la imposibilidad de sobrevivir con su voz aterciopelada y el lamento de su bandoneón, era un desconocido para aquellos que lo vieron partir. Hablaba con acento rioplatense, llevaba siempre el pelo engominado y una bufanda enrollada al cuello aún en pleno agosto, cuando no corría una brisa en varias millas a la redonda y el sol derretía las piedras.
   Su padre, convencido de que era inútil encargar el periódico a alguien que parecía un figurín de portada de revista barata y que no sabía más que de farras, arrabales y el farolito de la calle en que nació, vendió el diario y usó sus influencias para dejarle a su hijo antes de morir el puesto vitalicio de director de la banda municipal. Desde 1945 Evaristo había conservado el mismo trabajo de batuta principal de la banda de Hormiguero, aunque nunca dejó a un lado su afición tanguera. Afición que alcanzó su punto culminante en 1950, cuando se presentó a un concurso de cantantes aficionados convocado por una estación de radio de la capital y regresó a Hormiguero con el premio que había ganado: una bolsa llena de jabones de tocador Hiel de Vaca.
   Poco después de su regreso de Europa, Evaristo comenzó a fijarse con buenas intenciones en Laudelina. Teniendo en cuenta que en el pueblo las muchachas no esperaban a tener veinte años para ir al altar, o para fugarse con el novio, ya ella era considerada una solterona, aunque no sobrepasaba los veintisiete. Laudelina era la única maestra de piano que había en Hormiguero del Campo, y no se perdía por nada del mundo ni una sola retreta de la banda municipal.
   Con el paso del tiempo, se hizo costumbre en el pueblo ver a Evaristo galanteándola y acompañándola a darle la vuelta al parque. Se sabía que a ella dedicaba el tango Cuestabajo, con el que la banda iniciaba todas sus presentaciones en la glorieta, y que una vez terminada la función la acompañaba hasta la puerta de su casa, aunque nunca se le vio entrar. Al principio todos tenían la esperanza de que la señorita Laudelina se casara con su fiel pretendiente, pero, que se tuvieran noticias, el compromiso nunca se formalizó. Y ya la gente ni hablaba de boda, teniendo en cuenta que la pareja estaba bastante madurita: ella frisaba los cincuenta y él hacía rato que había pasado la media rueda.
   Pero eso sí: nadie hubiera concebido asistir a la retreta y no ver a Laudelina sentada en primera fila, mientras Evaristo revisaba y desempolvaba las partituras y de vez en cuando le hacía un guiño cómplice, anunciándole que estaba próximo a atacar las notas de su tango favorito.
“Eso es un amor imposible, pero él es más terco que una mula”, comentó el doctor Clemencio Guerra antes de comenzar a saborear los dulces que su hijo había comprado en la cafetería.
Faltaban apenas diez minutos para las siete y quince, hora en que solía comenzar a tocar la banda: ni un minuto más, ni un minuto menos. Evaristo Trompa, con el pelo brillante por efecto de la vaselina y una bufanda de colorines anudada al cuello, se acercó a Laudelina para saludarla antes de subir los escalones de la glorieta.
“Laude, vos estás más bella que nunca esta noche, ¿viste?”, le dijo con su mejor tono porteño.
Por toda respuesta, Laudelina agitó aún más el abanico que tenía en su mano derecha. Pero el émulo de Carlitos volvió a la carga.
“A vos dedico mi música, porque sos mi musa y la causa de mis desvelos”.
Sin embargo, esta vez Laudelina no estaba para pendejadas poéticas.
“Hasta aquí llegamos, Evaristo Trompa”, dijo levantando una ceja excesivamente pintada y apretando con fuerza el abanico entre sus manos. “Estoy harta de tus frases picúas, estoy harta de ser la burla de la gente y estoy harta de ti”.
Evaristo parecía haberse petrificado. Ni siquiera abría la boca, mientras Laudelina seguía desahogándose.
“Ya no estamos para romper sillones, Evaristo. ¡Ah!, y de paso, déjame decirte algo que hace muchos años debí haberte dicho… ¡detesto los tangos!”.
   Cuando los músicos rompieron a tocar, siguiendo los movimientos de la batuta sostenida por Evaristo Trompa, los habitantes de Hormiguero se quedaron mudos de asombro. Por primera vez en casi treinta años, la retreta del parque no comenzó con el tango Cuestabajo, sino con el bolero aquel que dice así:
   perdón, si es que te he faltado,
   perdón, cariñito amado,
   ángel adorado, dame tu perdón.
La gente demoró apenas unos segundos en reaccionar, dirigiéndose al músico a grito pelado:
“¡El tango, Evaristo!”.
“¡Te equivocaste, Evaristo!”.
“¡Toca Cuestabajo!”.
   En ese momento, un joven alto y delgado que estaba sentado en la última fila se levantó de pronto, mientras murmuraba algo que nadie pudo escuchar:
“Olvida el tango y canta bolero… Te jodí. Tú mismo te pusiste la soga al cuello, Evaristo”, decía el teniente Urquiza mientras se disponía a alejarse de su asiento. Pero un estruendo infernal lo hizo detenerse de golpe, tropezando con la gente que gritaba y corría asustada en medio de una densa oscuridad.
   Una bomba había estallado en la planta eléctrica del pueblo, dejando las calles sumidas en las tinieblas y al capitán Arteaga en el más absoluto desconcierto.

Más de Elvira de las Casas en Grafoscopio.

8.03.2012

ROGER SANTIVAÑEZ: MUNDOS SUMERGIDOS: MOVIMIENTO KLOAKA 30 AñOS


UNA
Corrían los últimos días de agosto de 1982, exactamente el 30 –celebración de Santa Rosa de Lima– mientras vagaba por las calles del Cercado. Como era mi costumbre –después de internarme por librerías y discotecas– recalé en el restaurant Wony del jirón Belén. Degustaba tranquilamente una cristal helada, cuando en eso hizo su aparición Mariela Dreyfus, poeta sanmarquina y amiga mía. Ella y yo habíamos estado participando en varias reuniones durante el verano de ese 1982, junto a Dalmacia Ruiz-Rosas, José Antonio Mazzotti y Rafael Dávila-Franco para lanzar un nuevo Movimiento literario que habría de empezar con una revista denominada Tienda de Marimba. Este proyecto se había diluído con el paso de los meses. Por eso fue una especie de iluminación cuando súbitamente Mariela Dreyfus y quien redacta este testimonio, decidimos fundar el Movimiento Kloaka. El nombre tenía que ver con la sociedad peruana de esos momentos. Nosostros proveníamos de lo que podríamos llamar el Estado de bienestar del reformismo velasquista e -inmediatamente antes- de la conciencia política generada por la respuesta popular al desmontaje de las reformas del fascistoide gobierno de Morales Bermúdez, quien presionado por las huelgas y movilizaciones de 1977 y 1978 se vio obligado a convocar a elecciones generales para 1980. Dichas elecciones las ganó el candidato conservador Fernando Belaúnde y –por supuesto– no resolvió los problemas fundamentales que  aquejaban  al pueblo peruano. Por el contrario campeaba el hambre y la desesperación para las mayorías, mientras la corrupción –básicamente el narcotráfico- se apoderaba como una peste de todas las esferas del poder. La sociedad peruana era una cloaca –decidimos- y entonces fundamos el Moviniento Kloaka, revindicando la letra K y el fonema /KJ/  de la vanguardia y el idioma kechua –respectívamente– así como su significado underground, es decir, estar bajo la tierra, en los subterráneos, donde siguiendo a Rimbaud –pensábamos– ocurre la verdadera vida y no en la hipócrita mascarada social del sistema.
De entre nuestros compañeros de Literatura en San Marcos escogimos al poeta Guillermo Gutiérrez y al narrador Edián Novoa, por considerarlos aptos para acompañarnos en la aventura que iniciábamos. Empezamos a reunirnos los cuatro comprometidos y logramos una cohesión extraordinaria a través de intensas conversaciones donde cada uno de nosotros, iba contando su vida, sus traumas de la niñez y de la adolescencia. De este modo alcanzamos una gran hermandad y solidaridad colectivas. Y nos sentíamos iluminados, portadores de un nuevo mensaje de poesía, arte y liberación. Nos fijamos una fecha próxima  para juntar diversos textos que cada uno escribiría y así configurar nuestro Manifiesto fundador. Pero la rapidez de los acontecimientos nos ganó: fueron integrándose al Movimiento Kloaka nuevos miembros. Primeramente José Alberto Velarde, a quien conocí al coincidir en un concierto de Alfredo Zitarrosa en el Campo de Marte. E inmediatamente después Domingo de Ramos, llevado por Mariela Dreyfus. Luego se suma el brillante y talentoso pintor Enrique Polanco, con una fervorosa reunión  en el Wony –como siempre– celebrando la noche eterna de poesía que vivíamos. En una de esas noches, me encontré con Mary Soto y tras explicarle lo que estábamos preparando, ella decidió integrarse a Kloaka, cosa que hizo ipso facto. Finalmente Julio Heredia, quien a la sazón trabajaba como periodista de la revista “Gente” decidió plegarse al Movimiento, a los pocos minutos de hacernos una extensa entrevista que empezó en el taller de Polanco en Barranco y culminó en La Herradura. Nos acompañó en este viaje Bruno Mendizábal, convertido en nuestro primer simpatizante. Bruno caminaba por San Marcos con un maletín en el que había puesto una inscripción que rezaba: Kloala Nueva Fuerza. Por aquellos días el poeta Rafael Dávila-Franco se solidarizó con el Movimiento, lanzando un manifiesto titulado Atestado que recogía el espíritu de nuestros postulados, acción por la que sus alumnos de Los Reyes Rojos lo dibujaban –en el huerto de sus clases de biología– con un banderín radiante que decía: KLOAKA.
DONA
LA entrevista que nos hizo Julio Heredia para “Gente” funcionó como el Manifiesto que íbamos a escribir y que ya no fue necesario. Nos abocamos entonces a la preparación de nuestro recital de estreno. Esto ocurrió el 11 de febrero de 1983 en el bar La Catedral de la Plaza Unión. La lectura de poemas se combinó con una suscinta exposición de Polanco y cerramos con un concierto de Durazno Sangrando banda de rock y chicha conformada por Rodrigo Quijano, Fernando Bryce, Octavio Susti y Daniel Brodiano.  También intervino Edgar Barraza, el legendario Kilowatt con una banda sin nombre integrada por Raúl Montañez –que luego sería de Leuzemia– Antonio Arias  y Antonio Infantes de Temporal, grupo que podríamos considerar proto-subterráneo. Poco después organizamos otra presentación en el Auditorio Miraflores, gentilmente cedido por la primera actriz Dalmacia Samohod. En esta ocasión invitamos a los poetas de nuestra generación. De modo que esa noche del 21 de abril leyeron Eduardo Chirinos, Raúl Mendizábal, José Antonio Mazzotti y Frido Martin. Así como el grupo Omnibus. La música corrió a cargo de Kola Rok banda de Kilowatt y Delpueblo con su rock fusión andina. En diciembre de 1982 había viajado a Piura y allí organizamos la sección Nor-Kloaka, con el poeta Lelis Rebolledo, el músico Tanis Quesada y el pintor César Badajoz. Posteriormente –octubre de 1983– realizamos otro concierto-recital en el Auditorio Miraflores, junto a Delpueblo, banda que algunos han visto como la vanguardia musical del Movimiento Kloaka. A la sazón Delpueblo era una sola entidad, conformada por Piero Bustos, Jorge Acosta, Ricardo Silva, Yolo Flores, Antonio Lértora y Alfredo Calvo. Sus canciones emblema de aquel momento eran Escalera al infierno y Posesiva. A estas Alturas ya podíamos afirmar que el ideario del Movimiento Kloaka se sintetizaba en tres puntos básicos: a) escribir una poesía –componer una canción o pintar un cuadro- que expresara el sentimiento –el alma– de las masas explotadas de aquel monstruo urbano llamado ciudad de Lima, usando para ello el habla cotidiana y directa en su plasmación como lenguaje poético y/o artístico; b) cuestionamiento frontal de todo el sistema ideológico del estado burgués bajo el que habíamos crecido –llámese Iglesia, Patria, Sociedad– en busca de formas alternativas de vida y realización humanas –cerca de la Anarquía– distintas en el plano ético y estético, potencializando nuestra dimensión de artistas y seres de nuevo tipo; y c) la integración de las artes y la restitución de la experiencia estética a la vida cotidiana y al discurrir sencillo de las gentes.
KLOAKA desarrolló una intensa agitación en distintas universidades de Lima, ya sea en San Marcos –con la poeta Tatiana Berger– o en la Universidad Católica, donde  –junto a Frido Martin– denunciamos y protestamos contra su expulsión por haber escrito en uno de los albos muros BRETON VIVE. Para esta ocasión circulamos un volante co-firmado con Sombra en llamas que era el lema de nuestro compañero de ruta Frido Martin. Igualmente en los barrios de los distritos limensis: en el Rímac con la célula rock integrada por los hermanos Ricardo y Raúl Montañez, Kilowatt, y el entonces jovencísimo colegial David Pillman. En Lince, gracias al agit-prop de Bruno Mendizábal el mensaje liberador de Kloaka llegó a la collera de los hermanos Alfonso y Pepe Torres, alias Travis y Gino Ravina. De Lince también fue la banda Medias Sucias de Cali Flores  y Pepe Gómez Sánchez –fallecido antes de tiempo– quienes se adhirieron espontáneamente al Movimiento. En Barranco vía Polanco estuvo muy cerca de nosotros el pintor maldito Roberto Cuenca, alias Caballo y en cierta medida Armando Williams, Cherwin quien pintó –junto a Quijano y Bryce- el telón escenogáfico del primer happening kloakensi en el Auditorio Miraflores; igualmente Charo Noriega y Juan Javier Salazar –al lado de Williams-  miembros del grupo Huayco. En el verano de 1984 –época que podríamos considerar la última del Movimiento- organizamos –con el concurso fundamental de José Antonio Mazzotti en calidad de aliado principal, nomenclatura bajo la que colaboró también Dalmacia Ruiz-Rosas- el tercer recital en el Auditorio Miraflores, 21 de febrero de dicho año. Contó con una performance realizada por la dupla Frido Martin y Fernando Bryce. Mientras el primero de ellos tomaba una tacita de te, impecablemente ataviado con un smoking y procedía a leer  en voz alta –sin orden ni concierto–  párrafos de la Biblia mezclados con textos de la guía telefónica, Fernando Bryce se entregaba a una demencial interpretación con su batería hasta terminar destrozándola a puntapié limpio, al mismo tiempo que quien redacta estas memorias, los animaba enfervorizadamente desde bambalinas. Ese fue el canto de cisne colectivo de Kloaka y también el personal de Bryce, quien pronto dejó el rock –era el baterista de Durazno Sangrando–  para convertirse en el prestigioso pintor de la actualidad. Para esta presentación editamos el único ejemplar de nuestra revista Kloaka 1 que vino con el Manifiesto de los 3 acápites.
TRENA
POSTERIORMENTE –en 1986– el poeta José Alberto Velarde en París editó los Cuadernos Kloaka Internacional, colección que incluyó Poesía de Domingo de Ramos y el libro Aproximación a S. Colonia & otros poemas de Rodrigo Quijano, el cual había obtenido ese año el premio de poesía en los Juegos Florales de la Universidad Católica. El espíritu del Movimiento Kloaka soibrevivió –de algún modo– en las acciones de arte y performance callejeros del  Comité Killka –liderado por Mary Soto– a partir del happening Thanatos go home y los siguientes escenificados en el boulevard Quilca entre 1989 y 1991. Igualmente la Kloakada ocurrida en la discoteca-pub Bizarro del Parque Kennedy en Miraflores –organziada por el poeta Manuel Liendo– con ocasión del lanzamiento de Pastor de perros de Domingo de Ramos en el verano de 1994. Esa noche realizó una brillante performance en torno a Santa Rosa de Lima, el artista plastico Germaín, e hicieron música Delpueblo y Kilowatt y sus cuchillos. Se presentó así mismo el audiovisual Made in Perú –que incluye Kloaka, la película de Emilio Bustamante– creación de Alfredo Márquez, miembro fundador del taller de artes plásticas NN. Existe un video de esta ceremonia radical trabajado por José Luis García, ex miembro igualmente de los NN. El espíritu de Kloaka –podría decirse– también continuó –en cierto modo– a través de la relación –individual- de algunos de sus ex-miembros con no pocas bandas del período inicial de la movida del rock subterráneo del Perú hacia 1984-89. Y en publicaciones como el suplemento cultural Asalto al cielo de El Nuevo Diario en 1986. Para cerrar esta nota historiográfica, es pertinente consignar que cada uno los miembros, aliados y simpatizantes de lo que fue el Movimiento kloaka ha desarrollado una consistente obra literaria y artística –tanto los poetas: Mariela Dreyfus, Domingo de Ramos, Julio Heredia, Mary Soto, Guillermo Gutiérrez Lyma, José Alberto velarde,  José A. Mazzotti, Rafael Dávila-Franco, Bruno Mendizábal, Rodrigo Quijano, Frido Martin, Tatiana Berger; el narrador Edián Novoa y los pintores: Enrique Polanco y Fernado Bryce -  ocupando un sitial correspondiente en la historia del arte peruano a caballo entre fines del siglo XX y éste que ahora vivimos.
CADENA
Fuentes bibliográficas básicas para el estudio del Movimiento tenemos: los libros “Movimiento Kloaka (1982-1984): Cultura juvenil urbana de la postmodernidad periférica” y el capítulo correspondiente en “Las provincias contratacan.Regionalismo y anticentralismo en la literatura peruana del siglo XX” ambos de Ulíses Juan Zevallos-Aguilar así como “Poéticas del flujo.Migración y violencia verbales en el Perú de los 80” de José Antonio Mazzotti. Los artículos “22 años del Movimiento Kloaka” de César Angeles en la revista de internet  Ciberayllu y “Violencia y ‘otredad’ en el Perú de los 80: de la globalización a la Kloaka” de Paolo de Lima en el # 58 de la Revista de crítica literaria latinoamericana. También los artículos inéditos de Germán Labrador de la Universidad de Princeton, de Giancarla Dilaura de la Universidad de Prairie View en Texas y de Julio León de CUNY, New York.
Los distintos eventos que estamos realizando [ Ver Programa en el post respectivo] –gracias al auspicio del Ministerio de Cultura, la Universidad Ricardo Palma y la Universidad Científica del Sur–  celebran  el aniversario níumero 30 de la fundación del estado de revuelta poética denominado Movimiento Kloaka –la neovanguardia contracultural más radical de la poesía latinoamericana-. La celebración consiste en un programa de recitales, presentaciónes musicales, mesas redondas, paneles académicos  y la edición de un CD con bandas compañeras de ruta; todo en torno al Movimiento Kloaka, aquella anarquía perdida de los 1980s en el Perú.

                       Agosto del 2012. Junto al río Cooper, New Jersey          
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